Los “Enemigos” del Papa Francisco
La acusación de que AsiaNews está en contra del Papa y a favor de Putin se torna una ocasión para mostrar los motivos que nos mueven en nuestro compromiso de evangelización. Y también para pedir una mayor profesionalidad a quien escribe sobre el Papa. El pontífice no tiene necesidad de defensores que trabajen de oficio. Ayudar a un diálogo entre “conservadores” y “progresistas” para realizar el Concilio y preocuparse por el mundo para que éste encuentre a Jesucristo. Los “enemigos· de Jesús fueron también sus “amigos”.
Roma (AsiaNews) – En AsiaNews no pasa un día sin que publiquemos algo acerca del Papa: las homilías, los discursos, los encuentros, los resúmenes de las encíclicas. Somos una de las agencias más veloces que ofrecen todo cuanto el Papa enseña en traducciones on-line en italiano, chino, español e inglés: muchos chinos, indios, latinoamericanos nos agradecen por la velocidad con la cual les llega la palabra del Papa, puesto que los sitios oficiales son demasiado lentos. Hemos elegido desempeñar este servicio -que nos ocupa cada día, incluso los domingos- para ayudar a las iglesias de Asia a recibir las palabras del pontífice lo más rápido posible. Lo hemos hecho con el Papa Wojtyla, con Benedicto XVI, con el Papa Francisco.
Este servicio es útil, sobre todo, para los católicos chinos. Y como el sitio de AsiaNews tal vez puede llegar a ser bloqueado por las autoridades de Beijing, hemos dado el OK para que otro sitio, más anónimo, que se titula “Ascoltiamo Papa Francesco.net” reporte nuestro artículos sobre el Papa Francisco tal cual fueron escritos en italiano y en chino (ver para creer), no obstante los responsables del sitio firman (sin demasiada ética profesional) los artículos escritos por nosotros. Pero esto nos importa poco: “al fin y al cabo, Cristo es anunciado” como dice San Pablo. (Filipenses 1, 18).
En vista de esta experiencia, estamos muy disgustados –por la mentira suya, más que por nosotros- por el hecho de que dos vaticanistas hayan mencionado a AsiaNews entre “esos católicos que están en contra de Francisco, que adoran a Putin”. Porque ambas afirmaciones, tanto la que se refiere al Papa como la que trata de Putin, no son ciertas. No estoy aquí para procurarme las pruebas: basta con ir a leer los artículos que escribimos. Para nosotros, un punto que da cuenta del honor –y de la profesionalidad- es registrar no aquello que agrada más al poderoso de turno, sino todos los aspectos -incluso los que son complejos y contradictorios- de un hecho. Nos parece estar prestando un servicio a la verdad.
Incluso en relación a China, así como exaltamos sus éxitos espaciales y el hecho de estar abriéndose camino entre las grandes potencias, no olvidamos los problemas de contaminación ni al Dalai Lama, que a nosotros nos parece que es un migrante, un exiliado, al igual que los muchos exiliados y emigrantes que el Papa Francisco ha abrazado en Lampedusa.
Y así es en relación a la Iglesia Católica: si registramos todo el entusiasmo del Papa Francisco puesto en su relación con Xi Jinping, no podemos no comunicar el profundo dolor que el silencio sobre la persecución provoca entre los cristianos subterráneos. Porque se trata de cuando menos 5 millones de personas que desde hace décadas vienen dando la vida –a veces llegando hasta la sangre- por el evangelio, y ahora, de un plumazo, han desaparecido de nuestras preocupaciones.
En el artículo cuestionado, un docente que figura entre los más optimistas en lo que se refiere al diálogo entre China y el Vaticano –recuerdo que ya en el 2005, al día siguiente de la muerte de Wojtyla, previó que en cuestión de días se habría de firmar el acuerdo que todavía seguimos esperando con fe y esperanza- , pues bien, este “súper-optimista” dice que nosotros estaríamos “aliados” con “ambientes [de] Hong Kong, con sectores de los EEUU y con la derecha europea" para empujar al Papa Francisco a privilegiar la libertad religiosa por sobre la unidad de la Iglesia en China. Una opinión que para nosotros resulta infundada: jamás hemos recibido visitas o presiones de un presidente o de un secretario de Estado de los EEUU, ni de uno europeo. Pero quizás, el docente súper optimista interpretaba –de un modo banal- el hecho de que nosotros a menudo publiquemos artículos del Card. Joseph Zen, que, al igual que nosotros, está preocupado por la suerte de los cristianos subterráneos. Si yo fuera el Papa Francisco, apreciaría que un cardenal mío me diga los problemas que sufren y viven estos cristianos tan… periféricos, rostro de Cristo sufriente, parte de mi grey, por los cuales yo debo dar la vida.
