07/07/2024, 17.39
VATICANO
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El Papa en Trieste en la Semana Social: "La democracia no es una caja vacía"

de Daniele Frison

En Trieste, ciudad fronteriza y encrucijada de pueblos, el Pontífice concluyó la 50ª Semana Social de los Católicos en Italia. El encuentro con los delegados de todo el país y, a continuación, la celebración y el Ángelus en Piazza Unità. "La participación debe ser formada, como sentido crítico respecto a las tentaciones ideológicas y populistas".

Trieste (AsiaNews) - Domingo por la mañana en Trieste con la respiración contenida. Hoy el despertar de la capital del Friuli es lento. Las calles no tienen prisa por llenarse de gente, algunos escaparates se limpian distraídamente. Es, sin embargo, un día histórico: el de la visita del Papa Francisco para culminar la 50ª Semana Social de los Católicos en Italia, que comenzó el miércoles con el discurso del Presidente italiano Sergio Mattarella. Al acercarse a la "Piazza Unità" se ven las huellas de lo que han sido estas jornadas dedicadas al tema "En el corazón de la democracia": los gráficos con el corazón elegido como logotipo, algunas insignias para el cuello recogidas en el punto de información hace cuatro días; las "plazas de la democracia" -Ponterosso, Verdi, Hortis- aún equipadas, los stands que acogieron las "buenas prácticas" de más de un centenar de realidades de toda Italia. Todas las calles parecen desiertas.

Es hacia el mar, que alberga ese puerto que da a la ciudad la "vocación de reunir a pueblos diferentes", en palabras del Santo Padre, donde se nota un enjambre especial. La policía y los petos blancos de los voluntarios sugieren un despliegue reservado a las grandes ocasiones, custodiando la plaza más grande, Unità d'Italia. Se prohíbe la circulación y el tráfico cambia para garantizar la seguridad. Son las 9 de la mañana, se distribuyen botellas de agua y sombreros para hacer frente al sol mientras los delegados, protagonistas de los trabajos de la Semana Social, procedentes de las diócesis repartidas por toda Italia, toman asiento tras reunirse con el Pontífice en el Centro de Convenciones Generales a las 8 de la mañana, en el que ha sido su primer compromiso del día. El Papa Francisco, que aterrizó a las 7.54 horas, fue recibido por las autoridades, entre ellas el Card. Matteo Maria Zuppi, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y monseñor Enrico Trevisi, obispo de Trieste. Siguió un breve encuentro con algunos representantes ecuménicos y académicos, con un grupo de inmigrantes y personas con discapacidad, y con ocho niños trasladados a Trieste desde Gaza en un puente aéreo humanitario. A continuación, traslado a la Piazza Unità para la celebración de las 10.30 horas, con la presencia de más de 8.000 fieles.

En Italia, las Semanas Sociales de los Católicos tienen su origen en 1907, cuando se celebró la primera en la ciudad de Pistoia, por iniciativa del Beato Giuseppe Toniolo. Su organización sigue un ciclo plurianual. La última edición la acogió Taranto en 2021, con el tema "El planeta que esperamos", cuyas reflexiones estuvieron dedicadas a la ecología, impulsadas por la encíclica "Laudato Si". Se trata de una iniciativa que representa una modalidad de la relación entre la Iglesia italiana y las cuestiones sociales. Así, de vez en cuando, las Semanas Sociales han interpelado a los movimientos cristianos a lo largo de la historia sobre cómo traducir el mensaje social de la Iglesia a la actualidad. La edición que hoy termina estaba dedicada a la democracia, un tema de gran actualidad si pensamos en el preocupante abstencionismo que ha caracterizado las últimas elecciones europeas. Y la elección de Trieste no ha sido casual. "Se encuentra en la encrucijada entre Italia, Europa central y los Balcanes", recordó Bergoglio en el Ángelus recitado al final de la misa. Es una ciudad fronteriza, cuya comunidad eclesial y civil está llamada a afrontar el desafío "de saber conjugar apertura y estabilidad, acogida e identidad", a partir del encuentro con las personas procedentes de la ruta de los Balcanes.

En el discurso que el Papa Francisco leyó ante los delegados reunidos en el Centro de Congresos, partiendo del corazón compuesto por diferentes individuos, símbolo de la 50ª edición, se compartieron dos reflexiones. La primera se refiere a la democracia como "corazón herido". "Cada vez que se margina a alguien, todo el cuerpo social sufre. La cultura del descarte dibuja una ciudad donde no hay lugar [para los vulnerables]", dijo el Santo Padre. En esta perspectiva, "el poder se vuelve autorreferencial, incapaz de escuchar y servir a las personas". Así, la democracia no es sólo el voto del pueblo, sino también la participación, que "no se improvisa: se aprende de niño, de joven, y debe ser entrenada, incluido el sentido crítico respecto a las tentaciones ideológicas y populistas". Y de nuevo: "La democracia exige siempre el paso del partidismo a la participación, de la aclamación al diálogo". La segunda reflexión consiste en un "estímulo a la participación", para que la democracia sea un "corazón restaurado". "En la vida social es muy necesario sanar los corazones. Y para ello es necesario ejercitar la creatividad", dijo el Pontífice. "La democracia no es una caja vacía, sino que está unida a los valores de la persona, de la fraternidad y también de la ecología integral", dijo. En la llamada a la fraternidad resonó el eco de la última carta encíclica de Francisco, 'Hermanos todos', publicada en octubre de 2020.

Entonces, se dirigía una invitación a los católicos: " Tengan la valentía de hacer propuestas de justicia y de paz en el debate público". Cuidando de no defender privilegios. Sobre el trabajo político, el Santo Padre dijo que no se trata de 'ocupar espacios' sino de 'iniciar procesos'. A esto siguió el consejo de no ser "equilibristas del presente", sino "profetas y constructores del futuro". Este último es también el papel de la Iglesia. Sobre la paz, sobre la que se ha reflexionado mucho en esta edición de las Semanas Sociales, Francisco volvió durante el Ángelus. "Desde esta ciudad renovamos nuestro compromiso de rezar y trabajar por la paz: por la martirizada Ucrania, por Palestina e Israel, por Sudán, Myanmar y todos los pueblos que sufren la guerra", fueron las palabras pronunciadas. Por último, el Pontífice invocó "la intercesión de la Virgen María, venerada en el Monte Grisa como Madre y Reina". Desde la Piazza Unità, dando la espalda al altar dispuesto para la ocasión, y mirando hacia el norte, he aquí el santuario mariano, testigo inquebrantable de las palabras de hoy.

 

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