17/09/2018, 14.41
ARGELIA-VATICANO
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La beatificación de los mártires en Argelia, semilla de esperanza para el país

de Marco Pagani*

La muerte de los 19 católicos sucedida durante la guerra civil de los años 90 del siglo pasado es un gran testimonio de fe y de verdad. La fidelidad de los mártires y del Señor, que jamás los ha abandonado.

 

Argelia (AsiaNews)- El gobierno argelino invitó al Papa Francisco a la ceremonia de beatificación de los 19 mártires cristianos asesinados en Argelia durante la guerra civil de los años 90 del siglo pasado. Lo confirmó ayer el ministro para los Asuntos religiosos, Mohamed Aïsa, quien declaró por la radio que su gobierno invitó al Santo Padre a realizar una visita oficial al país, considerando que las próximas beatificaciones en la ciudad de Orán podría ser “una oportunidad”. A continuación, un análisis sobre la importancia de esta ceremonia, enviada a AsiaNews por un misionero del PIME que trabaja en el país.

Ayer, Fiesta de la Exaltación de la Cruz, llegó la noticia de la próxima beatificación de los 19 mártires cristianos asesinados en Argelia durante la guerra civil que devastó al país desde 1991 al 2002. Se calcula, pero no hay datos ciertos, que hayan sido asesinados en aquellos años entre unos 150 mil y 200 mil argelinos musulmanes, entre los cuales más de 100 imanes que habían rechazado plegarse al poder de los islamistas. Una gran masacre sobre la cual perfila aún ciertas sombras en lo que se refiere a los artífices de tantas muertes. La ceremonia de beatificación se realizará el próximo 8 de diciembre.

Casi inmediatamente, los islamistas individuaron en los extranjeros un posible objetivo, los invitaban a abandonar el país antes de fines de noviembre de 1993, bajo pena de ser ejecutados. Pero en la mira también estaban los representantes militares y políticos del poder argelino.

También en las comunidades religiosas masculinas y femeninas de la Iglesia católica, casi todas compuestas por personal de diversas nacionalidades, se abrió un debate frente a esta amenaza. Algunas comunidades decidieron irse, otras quedarse. Elecciones siempre dolorosas y jamás juzgables con el discernimiento después. Está de hecho que quien se quedó se encontró compartiendo el miedo junto a tantos argelinos, un miedo cotidiano, una convivencia con la muerte que podía llegar en cualquier momento, en la calle, en el mercado, en los medios de transporte, a la salida de la escuela, bajo casa...

En este cuadro deberán ser colocados los asesinatos de 19, entre religiosos y religiosas, entre los cuales el obispo de Orán (asesinado por su amigo musulmán y que era su chofer). La víctimas fueron: Mons. Pierre Claverie, fray Henri Vergès, sor Paul-Hélène Saint-Raymond, sor Esther Paniagua Alonso, sor Caridad Álvarez Martín, el p. Jean Chevillard, el p. Alain Dieulangard, el p. Charles Deckers, el p. Christian Chessel, sor Angèle-Marie Littlejohn, sor Bibiane Leclercq, sor Odette Prévost, hermano Luc Dochier, hermano Christian de Chergé, hermano Christophe Lebreton, hermano Michel Fleury, fray Bruno Lemarchand, hermano Célestin Ringeard y el hermano Paul Favre-Miville.

Entre estos 19 están los monjes cistercienses de Thiribine, que gracias a una película de gran suceso mediático fueron conocidos gracias a la difusión de los medios.

Pero, ¿por qué son mártires, si la muerte de ellos no fue estrictamente el fruto de una persecución dirigida contra la Iglesia católica, sino fruto de la acciones dirigidas contra los extranjeros?     

La palabra martirio significa testimonio. Y la elección de permanecer en Argelia por amor de Cristo y del pueblo argelino, queriendo compartir el destino con ellos hasta el final, explica muy bien este martirio. Fue lo mismo para todos los otros, a los cuales no se les pidió el derramamiento de sangre (escuchando las narraciones se da cuenta uno bien cómo podría haber sido así para tantos otros, pero por circunstancias absolutamente banales no lo fue...si se puede hablar de banalidad y no en vez de designio misterioso del Señor…).

Fidelidad. Esta palabra surge prepotentemente también en este acontecimiento. Palabra quizás hoy considerada poco, en un mundo en el cual todo se puede cambiar según la conveniencia más rápida. Así no fue para ellos y para todos aquellos que aún hoy viven en Argelia.

Fidelidad también de parte de Dios, que jamás abandonó a los suyos, ni siquiera en el momento de la prueba. Una cosa que me llamó mucho la atención, escuchando las narraciones de quien los conocía, es que algunos de estos 19 muriendo yendo o volviendo de la celebración eucarística. El don de Cristo a los suyos por excelencia. Un don que continúa hoy para con este país todavía en la búsqueda de una verdadera reconciliación entre sus hijos, por una herida que aún sangra.

También para la Iglesia en Argelia de hoy, la palabra fidelidad ilumina lo cotidiano, una fidelidad al don que hemos recibido en el bautismo y que nos hace reconocer en el otro, en nuestro hermano, nuestra hermana; sin ingenuamente olvidar o subestimar las diferencias. Pero con el deseo que en todos se revele el rostro del único Padre del cual todos somos hijos.

*Misionero del PIME en Argelia
 

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