28/09/2018, 13.27
VATICANO - CHINA
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El acuerdo China-Vaticano: un experimento para evaluar cómo sopla el viento

de Jean Charbonnier

Los medios chinos han dado escasa resonancia a la firma del acuerdo. Éste parece ser un primer punto marcado por Beijing, contra el Vaticano. La posición de los católicos subterráneos se encuentra debilitada. Está la sospecha de que la Iglesia se alinea con el más fuerte. Pero el objetivo del Papa Francisco está imbuido del Espíritu del Evangelio. ¿Qué será de los 30 o más obispos subterráneos? Y los sacerdotes subterráneos, ¿tendrán la libertad de no inscribirse en la Asociación Patriótica? La distribución de las nueve diócesis crea un mayor control sobre la vida de la Iglesia, y las condiciones de vida se vuelven aún más difíciles para los creyentes subterráneos.  A China no le conviene que el Vaticano rompa relaciones diplomáticas con Taiwán. Un artículo del misionero y sinólogo  Jean Charbonnier, de las Missions étrangères de Paris.

París (AsiaNews) – En relación al acuerdo entre China y la Santa Sede referido al nombramiento de obispos, en el día de ayer, la agencia Eglises d’Asie difundió un comentario de un sinólogo, el P. Jean Charbonnier, de las MEP, que ha estado viviendo durante un largo tiempo en el mundo chino. Por gentileza de EdA, a continuación publicamos su comentario (traducción de AsiaNews).

 

En lo que respecta a la modalidad del acuerdo, se impone hacer una primera observación. Este fue firmado en Beijing. A quien se debe todo honor. El representante del gobierno chino vinculado al ministerio de Asuntos Exteriores, por tradición, puede mostrarse más liberal en un momento en el cual la política interna refuerza su disciplina. El acuerdo no implica en absoluto un cambio en la brutal aplicación de la nueva ley sobre religiones, que rige desde el pasado mes de febrero.  Al mismo tiempo, el gobierno chino puede hacer valer su acuerdo oficial con Roma, para obligar a todos los católicos a ajustarse al marco “patriótico” de la política oficial del Partido. La posición de los subterráneos ha quedado debilitada. Sin embargo, el Cardenal Parolin proclama el acuerdo como si fuese una victoria, invitando al mundo entero a alegrarse por ello. Sin lugar a dudas, esta primera señal de entendimiento entre Roma y Beijing era esperada desde hace mucho tiempo. ¿Pero es realmente tan importante? Por su parte, los medios chinos han dado escasa resonancia a este tema.

 

¿Qué sabemos de este acuerdo?

Tres elementos han sido expresados de manera explícita:

1. Los siete obispos ilícitos nombrados sin la aprobación de Roma – entre ellos, los tres que fueron excomulgados – se reconcilian con la Santa Sede, después de haber pedido perdón de manera oficial. Eso es una victoria para el gobierno chino. Es una consolación para los obispos afectados. Para los católicos subterráneos, que no entienden semejante giro de la Santa Sede, se trata de un debilitamiento de la autoridad romana.  Desde el punto de vista de la psicología china, representa una pérdida de prestigio intolerable, además de propiciar el miedo de que haya mayores sanciones. Si se compara el diálogo entre el Vaticano y China con una partida de fútbol, se podría decir que el quipo blanco del Papa permite que los rojos de Beijing pateen primero la pelota, y hasta les deja marcar su primer gol.

2. El Papa acepta el proceso “democrático” chino para la elección de obispos. Los sacerdotes, religiosos y laicos de la Asociación Patriótica de la diócesis participan en las elecciones. Su candidato luego es presentado ante la Conferencia Episcopal china. El acuerdo estipula que el candidato electo debe ser presentado a la Santa Sede para la aprobación final del Papa. El Papa podrá ejercer el derecho al veto, si considera que el candidato no es adecuado.  Es una victoria para el Papa, siempre y cuando esta disposición se confirme en la práctica. Sin embargo, eso puede ser inmediatamente desmentido, siendo que la Santa Sede debe reconocer a siete obispos que fueron nombrados sin su consenso, e incluso, en algunos casos, aún pese a su rechazo explícito. Esta contradicción interna ya nos dice todo sobre la verdadera envergadura del acuerdo. El efecto del primer gol marcado por China debilita significativamente a la defensa blanca. Por supuesto que a los ojos de la Iglesia esto no es una lucha, sino un acto amistoso y respetuoso.    

