07/11/2017, 12.07
RUSIA
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Kirill: El Apocalipsis bolchevique causado por la traición de la “Inteligencia”

de Vladimir Rozanskij

El patriarca ortodoxo de Moscú está entre las pocas voces que tratan de profundizar las causas históricas de la Revolución de Octubre, a cien años del acontecimiento. En general los rusos prefieren las telenovelas de las revocaciones históricas llenas de intrigas y de amantes del pasado zarista. El alma rusa contaminada por el occidente iluminista.

Moscú (AsiaNews)- Hoy 7 de octubre se cumple el jubileo secular de la Gran Revolución de Octubre, el evento dramático y apocalíptico que ha cambiado la historia de Rusia y en buena parte, del mundo entero. Después de un año de achaparrados debates y embarazosas conmemoraciones, Rusia logra al final archivar el espectro que agita sus noches y oscurece la mirada al futuro.

Se podría decir que la discusión más encendida del año jubilar en el país ha mirado la vacua película “Matilde”, que en realidad es poco más que una transposición cinematográfica de los clichés de telenovela, con reconstrucciones en costumbre de intrigas y amores en la corte del pasado. De los Tudor a los Borja, en las series televisivas occidentales, en la secuela de revocaciones que pasan cada día pasan por la pantalla de la Tv, los rusos están ansiosos de recuperar su historia después de tanta censura soviética. Y gozan viendo a los representantes con yelmos de los normandos, las crueldades de Iván el Terrible y las dudas de Hamlet en Boris Gudonov, para pasar en reseña las vicisitudes de los zares Romanov, del gran Pedro I a las tantas mujeres de poder del 700, pasado a los anales como el “siglo de los amantes”, sobre todo los de la zarina Catalina.   

En cambio, la revolución y el tétrico régimen comunista, si bien representando una grandeza perdida y continuamente añorada, no excitan la fantasía del espectador. Y las reflexiones apenas más profundizadas por las habladurías, como aquellas de los pocos filósofos o de los líderes religiosos, no ciertamente de los políticos, cayeron en la indiferencia general.

La pseudomorfismo del alma rusa.

Solo el  patriarca ortodoxo Kirill (Gundjaev), la guía moral del post-comunismo, probó nuevamente en los días pasados en reclamar los motivos que llevaron a Rusia a renegar de su propia historia y a su parecer también en su vocación. Dirigiéndose al pueblo después de una liturgia en la catedral de la Asunción en el Kremlin, el jefe de la Iglesia rusa observó que “en la coyuntura política de hace 100 años, si no nos hacemos condicionar por los puntos de vista ideológicos, podemos ver y entender muchas cosas. El inicio de las enfermedades nacionales, que han llevado a la catástrofe, lleva no a uno o cinco o 10m años antes, sino al menos a 200 años antes, y quizás más, cuando comenzaron a resquebrajarse los fundamentos espirituales de la vida de nuestra sociedad más elevada, la así llamada “elite”. El patriarca ha querido reafirmar la tesis clásica de la publicidad ortodoxa, según la cual todo inició con la “pseudomorfismo” del alma rusa, como dijo el teólogo Georgij Florovskij después de la revolución.

Lo que arruinó la auténtica vocación cristiana de Rusia fue el ingreso de las influencias del Occidente, la escolástica latina antes y las filosofías iluministas después “las personas han vendida su propia alma y la propia razón a aquello que venía de afuera sin ningún espíritu crítico, transformando y reditando bajo la influencia de estas ideas la propia fe, la propia visión del mundo, la propia mirada sobre las cosas”. Los portadores de esta infección, la clase dirigente a la cual Kirill se refiere, no serían tanto los políticos o los aristocráticos, sino la así llamada “Inteligencia” que desvió el pueblo del recto camino.

Tal juicio revoca las reflexiones de los filósofos religiosos exilados de Rusia después de la revolución, como Berdjaev y Bulagakov, Frank y Losskij ny tantos otros, embarcados en 1922 en la así llamada “nave de los filósofos” que dio vida a la gran cultura de la emigración rusa en Francia y en el mundo entero. En Italia, por ejemplo, se transfirió, el poeta y filósofo Vjačeslav Ivanov, discípulo de Vladimir Solov’ev, que se convirtió al catolicismo para testimoniar la necesidad de respirar con “dos pulmones” del cristianismo del occidente y del oriente y vencer al secularismo iluminista en todas sus dimensiones.

El mismo patriarca Kirill al final amonestó a que la Iglesia en estos siglos fue reducida al silencio, no solo por las persecuciones comunistas, sino antes de la mentalidad moderna que la quiere confinada en la esfera íntima de la conciencia. Según Kirill. “también hoy hay determinados poderes en la sociedad, que no quieren que la Iglesia proclame la verdad a su pueblo… nos dicen: vayan a vuestras iglesias y cierren las puertas y allí hagan lo que os plazca”.

 

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