La Iglesia está de luto por el filántropo conocido como la “Madre Teresa paquistaní”
Abdul Sattar Edhi murió ayer, a la edad de ochenta y ocho años, en un hospital de Karachi. En su funeral participaron fieles de todas las religiones. El hombre fundó una red de obras sociales que acoge a miles de personas abandonadas, a pobres, ancianos, enfermos y niños rechazados. Dirige hospitales gratuitos, dispensarios, ambulancias. Su ejemplo de caridad no será olvidado, “porque su obra es inmortal”.
Karachi (AsiaNews)- Abdul Sattar Edhi, uno de los más reconocidos filántropos de Pakistán , se apagó anoche a la edad de ochenta y ocho años en un hospital de Karachi, donde estaba internado desde hace tiempo por una insuficiencia renal. Hoy, en su fueral, participaron muchísimos fieles de todos los credos, que han querido rendir homenaje a quien fuera apodado la “Madre Teresa paquistaní”. Durante la noche, la arquidiócesis de Karachi organizó vigilias de oración en todas las iglesias. Varios exponentes de la Iglesia paquistaní, de Caritas Karachi, junto a activistas, religiosos cristianos y musulmanes se comunicaron con AsiaNews para expresar su profundo dolor por la muerte de un “Ángel de la misericordia”, subrayando que su ejemplo de caridad sobrevivirá en el futuro, gracias a las numerosas obras sociales por él iniciadas.
Los funerales de Estado se desarrollaron en el National Stadium de Karachi. El lugar estaba repleto de personas, que llegaron para rendir homenaje y dar el último adiós al fundador de la “Edhi Foundation”, obra caritativa que gestiona la mayor red de ambulancias de todo el mundo”.
Edhi nació en 1928 en un pequeño pueblo de Gujarat (India), pero en 1947 se mudó a Pakistán junto a su familia, y allí abrió el primer dispensario médico gratuito. Hoy, sólo en Pakistán, su fundación hospeda a 5.700 personas en diecisiete centros de acogida y coordina 1.500 ambulancias. La red social gestiona decenas de hospitales gratuitos, laboratorios, orfanatos, hogares para ancianos y centros de recuperación para tóxico dependientes. Todos sus centros disponen de una cuna donde poder dejar a los niños nacidos de embarazos no deseados. El hombre repetía siempre: “No los maten, pónganlos en una cuna. Nosotros nos ocuparemos de estos inocentes”.
El filántropo recibió numerosos reconocimientos internacionales por el trabajo desarrollado. En 1986 fue premiado por el Ramón Magsaysay Award (el “Nobel asiático”) por su servicio público; en 1989 el Nishan.i-Imtiaz, la más alta condecoración civil de Pakistán; luego recibió el Ghandi Award en el año 2007 además del Madanjeet Singh Prize de la UNESCO y muchos otros más.
A pesar de los muchos reconocimientos, Edhi condujo una vida sobria y sin fasto hasta el último momento, usaba ropa simple y vivía en una pequeña habitación sin ventanas, junto a la oficina de la fundación. El P. Bonnie Mendes afirma: “No le interesaba si una persona era hombre o mujer, si estaba herida o era discapacitada. El único criterio que aplicaba era si necesitaba ayuda”.
Samsom Salamat, un conocido activista, agrega: “Él promovía la no discriminación en el servicio a favor de la sociedad, en un país donde son muy frecuentes las actitudes discriminatorias en base a la religión, a la clase y a la raza. Edhi servía a cualquier ser humano, difundía siempre un mensaje de humanidad y de rechazo al odio y al prejuicio. Él era una voz de amor en medio de una cultura del odio”.
Rojar Randdhawa, coordinador de Caritas Lahore, recuerda que el hombre repetía: “Yo jamás he recibido una educación formal. Pero, ¿qué es lo que hacemos con la educación, si en definitiva, luego no nos convertimos en seres humanos? Mi escuela (la que sigo) es el bien de la humanidad. Ninguna religión está por encima de la humanidad”.
Irfan Mufti, vice director de South Asia Partnership Pakistan, refiere: “Edhi dio dos grandes contribuciones a nuestra sociedad. En una época de materialismo, apatía, regresión, él ha servido en un modo humano, honesto y simple, con características típicas de un operador social. Además rechazó toda posición de poder, riqueza y lujo. Las personas como él trascienden toda dimensión de tiempo y espacio y se vuelven inmortales a través de sus obras y de sus palabras”.
En su funeral, el P. Saleh Diego, vicario general de la arquidiócesis de Karachi, colocó una corona de flores en nombre de toda la Iglesia local. El sacerdote contó a AsiaNews que lo visitó en el hospital: “Él estaba muy feliz de vernos. Junta a su familia, rezamos por él”.
(Ha colaborado en esta nota Shafique Khokhar)
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