3. La prefectura apostólica de Chengde, en la provincia de Hebei, fue elevada al rango de diócesis sufragánea del arzobispado de Beijing. ¿Acaso serán restablecidas las regiones eclesiásticas de 1946? El territorio de Chengde es más extenso. El acuerdo presenta este cambio como una voluntad del Papa. Sería una primera intervención del pontífice en el trazado de las diócesis de China por décadas… Es una victoria para Mons. Guo Jincai, uno de los obispos reconciliados, que acaba de construir una catedral prestigiosa y costosa. ¿Acaso hay un plan político en el nuevo prestigio ofrecido al obispo de Chengde? Chengde aloja el Palacio de verano de los emperadores chinos. Fue en ese mismo palacio donde, a principios del siglo XVII, el emperador Kangxi recibió al delegado de la Santa Sede, Mons. de Tournon. El emperador no comprendió lo que solicitaba el delegado. Halló fuera de lugar que “el emperador de la religión Jiaohuang” (traducción china de la palara “Papa”) se entrometiese en los asuntos de China. Poco después de esta audiencia, el obispo de Tournon dio a conocer oficialmente el decreto papal que prohibía a los cristianos chinos practicar el culto de los antepasados, por ser considerado una superstición. Según la norma confuciana, el ritual implicaba reconocer la absoluta obediencia al soberano. Mons. De Tournon fue inmediatamente exiliado en Macao, donde recibió la birreta cardenalicia de parte del Papa.  El honor que hoy se ha otorgado al obispo de Chengde podría ser interpretado como una venganza histórica de los reclamos romanos, que siempre han sido considerados como injerencias políticas que cuestionan el poder absoluto del Partido. Por otra parte, Roma especifica que el objetivo de este acuerdo es principalmente pastoral, y que desea promover la unidad entre todos los católicos en China.

Siendo que el Papa Francisco sostiene este acuerdo, que siempre fue deseado fuertemente por él, tenemos que pensar que el pontífice invita a la Iglesia a tener un acto de humildad frente a una China rica y poderosa. Su objetivo no es, por cierto, tratar de sellar un compromiso con los nuevos explotadores del pueblo chino. A menudo se le ha recriminado a la Iglesia el hecho de alinearse con el más fuerte. Este podría seguir siendo el caso de la política vaticana, que debe tomar en cuenta el rol que desempeña China en el mundo actual. Pero el objetivo del Papa Francisco está dentro del espíritu del Evangelio. Se trata de permitir a todos los católicos de China unirse entre sí, por el bien de su país, en un espíritu de servicio y de amor.   

 

Lo no-dicho del acuerdo

Los que se ha revelado del acuerdo no es más que la punta del iceberg. ¿Qué hay debajo del agua? Si se sigue la lógica de las medidas declaradas, podemos sacar la conclusión de que la Santa Sede reconoce la legitimidad de la Conferencia Episcopal China, visto que deberá tomar en consideración los candidatos al episcopado que ésta habrá de presentar. ¿Acaso debiera concluirse, por ende, que los casi 30 obispos subterráneos serán invitados a unirse a esta conferencia, que en los hechos, sigue estando controlada por Asociación Patriótica de católicos? ¿Es una participación positiva la de los laicos, en la gestión práctica de las diócesis y de las iglesias? ¿Se respeta la autoridad del obispo en materia religiosa?

Otro aspecto importante es el reconocimiento de la nueva diócesis de Chengde. En base a la versión pública del acuerdo, el creador de esta nueva diócesis es el Papa. ¿Es el inicio de una reflexión de la Santa Sede sobre la nueva división de las diócesis a nivel administrativo? Según el anuario pontificio, China cuenta con 144 diócesis, creadas por Roma. La nueva división administrativa de las diócesis, cuya implementación está bajo la guía de la Asociación Patriótica de  católicos, reduce el número de diócesis a 96. Teniendo en cuenta la evolución de China, esta reorganización parece bastante razonable. Pero lo cierto es que el hecho de que Roma mantuviese las antiguas diócesis permitía a los obispos subterráneos permanecer cerca de los obispos de las nuevas diócesis reconocidas. Los sacerdotes podían ponerse al servicio de la diócesis y del obispo que convenía más a ellos. Estas problemáticas, ¿fueron tratadas en el acuerdo?

