Huelgas en Jordania: ‘La monarquía, en la mira de los manifestantes. Necesidad de reformas’
Hace varios días que cientos de personas protestan contra las medidas de austeridad. Las fuerzas de seguridad muestran mano férrea. La crisis desenmascara la debilidad del sistema político e institucional. Temor ante la posibilidad de infiltraciones criminales y yihadistas. Renovar la clase política e implementar reformas económicas y sociales.
Amán (AsiaNews) – En Jordania se respira un “clima tenso” y está el peligro de una “escalada” de tensión, consecuencia de las protestas masivas en las calles que ven la participación de cientos de ciudadanos. Se trata de problemas “surgidos hace tiempo”, a los cuales hoy se ha sumado una “debilidad política e institucional en todos los centros de poder, como nunca se había visto antes” en la historia del país. Es lo que afirma, al dialogar con AsiaNews, el profesor y analista jordano Amer Al Sabaileh, quien comenta las manifestaciones que hace varios días pueblan las calles de Amán. “El premier [Omar Razzaz] ha demostrado ser débil e incapaz –subraya-, la corte real es de bajo nivel y los jefes de los servicios, inadecuados; hace tiempo que hay señales preocupantes, pero han sido tratadas de manera superficial”.
Las autoridades jordanas han desplegado cientos de agentes en uniformes anti-disturbios por las calles de la capital, instando a activistas y a manifestantes a permanecer “dentro de los límites de la legalidad”- Por su parte, los manifestantes prometen batalla y pretender proseguir con la protesta [que comenzó a principios de junio y luego fue reanudada] contra la crisis económica y las medidas de austeridad que quiere instalar el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fuentes del ámbito judicial hablan de decenas de arrestos efectuados en los últimos días. Por primera vez en la historia reciente del país, los activistas tienen en su mira al mismísimo rey Abdullah. En efecto, la protesta ya no se centra más en el gobierno, sino en los máximos cargos del Estado, aquellos que hasta hace poco tiempo eran considerados intocables. Jumana Ghunaimat, vocero del gobierno, acusa a todos aquellos que “buscan la destrucción” e invita a “salvaguardar la estabilidad y la seguridad de Jordania”.
Sin embargo, en el país el descontento es hondo y generalizado. Y la deuda pública, con una récord de 40 millardos de dólares, unida a la falta de liquidez, erosionan cada vez más las arcas de la nación, arrastrando a la mayor parte de los jordanos hacia un abismo, incluso a personas que otrora formaban parte de la clase media y que hoy descubren que son cada vez más pobres.
“Ya no se habla más del gobierno –subraya Amer Al Sabaileh – sino que se apunta a quien nombra al premier y al Ejecutivo. Esta ira ha venido evolucionando de manera latente y las autoridades han reaccionado con una fuerza jamás vista antes. Han reclamado la presencia de las fuerzas beduinas, que no se veían desde la Revolución de 1989 [más conocida como la Revolución de abril, ndr]. Ni en tiempos de la Primavera Árabe se vio una respuesta tan violenta y esto testimonia la incapacidad que rige a nivel político para entender lo que está sucediendo”.
Las personas están “desesperadas” y está la firme convicción de que “este sistema no está en grado de afrontar el problema”. “El Rey Abdullah –explica el académico- paga un precio alto por la alianza con gente de bajo perfil, nadie de su entorno llega a entender la magnitud real del desafío. Y es en parte por esto que los eslóganes de los manifestantes apuntan a la monarquía”. La cuestión, agrega, “es interna, aún no estamos a nivel de intervenir con actores regionales a favor o en contra del orden establecido. No obstante, no olvidamos que las protestas, como en todas partes del mundo, están sujetas a infiltraciones criminales o terroristas y que está el riesgo de una derivación yihadista, de que grupos extremistas [islámicos] puedan aprovecharse de la situación”.
Jordania “es un país paralizado, aislado, que no ha sabido producir ni renovarse”. En primer lugar, advierte Amer Al Sabaileh, falta “una clase política seria, capaz de dialogar”. Estamos en una encrucijada, urge un cambio en la marcha: ante todo, a nivel político, que sepa dar frutos a nivel económico e institucional”. Por último, se requieren soluciones que “tengan un efecto inmediato sobre la vida de las personas: se necesita transformar una economía dependiente en otra que sea independiente, se precisan planes de desarrollo a nivel agrícola, en transporte, en infraestructuras, incluso en el contexto de las grandes obras en fase de realización en el sector de la energía. Y volver a atraer a los inversionsitas chinos, europeos y americanos. Hay que superar la inmovilidad y si esto no sucede, la crisis sólo podrá empeorar”.
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