31/08/2018, 11.14
CHINA
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La ONU, ‘preocupada’ por la detención masiva de uigures en Xinjiang

Su reclusión, justificada por operaciones de contraterrorismo, no es más que un “pretexto”. También se critica la legislación china, por ser demasiado vaga cuando alude a “terrorismo”, “separatismo” y “extremismo”. En las prisiones y hospitales psiquiátricos languidecen un millón de prisioneros uigures. Muchos de ellos mueren debido a las condiciones del lugar y por las torturas sufridas. Con la Sinización, todas las religiones son teñidas de sospecha.    

Nueva York (AsiaNews) – La ONU afirma estar “preocupada” por los reportes recibidos, que dan cuenta de la detención masiva de uigures en Xinjiang, y exige su liberación. Para el organismo internacional, la justificación de la reclusión de estas personas alegando operaciones de contraterrorismo, no es más que “un pretexto”.

A principios de mes, los miembros del Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial recibieron varios testimonios que muestran que Beijing “ha transformado la región autónoma de los uigures en algo que se asemeja a un campo de detención masiva”.  

El Comité difundió en el día de ayer sus observaciones, criticando la legislación china por “la amplia definición de terrorismo y la vaguedad que caracteriza las referencias al extremismo, además de una definición nada clara en lo que respecta al separatismo”

Desde hace décadas, la población étnica de Xinjiang, los uigures turco-fonos, de religión musulmana, se ven sometidos a una colonización forzada de tipo militar y administrativo. La represión social y religiosa que se cierne sobre ellos es justificada por Beijing con la lucha para combatir el “terrorismo” y el “separatismo”. Si bien en Xinjiang existen grupos de independentistas, su número es muy exiguo, y la mayoría de la población sólo quisiera tener una mayor autonomía.   Ante ello, en los últimos años, la única respuesta de Beijing en relación a los uigures ha sido exacerbar aún más los controles, llevar un registro del ADN de los habitantes, proceder al secuestro de pasaportes y prohibir que los jóvenes asistan a las mezquitas o cumplan con los ayunos del islam.

Varios testimonios han revelado la existencia de prisiones donde tienen abarrotados a decenas de miles de uigures. Debido al hacinamiento y a las torturas, incluso se ha informado de muertes en estos sitios.

Según las asociaciones de uigures que residen en el exterior, desde abril de 2017, cerca de un millón de personas fueron detenidas por “extremismo religioso”.

Por su parte, Beijing niega las acusaciones de la ONU;  sin embargo, admite que “a aquellos que han sido engañados por el extremismo religioso… se les brinda asistencia con el traslado a otro sitio y la reeducación”.

El gobierno chino, a priori, tiñe de sospecha todas las religiones considerándolas plausibles de promover el terrorismo, el separatismo y el extremismo, tal como puede verse en las nuevas normativas, que rigen desde el pasado mes de febrero.  En lo que respecta a los musulmanes, Beijing teme que las comunidades chinas sean influenciadas por el extremismo islámico de predicadores sauditas, pakistaníes o afganos.

El mes pasado, Beijing llegó a provocar tensiones con la tranquila comunidad musulmana de etnia Hui, en Ningxia, con el pretexto de “sinizar” la arquitectura islámica, eliminando los minaretes y cúpulas de la Gran Mezquita de Weizhou.

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