01/05/2018, 14.14
INDIA
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Experto: el fantasma de la infiltración cristiana en la India es un ‘fraude político’

de Deep K Datta-Ray

La aversión por los misioneros extranjeros deriva de la manera en que los indios han percibido la colonización europea. Los llamamientos a “reformar” las tradiciones indias para reinventarse a sí mismas. Y la idea generalizada de que Occidente es líder en el campo científico exclusivamente  porque “se robó la ciencia india”. “Los cristianos occidentales han robado el legado de la India, haciendo que peligre para que los científicos occidentales se vuelvan más fuertes que todos los demás”.  

Nueva Delhi (AsiaNews) – Un alarmismo, un “fantasma antiquísimo” que debe sus orígenes a “la manera en que los indios eligieron comprender el colonialismo europeo”. Así es como el Prof. Deep K Datta-Ray describe el resurgimiento de la antigua aversión sentida hacia los cristianos. El tema volvió a cobrar candencia y a ocupar la escena la semana pasada, cuando Bharat Singh, un personaje destacado del partido nacionalista hindú, el Bharatiya Janata Party (BJP), acusó a los misioneros de ser una “amenaza para la democracia y la unidad” del país, y al Congress Party, de actuar bajo sus directivas. Según el experto, la convicción del político deriva de los orígenes italianos –y por lo tanto, presuntamente cristianos- de Sonia Gandhi, la ex presidente del partido Congress. A su vez, los misioneros cristianos deben pagar los platos rotos de ser los descendientes de colonizadores europeos, de quienes los indios buscan tomar distancia, tras haber releído la historia del período colonial.  A continuación, transcribimos sus comentarios (traducción al español de AsiaNews).

 

Ha resurgido el fantasma de la infiltración cristiana en el corazón de la India, y el objetivo de ello es debilitarla. Lo significativo no es el despertar de este actual y sobrevalorado fraude político, sino el hecho de que pase a ser el leitmotiv de la política india. Ello indica un malestar insidiosamente envidioso, que ha privado al cuerpo político indio de su imaginación sobre la categoría de lo posible en el ámbito de la política.  Todo esto se ve agravado por una simultánea limitación a futuro de más de un millardo de personas en su manera de captar la historia de Occidente, que si bien se corresponde con lo que Occidente alguna vez fue, es algo que ha sido descartado hace mucho tiempo.  

En el corazón de este ataque a bastonazos contra los cristianos hay un parlamentario del partido actualmente en el gobierno, el BJP, que afirma que “los misioneros cristianos controlan el partido de la oposición, el Congress”. La certeza de este miembro del parlamento no deriva de pruebas empíricas, en primer lugar puesto que no existe ni una sola [prueba], sino que se apoya en los orígenes italianos –y presuntamente cristianos- de Sonia Gandhi. A [ella] se la presenta como si aún estuviese ejerciendo un dominio sobre su criatura -el partido del Congress, que ella condujo durante casi 20 años- y sobre su hijo, Rahul Gandhi, el actual líder del Congress. Todo esto es dicho a pesar de que Sonia contrajo matrimonio con un indio, adquirió la ciudadanía india y vive en la India desde hace décadas. No sólo se trata del ligamen más tenue [que pueda haber], sino que el mismo también es socavado por el concepto sobre el cual se fundamenta. Y éste es que los seres humanos son incapaces de cambiar, que siempre quedan atrapados en sus orígenes. La sola mirada fugaz a la vida cotidiana echa por la borda esta noción defectuosa que, a fin de cuentas, niega la capacidad de crecimiento personal que brinda la experiencia.

Sin importa cuán obvios sean estos disparates, el concepto persiste y domina los circuitos intelectuales de una porción significativa de la India de hoy. La tenacidad del concepto hace que sea oportuno trazar sus orígenes y delinear sus contornos, una necesidad que se vuelve tanto más imperante luego de la ola de violencia registrada, violencia que si bien siempre ha formado parte de la India, ha crecido desde que el BJP asumió el poder en 2015.  

