El premier iraquí llama a mantener la calma, pero siguen las protestas: 28 muertos y 650 heridos
Dirigiéndose a los manifestantes, Mahdi afirma que acepta los “reclamos legítimos”. Rige el toque de queda en Bagdad y en las ciudades del sur, donde la mayoría de la población es chií. La situación es más tranquila en la región kurda, en el norte, y en la sunita, en el oeste del país. Los que protestan, prometen continuar “hasta la caída del gobierno”.
Bagdad (AsiaNews/Agencias) - Luego de tres días de gravísimas protestas, que culminaron con cuando menos 28 muertos y más de 650 heridos, el Primer Ministro iraquí intervino con un (raro) discurso en cadena nacional, para invocar “calma” y “moderación”. Dirigiéndose a los manifestantes, que desde el primero de octubre se vuelcan a las calles para protestar contra la corrupción y la desocupación, Adel Abdel Mahdi recurrió a un tono conciliador, afirmando que acepta los “reclamos legítimos”. Sin embargo, prevalece una línea dura entre los manifestantes, que exigen la renuncia del jefe de gobierno y de su Ejecutivo.
El premier asegura que su intención es responder a la preocupaciones y reivindicaciones que plantea la población; al mismo tiempo, advierte que hoy por hoy, no hay “soluciones mágicas” para resolver los problemas que se arrastran desde hace años y aquejan a la nación, impidiéndole levantarse tras años de conflictos y violencia. Una crisis que se inició luego de la invasión estadounidense, en el 2003, y más tarde se vio agudizada por el avance del grupo yihadista del Estado Islámico (EI, ex ISIS) en el 2014, hoy derrotado en el plano militar pero no así a nivel ideológico.
En Bagdad y en distintas ciudades del país, sobre todo en el sur, desde ayer rige el toque de queda. Solo están exentos de la medida los que se trasladan hacia o desde el aeropuerto internacional de la capital. A éstos se suman las ambulancias, los vehículos que se ocupan de la seguridad, y los peregrinos en viaje por motivos religiosos.
Sin embargo, miles de personas continúan desafiando la prohibición de las autoridades y prosiguen con las manifestaciones públicas. Al hablar en la televisión, el Primer Ministro invocó el apoyo de los miembros del Parlamento y prometió aprobar en breve una ley que garantice un sostén para las familias más pobres.
Las protestas, que hasta ahora no parecen ser organizadas o patrocinadas por partidos políticos o por fuerzas del exterior, son las más importantes desde que Mahdi asumió el poder en octubre de 2018. Los Estados Unidos y las Naciones Unidas han expresado profunda preocupación por la situación y han solicitado a las autoridades iraquíes “moderación” para afrontarla.
Las fuerzas de seguridad han cortado las arterias y puentes más importantes de Bagdad. En gran parte del país el acceso a Internet es limitado, cuando no bloqueado. Así todo, los manifestantes siguen adelante con la protesta, cuyo núcleo sigue siendo la plaza Tahrir, donde en los últimos días la policía usó gases lacrimógenos y proyectiles para dispersar a la multitud.
“Continuaremos hasta que caiga el gobierno”, declara al dialogar con AFP el joven de 22 años Ali, uno de los tantos graduados desempleados. “No tengo más que 250 liras [0,20 dólares] en mi cartera - agrega -, mientras que los funcionarios de gobierno tienen millones”. Por el momento, las protestas se concentran en la capital y en las ciudades con población mayoritaria chií. La región kurda, en el norte, y la zona de mayoría sunita, en el oeste, parecen mantener la calma.
Las protestas reflejan un sentimiento generalizado de descontento e impotencia. Irak es la cuarta nación del mundo en reservas petrolíferas, pero el 22,5% de sus 40 millones de habitantes vive con menos de 1,90 dólares por día (datos del 2014, Banco Mundial). Una de cada seis familias ha sufrido graves carencias alimentarias. El año pasado, la tasa de desocupación fue del 7,9%, pero entre los jóvenes el porcentaje se duplica. El 17% de la población económicamente activa se encuentra sin trabajo.
Para llevar adelante la reconstrucción del país luego del ISIS, se requieren cuando menos 88 millardos de dólares. Según estimaciones de las Naciones Unidas, en el país hay un millón de desplazados internos y 6,7 millones que necesitan asistencia humanitaria con urgencia.