Como es lógico, en general, la nueva distribución administrativa responde al desarrollo de nuevos centros administrativos y a la reducción del número de sacerdotes. Desde 1950, la mayor parte de las diócesis manejadas por obispos y misioneros extranjeros han visto reducir en dos tercios el número de curas. Los períodos de represión, hasta la Revolución Cultural de 1966-1976 redujeron aún más el número de sacerdotes chinos. A raíz de la nueva política de modernización emprendida por Deng Xiaoping en 1978, los sacerdotes chinos pudieron dejar los campos de trabajo forzado y las prisiones, y retomar su ministerio. Su primera preocupación fue enseñar el latín a algunos jóvenes, para garantizar la sucesión. Los seminarios se abrieron en 1982. Afortunadamente, las vocaciones fueron numerosas hasta fines del siglo XX. Pero en algunas diócesis sólo quedaron dos o tres sacerdotes. En la provincia de Hunan, se reagruparon siete diócesis para formar una sola: la de Changsha, capital de la provincia. El obispo de Changsha tiene una veintena de sacerdotes. Es probable que el acuerdo actual contenga una cláusula donde se prevea el reconocimiento del nuevo mapa de las diócesis de China. Ello significa un mayor control sobre la vida de la Iglesia y condiciones de vida incluso más difíciles para los fieles subterráneos.

 

Un experimento sobre la Ruta de la Seda

Sigue habiendo una cuestión crucial que, sin lugar a dudas, forma parte del acuerdo. El gobierno chino ha repetido incansablemente que un acuerdo con Roma sólo sería posible si el Vaticano primero interrumpía las relaciones diplomáticas con Taiwán. Algunos funcionarios vaticanos a menudo han sugerido a la Santa Sede que no habría dificultades en trasladar su representación desde Taipéi a Beijing. Para la Santa Sede, una ruptura con Taipéi sólo sería concebible si el gobierno de la República Popular solicitase reanudar las relaciones diplomáticas, cuya ruptura se produjo e m 1952, al ser expulsado el nuncio apostólico, Mons. Riberi, de una manera bastante desordenada. Las relaciones diplomáticas con China se habían establecido en el año 1942, y el nuncio residía en Nankín, que entonces era la capital de China, en aquella época bajo el gobierno nacionalista del Kuomintang. Mons. Riberi permaneció en Nankín bajo el gobierno popular, y no fue tras Chiang Kaishek a Taiwán, aguardando las nuevas disposiciones del gobierno. En 1952, el nuevo gobierno lo expulsó de Hong Kong de un modo vergonzoso, definiéndolo como un representante del imperialismo vaticano. Cincuenta años después, en el año 2000, el Vaticano fue una vez más blanco de tremendos insultos, por haber canonizado a 120 mártires chinos, de los cuales algunos, según parece, habrían seguido el juego del imperialismo francés.  

El recuerdo de las humillaciones padecidas por China en el Tratado de Versalles de 1919 sigue vivo en la mente de los dirigentes chinos. Ciertamente, el gobierno chino actual no está procurando relaciones diplomáticas con el Vaticano, si bien, pensándolo bien, esto podría estar dentro de la esfera de sus intereses. La China Popular podría contentarse con no pretender que el Vaticano rompa relaciones con Taiwán. La libertad de la Iglesia en Taiwán asegura un nexo concreto con los católicos del continente  y favorece la unión entre a isla y la madre patria. El servicio cultural y social de los católicos en Taiwán da testimonio del amor y del respeto de la Iglesia por el pueblo chino. Desde el Concilio Vaticano II, hace 60 años, la Iglesia de Taiwán ha trabajado con eficacia en sinizar la Iglesia, en producir una expresión de la fe, propia de la lengua y cultura chinas. No habiendo relaciones diplomáticas con Beijing, Taiwán aloja el único territorio chino donde la Iglesia puede testimoniar su amor por el pueblo chino con total plenitud. La ruptura con Taiwán sería un suicidio para la Iglesia china.

Cuando uno quiere sobrevolar un sitio turístico navegando sobre un globo, lo primero que debe hacer es enviar un pequeño “globo de prueba”, a modo de experimento, para verificar la dirección y la fuerza del  viento. Quizás sea esto lo que está sucediendo en Beijing. Esperamos que los pocos artículos del acuerdo sean dados a conocer públicamente, y que no desaten un tifón destructivo en la Iglesia, que postergaría el vuelo por otros decenios más. Esperamos que el globo de aire caliente finalmente se levante en el aire, para hacer un pacífico vuelo sobre toda la China, desde Guangzhou a Harbin, desde Taiwán a Kashgar, y que prosiga su vuelo recorriendo toda la Ruta de la Seda, desde Beijing hasta Roma. 

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