02/02/2018, 13.16
CHINA - VATICANO
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Las lágrimas de los obispos chinos. Un retrato de monseñor Zhuang, obispo de Shantou

de Peter Peng

Un sacerdote de la Iglesia oficial recuerda al obispo de 88 años que el Vaticano quiere reemplazar con un obispo ilícito, complaciendo al régimen. Mons. Zhuang Jianjian se convirtió en obispo clandestino a instancias del Vaticano en 2006. El cardenal Zen y monseñor Zhuang son la imagen de la Iglesia fiel, "que ha sentido una inmensa tristeza y una sensación de impotencia". Las esperanzas del cardenal Parolin de consolar "los sufrimientos pasados ​​y presentes de los católicos chinos".

Beijing (AsiaNews) - La decisión del Vaticano de sustituir a monseñor Pietro Zhuang Jianjian con otro obispo (actualmente excomulgado), del agrado del gobierno chino, está provocando dolor y confusión en China. AsiaNews ha recibido esta reflexión del padre Pedro, un sacerdote de la Iglesia oficial, que expresa su pesar por la forma en que se trata a este obispo de la Iglesia clandestina, que se hizo tal por orden del Vaticano en 2006. El padre Pedro también recuerda el intento del cardenal Joseph Zen de comunicarse con el Papa Francisco para evitar otro “caso Mindszenty”. A diferencia de ciertas imágenes publicadas por algunos medios, el intento del cardenal Zen y las lágrimas de monseñor Zhuang son vistos como "impotentes" y "tristes". Para el sacerdote, esto es el inicio de nuevos sufrimientos y problemas de conciencia para los fieles en China.

 

No tengo una impresión directa del obispo de la diócesis de Shantou monseñor Pietro Zhuang Jianjian. Sólo sé que cuando era seminarista, me gustaba escuchar Radio Veritas Asia y, que fue precisamente por Radio Veritas Asia que supe la noticia de la ordenación sacerdotal de Zhuang Jianjian en Shanghái - esa fue la primera vez que llegué a saber del padre Zhuang Jianjian, de la diócesis de Shantou.

No sólo Radio Veritas Asia difundió la noticia de la ordenación del padre Zhuang Jianjian: también la revista "Iglesia católica de China" publicó un artículo que relata: "El P. Zhuang Jianjian, nació en el condado de Jiexi, de la diócesis de Shantou, en la provincia de Guangdong. En su juventud asistió a los seminarios de Meixian (en Guangdong) y Shanghái para recibir educación. Él nunca cambió su decisión a pesar de la interrupción de 10 años durante la Revolución Cultural.  Luego entró en el seminario de Sheshan (Shanghai) en 1985. Completados sus estudios, el 21 de diciembre de 1986 recibió la ordenación sacerdotal en la Basílica de Nuestra Señora de Sheshan y celebró la primera misa como sacerdote".

Según las circunstancias de la época, creo que la ordenación del padre Zhuang Jianjian fue celebrada por monseñor Jin Luxian, aunque Radio Veritas Asia no reveló quién fue el obispo que presidió la ceremonia. Pero estoy seguro al afirmar que el p. Zhuang Jianjian siempre ha sido pastor de la Iglesia oficial. Hasta el 2006, cuando el p. Zhuang Jianjian fue nombrado por el Papa como obispo de Shantou y recibió la ordenación episcopal en secreto, su nombre se volvió conocido para todos.

En las últimas décadas, cada Papa ha tenido la esperanza de mejorar las relaciones con China continental, en especial el Papa Francisco, que desde el inicio de su pontificado ha anhelado ardientemente que se llegue a un acuerdo con el gobierno chino sobre el nombramiento de obispos. En octubre de 2017, el representante de la Santa Sede, monseñor Claudio Maria Celli solicitó dos veces la renuncia de monseñor Zhuang Jianjian. En una reunión en Beijing, una delegación del Vaticano le pidió personalmente a monseñor Zhuang dejar la cátedra a monseñor Huang Bingzhang, quien es un obispo excomulgado. Monseñor Zhuang, de 88 años, al escuchar la solicitud, rompió a llorar, se negó a aceptar y prefirió "llevar la cruz por haber desobedecido".

En la práctica eclesiástica normal, un obispo debe ofrecer su renuncia al Papa a la edad de 75 años, pero teniendo en cuenta las circunstancias particulares de la Iglesia china, muchos obispos fueron ordenados a los 75 años, y algunos todavía están a cargo de los asuntos diocesanos a la edad de más de 80 años. Esto se debe al hecho que, de 1960 a 1980, la Iglesia china nunca tuvo la oportunidad de realizar ordenaciones sacerdotales y episcopales.

No es que monseñor Zhuang quiera aferrarse al cargo de obispo, el punto es que no puede aceptar dejar la silla sagrada a un obispo ilícito. Es una cuestión de fe y conciencia: no debe considerarse una mera cuestión de obediencia o desobediencia. Por esto esperaba que el cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, pudiera tener la oportunidad de expresar su preocupación al Papa. El 10 de enero de 2018, el cardenal Zen ha colocado en manos del Santo Padre el sobre con la carta de monseñor Zhuang y otra carta en su nombre, con motivo del "besa-mano" al final de la audiencia general del miércoles con el Papa.

De las fotos tomadas en ese momento, se ve el cabello blanco como la nieve y la espalda arqueada del cardenal Zen, quien entrega las cartas al Papa: una imagen que provoca una inmensa tristeza y una sensación de impotencia. Es admirable el gesto de lucha desesperada y el coraje de expresar una advertencia incómoda por parte del cardenal Zen. Su figura es precisamente la figura de la Iglesia fiel en China. También lo es monseñor Zhuang Jianjian: sus lágrimas son justamente las lágrimas de los sacerdotes fieles en China, lágrimas llenas de mortificaciones y sacrificios.

En una entrevista publicada el 31 de enero de 2018 en el periódico italiano La Stampa, el Secretario de Estado del Vaticano cardenal Pietro Parolin se refirió a la reciente confusión causada por el comportamiento de la Santa Sede y explicó que "las negociaciones en curso avanzan exactamente en esta línea: apertura constructiva al diálogo y fidelidad a la tradición genuina de la Iglesia". Añadió, esperanzado, que "se llegue, cuando el Señor quiera, a no tener que hablar de obispos "legítimos" e "ilegítimos", "clandestinos" y "oficiales" en la Iglesia en China, sino de encontrarse entre hermanos, aprendiendo de nuevo el lenguaje de la colaboración y la comunión". En cuanto a la preocupación de los fieles, de que los sufrimientos infligidos en el pasado y el presente se cancelen, el cardenal Parolin - parece dar un poco de consuelo a las personas que viven estos sufrimientos - y dijo que "la Iglesia nunca olvidará las pruebas pasadas y presentes y los sufrimientos de los católicos chinos. Todo esto es un gran tesoro para la Iglesia universal".

Espero que las palabras del cardenal Parolin sean sinceras y provengan del corazón. Pero la pregunta importante sigue siendo:¿cómo podrá la autoridad eclesial enjugar las lágrimas de los fieles y permitir que su conciencia experimente verdadera y genuina paz y consolación?

 

P. Pedro

Jueves, 1ero  de febrero de 2018

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