Kabul, esperanza y sangre por la fiesta del ‘Nouruz’

La fiesta milenaria marca el año nuevo, de origen zoroástrico. Los augurios del párroco de Kabul, deseando una “primavera de la sociedad”, mientras los cristianos se preparan para la Pascua: “¡Todos –cristianos y musulmanes- podemos beneficiarnos de la vida que florece por la muerte de Jesús!” La esperanza, ante la posibilidad de entablar negociaciones con los talibanes.

Kabul (AsiaNews) – “En este país, el año comienza con la primavera. La primavera es la estación en la cual la naturaleza renace luego del letargo invernal. ¡Cómo nos gustaría que a la primavera en la naturaleza le siguiera una primavera en la sociedad!” De esta manera, el Pbro. Giovanni Scalese, párroco de Kabul, recibe el Nouruz, el año nuevo en Afganistán (que también se celebra en Irán y en Irak), acompañándolo con el mensaje de esperanza de la Pascua cristiana; “Queremos que todos nuestros hermanos y hermanas afganos compartan la gracia de este acontecimiento. Cristo ha muerto por todos. ¡Todos –cristianos y musulmanes- podemos beneficiarnos de la vida que florece por la muerte de Jesús!”.

La festividad del “Nouruz” (en persa, “Nuevo Día”) es una tradición que tiene 3.000 años de antigüedad, la cual celebra el año nuevo, marcado por la llegada de la primavera. Nacida en el ámbito pre-islámico y con lazos que la conectan con el credo zoroástrico, la misma es festejada por personas de varias religiones. Según el calendario iraní, hoy comienza el año 1397.

“Hoy se inicia un nuevo año”, escribe el padre Scalese. “¡Si tan solo el [año] 1397 fuese el inicio de un proceso de paz en Afganistán!” En un contexto de creciente violencia, la esperanza del sacerdote vuelve a estar depositada en el “proceso de Kabul” en curso, con la propuesta de paz que ha presentado el presidente afgano, Ghani: “Si consideramos que sólo con la paz es posible aprovechar las oportunidades importantes (las tuberías de gas del TAPI, la explotación de los recursos naturales, etc.), que podrían ser más lucrativas que el comercio criminal del opio, entenderíamos que no es rentable para nadie continuar con semejante guerra sin fin. El interés económico podría obtener logros allí donde las armas, las políticas y la diplomacia han fracasado”. El P. Scalese se refiere al gasoducto que atraviesa el territorio afgano, como parte del tendido del "Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India Pipeline" (TAPI).

En cuanto a las perspectivas de lograr la paz, el gobierno afgano recientemente anunció una propuesta de paz sin condiciones presentada a los talibanes, con la esperanza de poder llevar al grupo yihadista a una mesa de negociaciones. Hasta el momento, los talibanes no han dado una respuesta clara al respecto. Sin embargo, en un comunicado de prensa difundido ayer, el grupo ha recibido favorablemente el llamado a la paz de Mohammad Ismail, ex-líder yihadista que ha pedido a los grupos de oposición sentarse a una mesa de diálogo, y que si esto no es posible con el gobierno, que al menos se logre con “la gran familia de la Yihad”, para poner fin a la guerra.

Pero el contexto de violencia que impera en el país –que el 12 de marzo cumplió 6.000 días de guerra- no se limita a los talibanes. Hoy, un ataque suicida reivindicado por el ISIS asesinó a 26 personas e hirió a otras 18 en el exterior de la mezquita chiita Kart-e Sakhi de Kabul, donde una numerosa multitud se había reunido para festejar el Nouruz, una fiesta despreciada por los fundamentalistas, por considerarla “no-islámica”.