23/09/2018, 17.51
VATICANO-LITUANIA
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El Papa en los Países Bálticos: cerca del tabernáculo, del Señor y de la gente

El Papa Francisco se reunió con sacerdotes, seminaristas y consagrados en la catedral de Kaunas. “Gemir” por la sed de Dios y escuchar el gemido de los hombres. La “tristeza” en la vocación es una “enfermedad” que nos termina convirtiendo en “solterones y solteronas”, sin fecundidad. Ser padres y madres de misericordia. “Si ustedes hacen así, de viejos, tendrán una sonrisa bellísima y de ojos brillantes”. 

Kaunas (AsiaNews) – Estar cerca del Señor, con la adoración frente al tabernáculo y en la oración, y estar cerca de la gente, para que el sacerdote y las personas consagradas no estén llenas de “tristeza” y tampoco sean “funcionarios” ni un “clero de Estado”; y que las hermanas no se pongan a “parlotear”, sino que sean “íconos de la Mamá Iglesia y de la Mamá María”. Son algunos de los consejos que ofreció el Papa Francisco, de manera espontánea, al dirigirse esta tarde a los sacerdotes, consagrados, consagradas y seminaristas reunidos en la catedral de Kaunas. Él los exhortó a tener “entrañas de misericordia”, precisamente en Lituania, “esta tierra donde Jesús se reveló como Jesús misericordioso”, donde por largo tiempo vivió Santa Faustina Kowalska, la iniciadora de la devoción a Jesús misericordioso.

El pontífice leyó el discurso preparado casi en su totalidad. En el mismo, se subraya la importancia del “gemido”, de “un diálogo cotidiano con el Señor a través de la oración y la adoración”, unido a una escucha del “gemido”, que “también brota de la contemplación del mundo de los hombres”.

“Quizás – dijo – la sociedad del bienestar nos tiene demasiado repletos, llenos de servicios y de bienes, y terminamos “empachados” de todo y llenos de nada; quizás nos tiene aturdidos o dispersos, pero no plenos. Somos nosotros, hombres y mujeres de especial consagración, los que nunca nos podemos permitir perder ese gemido, esa inquietud del corazón que sólo encuentra descanso en el Señor”.

El Papa luego a exhortó a los curas ancianos, que han vivido la persecución, y a los curas jóvenes, más débiles en apariencia, a comunicarse entre ellos para madurar “en la constancia”.

“Y vosotros, los más jóvenes, cuando ante pequeñas frustraciones que os desalientan tendéis a encerraros en vosotros mismos, a recurrir a estilos y diversiones que no están acordes con vuestra consagración, buscad vuestras raíces y mirad el camino recorrido por los mayores”.

Luego, hablando espontáneamente con traducción simultánea, dijo: “Veo que hay jóvenes aquí”. Y luego de repetir la frase anterior, agregó: “Repito [y volvió a decir la frase anterior]… Es mejor que tomen otro camino, antes que vivir en la mediocridad. Estos es para los jóvenes. Aún están a tiempo, y la puerta está abierta”.

Siempre improvisando, de manera espontánea, habló de “sacerdotes y consagrados tristes”, afectados por algo así como una “enfermedad”, porque “no están enamorados del Señor”. “Cuando ustedes se encuentren tristes –continuó- deténganse y busquen un cura sabio y una hermana sabia. Pero [que sea] sabia, no por haberse graduado en la universidad. [Que sea] sabia o sabio, porque ha sido capaz de seguir adelante en el amor. Vayan a pedirle consejo. Cuando empiece esa tristeza, podemos profetizar que si no es curada a tiempo, los convertirá en solterones y solteronas, hombres y mujeres que no son fecundos. Esta tristeza la siembra el diablo”.

Continuando con su discurso espontáneo, el Papa exhortó a los presentes a no vivir como “funcionarios” y  “especuladores”: “Seguir a Jesús no es hacer vida de funcionario o de funcionaria: es la vida del amor del Señor y del celo apostólico de la gente. Les hago una caricatura de esto. ¿Qué hace un cura funcionario? Tiene un horario: abre la oficina, hace el trabajo, cierra la oficina, y la gente está afuera, no se acerca.

Queridos hermanos y hermanas: si no quieren ser funcionarios, les diré una palabra: cercanía, proximidad, cercanía al tabernáculo, cerca de tu Señor y cerca de la gente.  Pero padre, ¡la gente no viene! ¡Pero entonces ve a buscarla! ¡Pero los jóvenes de hoy en día no vienen! Pues entonces inventa algo para ayudarlos. El Señor quiere que seamos pastores de pueblo, y no clérigos de Estado”. Francisco luego pidió a los sacerdotes que sean signo de Jesús misericordioso, sobre todo en el confesionario.

Dirigiéndose luego a las religiosas, les dijo: “Muchas veces se ven hermanas listas, que parlotean, parlotean. Pero pregúntale a la que está allí, allá, última [señala a una de las consagradas, que fue víctima de la persecución comunista] si en la cárcel tenía tiempo de parlotear. Por favor, sean madres, porque ustedes son íconos de la Iglesia y de la Virgen. Y cada persona que las ve a ustedes, ve a la mamá Iglesia y a la mamá María. Y la Mamá Iglesia no es una solterona. La mamá Iglesia no parlotea: ama, sirve, hace crecer”.

Y casi sintetizando todo lo dicho, concluyó: “Cercanía al tabernáculo, a la oración, y a los demás. Servicio sacerdotal y vida consagrada, pero no como funcionarios, sino como padres y madres de misericordia. Y si ustedes hacen así, cuando sean viejos, tendrán una sonrisa  bellísima y ojos brillantes, porque tendrán un alma de misericordia, de ternura, de amor, de paternidad y maternidad. Y recen por este pobre obispo”.  

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