24/09/2018, 18.36
VATICANO – LETONIA
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El Papa en los Países bálticos: en Letonia, nos dicen que discriminemos, pero elegimos la fraternidad

Al celebrar la misa en el santuario de la Madre de Dios, en Aglona, Francisco invita a la acogida, “en estos tiempos, en los que parece estar regresando una mentalidad que nos invita a desconfiar de los demás, que con estadísticas pretende demostrar que estaríamos mejor, tendríamos mayor prosperidad, habría más seguridad si estuviésemos solos”. 

Riga (AsiaNews) – “Apostar de nuevo por el hermano, por la fraternidad universal”, sobre todo hoy, “en tiempos en los cuales parece estar regresando una mentalidad que nos invita a desconfiar de los demás, que con estadísticas nos quiere demostrar que estaríamos mejor, tendríamos mayor prosperidad, que habría más seguridad, si estuviésemos solos”. Acoger “sin discriminaciones”, es la invitación que hizo el Papa Francisco esta tarde, desde Letonia, país del cual esta mañana elogió en más de una oportunidad, su capacidad de convivir, al celebrar la misa delante del santuario de la Madre de Dios, en Aglona.

Bajo un cielo que por momentos dejaba caer la lluvia, se congregaron decenas de miles de fieles (en la foto). Jóvenes en sus trajes tradicionales y cantos melancólicos de esta tierra que todavía no ha podido olvidar décadas de opresión.  Volvió a hablar de ello el Papa - al recordar a Mons.  Boleslavs Sloskans, un obispo letonio allí sepultado, que fue arrestado tanto por la Gestapo como por las autoridades soviéticas, en varias oportunidades – pero fue para subrayar su invitación: “no dejen que la venganza o la exasperación se abran camino en sus corazones”.

“María y los discípulos de esta tierra nos invitan a acoger” fue la clave de la homilía de Francisco. “María se muestra, en primerísimo lugar, así: junto a los que sufren, con aquellos de los cuales el mundo entero huye, acompañando también a los que están procesados, los que son condenados por todos, deportados. Aquellos que no solamente son oprimidos o explotados, sino que directamente se encuentran ‘fuera del sistema’, están marginados de la sociedad. (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 53). Con ellos, está la Madre, clavada sobre la cruz de la incomprensión y del sufrimiento”.

“María nos muestra, asimismo, un modo de estar junto a estas realidades; no se trata de hacer un paseo o una breve visita, y mucho menos un ‘turismo solidario’. Es necesario que los que padecen una realidad dolorosa nos sientan al lado suyo y de su parte, de una manera firme, estable; todos los descartados de la sociedad pueden hacer la experiencia de esta Madre delicadamente cercana, porque en quien sufre permanecen las llagas abiertas del su Hijo Jesús. Ella aprendió esto estando a los pies de la cruz. A nosotros se nos llama, también, a ‘tocar’ el sufrimiento de los demás. Vayamos al encuentro de nuestra gente, para consolarla y acompañarla; no tengamos miedo de sentir la fuerza de la ternura y de implicarnos y complicarnos la vida por los demás (cfr. ibíd., 270)”.

Y si es cierto que “a veces, cuando nos hemos abierto a los demás, esto nos ha hecho mucho daño” y que “en nuestras realidades políticas, la historia del enfrentamiento entre pueblos aún sigue siendo dolorosamente reciente”, “María se muestra como una mujer abierta al perdón, a poner a un lado rencores y desconfianzas”.

“La armonía cuesta siempre cuando somos diversos, cuando los años, las historias y las circunstancias nos colocan en modos de sentir, pensar y hacer que a primera vista parecen ser opuestos. Cuando escuchamos con fe el mandamiento de acoger y de ser acogidos, es posible construir la unidad en la diversidad, porque no nos frenan ni dividen las diferencias, sino que somos capaces de mirar más allá de ello, de ver a los demás en su dignidad más profunda, como hijos de un mismo Padre (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228)”.

“En esta, y en cada Eucaristía, hagamos memoria de aquél día. A los pies de la cruz, María nos recuerda a alegría de haber sido reconocidos como hijos suyos, y su Hijo Jesús nos invita a recibirla en casa, a ponerla en el centro de nuestra vida. Ella quiere regalarnos su coraje, para estar firmemente de pie; su humildad, que le permite adaptarse a las coordenadas de cada momento de la historia; y alza su voz para que, en este santuario suyo, todos nos comprometamos a acogernos sin discriminaciones, y que todos en Letonia sepan que estamos dispuestos a privilegiar a los más pobres, a levantar a cuantos se hayan caído, y a acoger a los demás, como sea que lleguen y como sea que se presenten delante de nosotros”.

Al término del rito, el Papa ofreció a la imagen de la Virgen, una corona del Rosario, y luego se dirigió al helipuerto de Aglona para tomar el helicóptero de regreso a Vilna, Lituania.  

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