El acuerdo sino-vaticano, dos años después. Las banderas y los controles (I)
Cuando faltan pocos meses para el Acuerdo Provisorio sobre los nuevos nombramientos episcopales, los obispos, fieles laicos, sacerdotes y pastores se interrogan sobre los efectos que este ha tenido en la vida de las comunidades cristianas en China. La parte vaticana aguarda la renovación del acuerdo; es probable que China también lo renueve, para utilizarlo como una herramienta contra los EEUU. Sigue pendiente la cuestión - para nada ideológica -de la libertad religiosa.
Roma (AsiaNews) – El próximo 21 de septiembre vence el Acuerdo Provisorio que el Vaticano y la República Popular de China firmaron dos años atrás. En aquél entonces había “optimistas” que exaltaban este acuerdo como algo “histórico” y aseguraban que habría una revolución copernicana en la vida de la Iglesia china. Todavía hoy, los “entusiastas del default – que, además de ser muy pocos son siempre los mismos - instan a renovar el acuerdo provisorio. Algunas personalidades vinculadas al Vaticano también han hecho sugerencias en este sentido. Sin embargo, hasta ahora, China no se ha expresado al respecto y aún así circula la hipótesis de que es casi segura la aprobacion y continuidad del acuerdo, aunque más no sea para incomodar a los Estados Unidos. En efecto, el Acuerdo Provisorio – que aborda la cuestión de los nuevos nombramientos de obispos chinos, un tema puramente eclesial y de libertad religiosa – en muchas partes es incoporado a la disputa que rige entre China y los EEUU. Los juicios sobre su valor dependen, por tanto, de la posición adoptada a priori respecto a quién debe ser la futura súper potencia que llegará a dominar el mundo.
Para evitar una mirada ideológica sobre el tema, AsiaNews difundió una encuesta entre obispos, sacerdotes y fieles laicos en China, solicitándoles que cuenten cómo ha cambiado la vida de sus comunidades y cómo han vivido la fe a partir de la firma del famoso Acuerdo.
Esperamos publicar estos testimonios a medida que vayan llegando a la redacción. Hoy presentamos los de dos laicos: Johh, de Shanghái; y María, del Norte de China. El primero habla de la indignación de ver la bandera china en los edificios cristianos, algo que se ha convertido en una obligación, tal y como sucede con la exposición del retrato del presidente Xi Jinping. El segundo testimonio enumera la serie de controles a los que deben someterse las comunidades, especialmente en la prohibición de impartir educación religiosa a los jóvenes menores de 18 años (lo cual atenta contra la Constitución china).
En ambos testimonios surge la dolorosa cuestión de la libertad religiosa en China. Desafortunadamente, entre los “entusiastas del default” y los diplomáticos, vaticanos inclusive, se habla poco de la libertad religiosa en China, quizás porque Trump lo ha convertido en un elemento de su campaña electoral. Sin embargo, la libertad religiosa, antes de ser un instrumento ideológico, es un capítulo importante de la Doctrina Social de la Iglesia. (B.C)
Yo solo soy un laico y por eso el Acuerdo sino-vaticano no me dice mucho, y mi fe tampoco ha cambiado a raíz de esto. Como es obvio, he escuchado varias noticias negativas por aquí y por allá. Pero en lo que a mí respecta, más allá de mi vida personal de fe, tuve un pequeño shock cuando vi por primera vez la bandera nacional izada en el exterior de la iglesia. No tiene nada de malo exhibir la bandera nacional. Pero para afirmar el eslogan “amar la patria, amar la Iglesia” [“Ai guo, ai jiao”, el eslogan de la Asociación Patriótica, del cual también se ha apropiado el Consejo de Obispos chinos reconocidos por el gobierno], ¿no sería mejor exponer también y en simultáneo la bandera de la fe, por ejemplo, la del Vaticano, o la de la parroquia? Cada tanto hago una peregrinación en el exterior, y veo que en algunas naciones, en las iglesias suele exhibirse la bandera nacional del país junto a la del Vaticano. Yo amo a mi país y amo a mi Iglesia. Creo que a futuro sería muy bello para mí poder ver la bandera nacional y la del Vaticano -o la de la parroquia - flameando juntas.
John, Shanghai
Hace algunos años, cuando removieron las cruces en Zhejiang, percibí que se estaba aproximando una crisis y que tarde o temprano este pedazo de tierra sería arrasado. A partir del 2018, las parroquias de la provincia de Henan comenzaron a vivir en un clima de angustia. Por las buenas o por las malas, su objetivo era someternos para que obedezcamos a sus palabras.
Hemos cedido y aceptado muchos compromisos, incluso acogiendo algunas peticiones difíciles, ideando resoluciones para luego continuar cediendo a otros compromisos, sin saber cuándo se superaría el límite que marca la fe.
Los muros externos de la parroquia están tapizados con las numerosas normas referidas a la cultura china y a la administración de la Iglesia; la bandera flamea en el campanario, junto a la cruz, como si quisiera reemplazar la luz de la cruz. Las iglesias recién abren sus puertas luego de la pandemia. [Los representantes del gobierno] ya han venido muchas veces los días domingos, so pretexto de efectuar controles por el Covid-19, y para poner más limitaciones: los menores de edad no pueden ingresar a la parroquia, los registros de los fieles que son admitidos en la iglesia no están completos; hay que dibujar líneas sobre el suelo, para marcar el distanciamiento; se deben colocar carteles para marcar el distanciamiento; etc. Todo esto, con la amenaza explícita y reiterada de clausurar el lugar.
En lo que respecta al Acuerdo, quiero creer que el Papa quiere luchar por nosotros, para garantizarnos un espacio un poco mayor. Pero todo esto no les impide querer controlar todo. No sé si la situación hubiera sido peor sin el Acuerdo. Quizás sí. Pero hay algo que es cierto: con el Acuerdo, la situación no ha mejorado. Nunca pensé que el Papa o que cualquier otra persona de la Iglesia podría comprender o hacerse cargo de todo lo que debemos soportar. Pero estoy segura de que con la oración de la Iglesia entera, Jesuscristo nos salvará.
María, Norte de China
17/12/2016 13:14
21/10/2020 14:14