Líbano, una identidad nacional por conquistar
Para el centenario del Gran Líbanao, la revista universitaria “Travaux et Jours * dedica un número especial a la génesis del Estado libanés. “La historia está diseminada de naciones destruidas”, escribe Mauriac, pero si bien el Líbano “no es eterno”, ello no significa que esté muerto.
Beirut (AsiaNews) - Con ocasión del centenario del Gran Líbano, la revista universitaria “Travaux et Jours * dedica un número especial a la génesis del Estado libanés. Su jefe de redacción, Antoine Courban, intitula su editorial "Un identité nationale à conquer". Este título marca el tono de toda la cuestión, afirmando una verdad fundamental: como toda realidad histórica, política y social, el Líbano es una nación en vías de desarrollo, no es un dato fijo.
Este texto introductorio reproduce un fragmento de una carta pastoral del patriarca Elias Hoyek fechada en 1931. Aquél que negociaba en Versalles, abogando por la creación del Gran Líbano, suplica a los funcionarios y soberanos de la época que se ocupen de preservar el bien común y no el interés personal. “Ustedes - escribe -, responsables del país, jueces de la tierra, ustedes los diputados de las personas, que viven por cuenta del pueblo, (...) están obligados, conforme a su capacidad oficial y de acuerdo con sus responsabilidades, a procurar el interés público. Tu tiempo no es para ser dedicado a favorecer tus intereses, tu acción no es para ti, sino para el Estado y para la patria que representas. Este angustiado grito de socorro fue lanzado hace diez años, luego del anuncio del General Henri Joseph Eugène Gouraud. Antoine Courban comenta la situación de esta manera: “Él (refiriéndose al patriarca maronita) sentía el peligro del clientelismo y del mal gobierno, del cual ahora observamos, casi 100 años después, el daño desastroso provocado en nuestro país”.
El llamamiento del patriarca Hoyek sigue siendo extremadamente actual. ¿Es ingobernable el Líbano? ¿Es un mero error de la historia? Frente a las ideologías que lo presentan como “distanciado” del mandato francés, de una Siria que le sería “natural”, ¿se justifica el Líbano como Estado independiente?
Ante esta pregunta, un respuesta convincente es la que brinda Jacques Kailo, ingeniero especializado en cartografía, médico de la Universidad de París IV-Sorbona. Para este doctor en geografía política, esta pregunta central tiene una respuesta negativa, que no deja espacio para la duda. Keilo aspira - como es obvio, dentro de los límites que impone un artículo periodístico - a deconstruir el discurso ideológico que busca diluir el Gran Líbano en una entidad política más amplia, que lo precede.
Utilizando dos conceptos, “continuidad” y “sucesión”, el investigador demuestra que la República Árabe Siria no es “ni la continuación ni la sucesión” de esta lejana realidad que es el antiguo espacio histórico-geográfico llamado Siria y que, desde la Antigüedad Clásica hasta el Imperio Otomano, tiene contornos variados; sin embargo, él admite que Líbano y Siria son prácticamente dos “herederos culturales” - cada uno, a su manera - de este espacio del cual reproducen determinadas características, dado que la geografía condiciona necesariamente la historia.
En un artículo publicado en L’Orient-Le Jour ("La 'Fenicia', Entering Historical Reality and Political Recovery, 2 de marzo de 2019), Keilo aplica el mismo razonamiento incluso a una ideología que algunos “libaneses” han desarrollado como argumento contra los partidarios de la Gran Siria. Nos asegura, por tanto, que es tan falso inscribir a los libaneses en una “continuidad o sucesión” de la histórica Fenicia, como lo es registrarlos en continuidad o en una sucesión de la antigua Siria.
Libaneses y arabistas
Estas construcciones históricas ideológicas se chocarán, a veces con vehemencia, entre 1918 y 1920, en el período inmediatamente posterior al fin de la Primera Guerra Mundial, en el desmantelamiento del Imperio otomano y en la proclamación del Gran Líbano el 1 de septiembre de 1920. En dos artículos distintos, la historiadora Carla Eddé, vicedirectora del USJ y el ensayista Youssef Moawadan analizan, cada uno según su propio punto de vista, este período crucial.
Las dudas también provienen del poder del mandato. Carla Eddé se refiere a la génesis del Estado libanés como un “difícil aprendizaje hecho a base de disensos y negociaciones”. En este período vemos la oposición entre los"libaneses" y los "arabistas", de la misma manera como los partidarios de una Siria árabe se oponen los que abogan por una Siria siria “¿No deberíamos conmemorar la génesis del Estado libanés en 1920? (...) Cien años después, la cuestión aún sigue abriendo divisiones en el Líbano”, observa el autor del artículo. Por tanto, si no somos un error de la historia, después de cien años de mal gobierno no cabe duda de que somos una pagina que aún sigue incompleta.
Por su parte, al afrontar la cuestión desde una perspectiva puramente maronita, Youssef Moawad evoca una población de sobrevivientes a la gran carestía de 1915-1918, que ven el Líbano como “un país al alcance de la mano”. “El peso de las reivindicaciones de los cristianos montañeses y de Beirut fue decisivo (en la decisión de crear el Estado del Gran Líbano), puntualiza Moawad. Esto ayuda a entender mejor por qué la figura del patriarca maronita de aquella época, el obispo Elías Hoyek, ocupa un lugar de relevancia en la galería de los retratos de los padres fundadores del Líbano moderno”.
“Travaux et Jours”, una hazaña
Es justo decir que la publicación de Travaux et Jours, en este período de confinamiento y colapso financiero, es un verdadero logro que merece un reconocimiento para Antoine Courban. La revisión también es un tributo a una universidad que ha seguido adelante - desde sus comienzos, allá por 1875, y en particular luego del anuncio del Gran Líbano - para promover los valores de la unidad nacional y la investigación conjunta.
No es exagerado afirmar que la Saint Joseph University ha contribuido notablemente a inculcar un espíritu de pertenencia a la tierra natal en las generaciones que ha formado. Al mismo tiempo, siempre ha promovido la cultura de la unidad política y una adhesión constante y fiel a un Estado soberano. Un legado que debiera motivar aún más a la generación del 17 de octubre, para enderezar las instituciones y combatir un clientelismo que suscita la discordia y doblega a los Estados.
En la foto: El General Henri Gouraud, que proclamó el Gran Líbano, junto al patriarca Elias Hoyek en Dimane, sede de los patriarcas maronitas.
(*) Se puede adquirir la revista "Travaux et Jours" en el siguiente enlace: https://www.usj.edu.lb/publications/catalogue/my-usjinfo.php?perpubid=2957
Disponible en las librerías y/o por encargo.
29/10/2019 12:38