Dicho concepto surge de una mentalidad que los indios han optado por tomar a la hora de comprender el colonialismo europeo. En lugar de ver a los colonizadores europeos como aquellos sólo reemplazaron a una serie de líderes imperfectos por otros líderes igualmente imperfectos, los indios han interiorizado esta etapa como un encuentro profundamente humillante. El primer paso para afrontar el dolor ha sido eviscerarse a sí misma, proceso que se inició a fines del siglo XIX, y que se caracterizó por la comprensión de que la India había fracasado en su resistencia contra el colonialismo. De aquí surgieron, difundidos en los primeros años del siglo XX,  los llamados a “reformar” las tradiciones intelectuales indias, o al menos aquellas que no hubieran sido rechazadas en un primer momento. Los indios estaban convencidos de que el vacío que derivaría de ello permitiría la reinvención de sí mismos. Como es natural, el modelo de este nuevo indio debía ser la presunta y victoriosa mentalidad occidental de aquella época, y lo que ahora sabemos es que se trata de una visión binaria y decepcionante del mundo, en la cual Occidente es bueno, y el resto está equivocado. Resaltar esta convicción es el tabú del conocimiento científico, incluyendo la visión de que la misma surge del pasado cristiano de Occidente y de que fue configurada por la idea de progreso científico. En síntesis, todo lo que era bueno para Occidente era sinónimo de ciencia, y por lo tanto, la única esperanza de sobrevivir para los indios era progresar –es decir, “occidentalizarse”.

Una vez adaptada la mentalidad, ésta cobró vida propia. El motivo de ello era la contradicción de personas de color tratando de interiorizar una mentalidad que los consideraba inferiores. Los indios continuaron luchando contra semejante paradoja. Así lo muestran los inmigrantes indios que llegaron a Occidente. Dipesh Chakrabarty y Sumit Ganguly, luchan por reinventarse a sí mismos como occidentales, y se esfuerzan por comprender a los indios, afirmando que ellos son occidentales desde el principio. Es obvio que ninguna de estas hipótesis funciona, y el motivo de ello es que la realidad india contradice a ambas. De todos modos, el camino tomado por Ganguly es popular en la tierra que él ha dejado a sus espaldas, y es una herramienta orientada a rechazar la historia occidental en su mentalidad, en un intento por reivindicar sus frutos científicos como netamente indios. Nótese, a modo de ejemplo, cómo el primer ministro Narendra Modi cita personajes mitológicos como prueba de que los indios han inventado la genética, miles de años atrás. De todos modos, sigue habiendo un inconveniente, y es que si bien la India ha inventado la ciencia, lo cierto es que su bastión es Occidente.   

Manejar todo esto requiere un ejercicio mental adicional, pero sus contornos se ven limitados por el hecho de que los indios ya se han occidentalizado hasta el punto de creer de un modo binario. Por lo tanto, es necesario revertir las ideas coloniales de Occidente como ente superior. Algo que ayuda en esta empresa es la invención de la India como científica desde el punto de vista histórico, lo cual significa que la India es buena. Obviamente, en tal caso, esto significa que Occidente no lo es, y por ende la única explicación de por qué actualmente [Occidente] lidera la ciencia es porque ha robado el bagaje científico indio y ha minado la política que lo generó.

Es en esta coyuntura que reaparece el cristianismo, porque Occidente fue, aunque ya no lo sea, cristiano. La violencia y las declaraciones ofensivas dirigidas contra los cristianos son un producto del binarismo que los indios han aprendido del Occidente colonizador. A éstos se les imputa la idea de que los cristianos occidentales han robado el legado de la India, dejándolo a su merced para que los científicos occidentales se vuelvan más fuertes que todos los demás. En la raíz de todo ello está el fracaso de los indios en sobrellevar su propio pasado colonial.  Una vía de escape se ha presentado de manera inadvertida en Hanói.

En una galería se estaba festejando lo que los vietnamitas llaman el “Dien Bien Phu en el aire” con cuadros de pilotos, ingenieros aeronavales y soldados. En la Navidad de 1972, los Estados Unidos lanzaron una campaña masiva de bombardeos aéreos contra Hanói, pero las bajas americanas fueron tan gigantescas que la batalla terminó encomendada a las negociaciones entabladas en París al año siguiente, que se concluyeron con la retirada de los EEUU. El episodio me fue narrado por un locuaz grupo de hombres de avanzada edad y mujeres regordetas que, sentados en medio de la galería, estaban celebrando un festín. Sin lugar a dudas, su locuacidad era ayudada por una pila de botellas de vino vacías, lo cual generó en mi una pregunta, que mi intérprete y guía les dirigió, titubeante: “Los americanos no fueron muy distintos de los franceses, viendo el nombre que ustedes le dieron a la batalla. ¿Pero no es extraño que ustedes celebren su victoria con vino francés?” Hubo una pausa, hasta que uno de los hombres estalló: “¡Fue una gran batalla, una batalla digna de las mejores celebraciones! ¿Qué pretende usted? ¡¿Que celebremos con vino chino?!”

A diferencia de los indios, los vietnamitas recuerdan los errores del pasado de la mejor manera posible. Los ex Vietcong no ven a los franceses ni a los americanos como seres superiores, sino simplemente como aquellos que poseen cosas útiles, que vale la pena aprovechar para mejorar el presente vietnamita. Pero una vez más, dicha objetividad puede ser prerrogativa del vencedor.

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