11/10/2016, 11.58
COLOMBIA
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El “no” de los colombianos después del Nobel a Santos no es un rechazo al proceso de paz con las FARC

de Belisario de Jesus Ciro Montoya*

La población no se ha expresado a favor de la guerra. “Todos sabemos que, para poner fin a este conflicto, no hay otros camino sino el diálogo. Esto lo sabe el gobierno, lo saben las FARC, también lo saben los partidos de la oposición y, sobre todo, las víctimas, que en reiteradas oportunidades han expresado su perdón a los violentos.  Por ende, a mi modo de ver, el “no” ha sido simplemente y más bien un ‘no de esta manera’, un ‘no todavía’ y un ‘no sin nosotros’”.

Dacca (AsiaNews) – Aquello que a todos les parecía imposible, sucedió. En el plebiscito del 2 de octubre pasado, destinado a sancionar y blindar el proceso de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, ganó el “no”. Fue al día siguiente de asignársele el Nobel por la paz al presidente Santos (en la foto, con Timoleón Jiménez Timochenko, líder de las FARC). ¿Pero cómo ha sido esto posible? ¿Cómo es posible que la mayoría de los colombianos haya rechazado un tratado que pondría fin a un conflicto que ya lleva 50 años? ¿Es que los colombianos son violentos por naturaleza, están sedientos de venganza y son inconciliables entre sí? Nada de eso.

Ante todo, es necesario aclarar que el “no” no significa que haya una voluntad de guerra por parte de los colombianos. Todos sabemos que no hay otro camino sino el diálogo para poner fin a este conflicto. Esto lo sabe el gobierno, lo saben las FARC, así como lo saben también los partidos de la oposición, y sobre todo las víctimas, que en varias veces han expresado su perdón hacia los violentos. Por ende, a mi modo de ver, el no ha sido simplemente y más bien un ‘no de esta manera’, un ‘no todavía’ y un ‘no sin nosotros’”.

No de esta manera, porque las condiciones, las concesiones o presiones que el acuerdo concedería a los guerrilleros “parecen” exageradas y desproporcionadas. Todos opinan que se necesita otorgar una amnistía. Se perdona renunciando a castigar, pero ¿debemos también premiarlos? Entonces, las normas de los tribunales de paz, las concesiones por su participación en política y en otros temas como las condiciones por delitos conexos como narcotráfico, extorsión, actos terroristas, secuestros, resarcimiento de las víctimas, y otras cosas habría que repensarlas, renegociarlas y por lo tanto, redimensionarlas.

“No todavía” porque hay tanta perplejidad. Hay un documento (el acuerdo) de casi 300 páginas, que para la gran mayoría de los colombianos resulta ignoto incluso en sus puntos más simples, y que es utilizado por los abanderados del sí o del no, dependiendo de cuáles sea sus posiciones políticas parcializadas.  Por lo tanto, se necesita que haya una pedagogía que al menos permita esclarecer los puntos cruciales para el conocimiento de todos, y por ende, es necesario ser pacientes y tomarse un tiempo para ello.  

“No sin nosotros” porque el proceso no ha involucrado a todos los sectores que debieran haber estado involucrados. Campesinos, empresarios, militares, víctimas, iglesias, comunidad internacional y partidos de la oposición, así como otros, no han tenido el lugar que debían. En el mejor de los casos, han sido meros observadores pasivos. Este conflicto lo hemos sufrido todos, y por lo tanto, para el acuerdo, también debemos estar involucrados todos

En tantos casos, así como se apresuraron a elogiar y señalar los acuerdos de La Habana como lo mejor posible y a manifestar un apoyo sin reservas por el “sí”, también se han apresurado a juzgar a Colombia como un país de violentos, sedientos de venganza, incapaces de tomar esta “oportunidad de oro para una paz estable y duradera”. Por el contrario, después del 2 de octubre, Colombia sigue demostrando su madurez política. Después de la victoria del “no” (“no de esta manera” “no todavía” y “no sin nosotros”) la sed y la voluntad de paz de los colombianos se está unificando, armonizando y robusteciendo. Hasta los guerrilleros del ELN han manifestado oficialmente su voluntad de iniciar tratativas de paz con el gobierno, liberando a todos los secuestrados.

El Nobel por la paz otorgado al presidente Santos ha sido un signo muy positivo de parte de la comunidad internacional, y un impulso muy oportuno en el momento actual, tanto para los esfuerzos del gobierno de Santos, así como para todos los colombianos, en pos del logro de una paz estable y duradera.  

 

 *Sacerdote colombiano en misión en Bangladesh 

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