03/04/2018, 15.24
CHINA
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Libro blanco sobre las religiones: Beijing se defiende a sí misma

de Bernardo Cervellera

El texto de 8 mil caracteres fue impreso en chino, inglés, francés, ruso, español y árabe. Fue presentado hoy en una conferencia de prensa. Contiene numerosas acrobacias intelectuales sobre la defensa de los creyentes y la prohibición a los miembros del Partido de seguir cualquier religión; los vínculos con los extranjeros; la independencia y la auto-suficiencia como "elecciones” que llevan a cabo los creyentes. Estadísticas improbables: se calculan exclusivamente tomando como base a los creyentes de las comunidades oficiales. Poca “objetividad” y “cientificidad”.

Roma (AsiaNews)- La Oficina de información del Consejo de Estado difundió hoy un “Libro blanco” sobre las religiones o, para ser mas precisos, sobre la “Política china en lo referente a la práctica y a la salvaguarda de la libertad de religión”. El texto, de 8 mil caracteres, fue impreso en chino, inglés, francés, ruso, español y árabe. En el mismo se exaltan “los importantes avances en lo que respecta a garantizar la libertad religiosa” en el país, mostrando la política a implementarse, las garantías legales, la “manera ordenada” en la cual se expresan las actividades religiosas y el rol de las comunidades religiosas en la sociedad.

El texto fue presentado hoy en una conferencia de prensa, en la cual han participado Chen Zongrong, ex vice-director de la Administración estatal de Asuntos religiosos (SARA); Xiao Hong, vocero de la SARA en el pasado; Xia Tanchun, vocero de la Oficina de información del Consejo de Estado..

La presentación del Libro blanco se hizo poco tiempo después de que Sara fuese demolida y absorbida como parte del Frente Unido, permitiendo un control más estricto del Partido comunista chino (PCC) sobre los asuntos religiosos.

En una primera lectura, no parece que haya cambios sobre la política y sobre el control religioso. Pero, siguiendo la conferencia de prensa, se puede cierta estima por parte de Chen Zongrogrong, cuando define a China como “un país que ya era multi -religioso desde la Antigüedad” y la religión como “un fenómeno social universal en la sociedad humana”, sin las asperezas propias de la tradición marxista, que calificaba a toda experiencia religiosa como el “opio de los pueblos”, que ha de ser eliminado y superado.

En el Libro blanco se afirma, en cambio, que China mantiene el principio de que “las religiones deben ser chinas en la orientación” y que a este fin se del brinda “una guía activa”, para que “puedan adaptarse a la sociedad socialista”. La “guía activa” es un slogan de Xi Jinping, reafirmado por el Congreso del PCC del pasado mes de octubre y por la Asamblea Popular Nacional en marzo. Este es también un principio de la nueva Normativa que rige sobre las actividades religiosas  que forma parte de dicha “guía activa”, el instrumento para el control total de cada paso de los creyentes en todos los niveles del organigrama estatal.

Por otro lado, el texto está lleno de acrobacias intelectuales suavizadas que logran esconder muy poco la cruda realidad. Por ejemplo, está la ingenua (?) afirmación de que “ningún órgano de Estado puede obligar a los ciudadanos a creer o a no creer”, o “discriminar a ciudadanos por el hecho de que creen o no creen”. Pero el primer elemento discriminatorio está justamente en el mismísimo PCC, que desde hace años predica que los miembros no pueden adherir a ninguna religión ni siquiera en privado y que tampoco pueden hacerlo después de que se jubilan. Esto, sin mencionar por supuesto las “preferencias” cuando se trata de la contratación de cuadros del Partido, que deja a un lado buenos profesionales cuando éstos están desprovistos de la credencial de pertenencia al PCC.

Otra acrobacia intelectual se afronta cuando se habla de la libertad religiosa de los extranjeros en suelo chino. Los extranjeros tienen libertad para ir a los templos, iglesias, mezquitas, pero dentro de “las leyes y reglamentos chinos”. Esto significa que ellos no son libres de encontrarse con ninguna persona religiosa, sino sólo con aquellos que participan en las comunidades oficiales y registradas.

Toda expresión religiosa de un extranjero debe ser “autorizada”: abrir una oficina religiosa o un sitio para actividades religiosas; dirigir instituciones religiosas; reclutar a estudiantes extranjeros; reclutar seguidores; nombrar personal religioso entre los chinos; comprometerse en actividades misioneras.

Al final hay otra acrobacia intelectual -un poco ridícula- según la cual las religiones en China fueron siempre “pacíficas” y “en armonía”. El Libro blanco afirma: “Los conflictos religiosos y los enfrentamientos fueron siempre episodios raros en China…en los últimos 2.000 años… El Estado y la sociedad han mantenido una mente abierta hacia todas las diversas religiones o creencias populares”. Se dejó de recordar que a menudo los emperadores -de los Tang hasta los Qing- han enfrentado una religión contra otra, utilizando una u otra por motivos políticos o de alianza con Estados extranjeros…sin olvidar por supuesto el período de Mao y de la Revolución cultural, período durante el cual el propio Partido intentó aplastar toda expresión religiosa.

Otra “falsedad histórica” se comprueba cuando el Libro blanco dice que “el principio de independencia y de autonomía es una elección histórica realizada por los creyentes de las religiones chinas en la lucha que el pueblo chino realizó en favor de la independencia nacional y el progreso social”. En realidad, todas las religiones han resistido al control y a la ruptura con las comunidades de otros adeptos en el mundo. Y en la Iglesia católica de los años 50, decenas de obispos más bien han aceptado pasar varios años en campos de trabajos forzados, antes que adherir a las pretensiones “políticas e independentistas” del Partido.

El elemento que deja más escépticos es la lista de estadísticas sobre las religiones. Y esto no obstante Chen Zongrong haya reivindicado una mirada “objetiva” y “científica” en relación a las religiones y los creyentes.

Según el Libro blanco, en China hay 5 religiones (reconocidas): budismo, taoísmo, islam, protestantismo y catolicismo. Ellas congregan a unos 200 millones de fieles y se sirven de 380 mil sacerdotes, imanes, pastores, etc.

Las estadísticas que el Libro blanco brinda sobre los católicos y protestantes (6 millones y 30 millones respectivamente) revelan el defecto: sus cálculos están basados exclusivamente en las comunidades oficiales, si bien cada religión en China tiene una dimensión no-oficial. Para los católicos, se estiman que éstos son cuando menos 6 millones de fieles subterráneos; para los protestantes cerca de 60 millones.

Si se agregan los budistas subterráneos -muchos grupos y asociaciones que se esconden bajo apariencias “culturales”- o los taoístas, el número de los creyentes en China podría superar los 500 millones, sin contar a los creyentes en cualquier elemento sobrenatural.

De todo se desprende de manera evidente cuál es el defecto del Libro blanco: no es un intento de trazar un mapa de las religiones, sino de convencer al mundo de que las únicas religiones existentes en China son las oficiales, es decir, aquellas permitidas por el PCC. En función de ello, la religión es una concesión brindada por un alto poder político, y no una dimensión que es innata al hombre, sea éste chino o extranjero.

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