Lamentablemente, el Papa Francisco tiene pocos amigos de este calibre. Y los tiene menos entre los periodistas vaticanistas. Y, en efecto, mi dolor más grande es ver la banda de proscripción desplegada en ese artículo: ese sitio, ese periodista, ese cura, ese obispo, ese cardenal. Me pregunto a quién ha de servir esto, y temo que esto sea usado para dividir, gracias a la obra incansable de estos corifeos que se han autoproclamado “intérpretes infalibles” del Papa y defensores del Papa.
Cuando el Papa Francisco subió al solio pontificio, fue claro que él quería realizar el Concilio Vaticano II (como dice en sus encíclicas). Para esto se requería (y se requiere) unir, hacer dialogar y hallar una vía común entre los llamados católicos “conservadores” y los “progresistas”, cuya división es una de las llagas más feas que llevamos desde hace décadas. Si uno escucha todo lo que dice el Papa Francisco, uno se percata de que él es justamente el Papa de la tradición en desarrollo, superior a la “hermenéutica de la ruptura” que es típica de conservadores y progresistas. Lamentablemente, parece ser que los dos partidos –lo cual también se ha dado gracias a los medios seculares- se dividen y endurecen su frente cada vez más. Es tarea del Papa, como signo de la unidad de la Iglesia, trabajar para remendar esto. Y compete a los periodistas vaticanistas mostrar cómo se procede en este trabajo. No me expreso en cuanto a acreditaciones que tilden a unos como buenos o malos.
Mi consejo, si de verdad quieren ayudar al Papa Francisco, es sostener posiciones que sean de diálogo –que es lo que quisiéramos que se dé incluso entre las “almas” de la Iglesia de China- haciendo surgir ese pequeño trozo de verdad que el Espíritu – como dice siempre nuestro Papa- pone incluso dentro de un musulmán, de un judío, de un hindú… figurémonos entonces de un cristiano.
Este trabajo de diálogo, incluso con las posiciones más lejanas, es tanto más urgente a causa del abismo de secularización e indiferencia que está engulléndose al mundo. El mundo cree porque la Iglesia es unidad (“que todos sean uno, para que el mundo crea”, dice el evangelio de Juan). Es por esto que debemos preocuparnos –tanto la derecha como la izquierda de la Iglesia-, y no por hacernos ver como los “súper-apóstoles” exhibicionistas. Debemos preocuparnos por comprender cómo hacer que el mundo se interese por la fe en Jesús. Lamentablemente, el debate entre muchos cristianos ya está polarizado sobre el “papa sí, papa no”, en lugar de estar centrado sobre la misión en el mundo, hacia el mundo. Del mismo modo, cuando se refiere a China, todos debaten acerca de las relaciones diplomáticas y nadie lo hace sobre el modo en que ha de llevarse la fe cristiana a este país que tiene sed de Dios, antes que hablar de diplomacia.
En cuanto al Papa: el Papa no necesita de defensores que trabajen de oficio. Ante todo, porque me parece que cuenta con una “coraza” lo suficientemente fuerte: una Sala de prensa, un centro televisivo, un periódico, una radio… Pero también, y sobre todo, porque el Papa mismo ha dicho que no quiere que se grite “¡Viva el papa!”, sino “¡Viva Jesucristo!”. Y aún si ocurriese que el Papa fuera ofendido o criticado, de ser así, él es hecho más semejante a Cristo flagelado, que era golpeado por “enemigos”, pero que fue traicionado por sus “amigos”. Y se puede traicionar incluso con demasiados aplausos.
17/12/2016 13:14