21/08/2017, 12.42
FILIPINAS
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El Card. Tagle contra la guerra a la droga emprendida por Duterte: “Basta de eliminar vidas humanas”

de Santosh Digal

En menos de 4 días, la policía mató a 32 personas, presuntos despachadores en Bucalan y a otros 49 en Manila. El Card. Luis Tagle, arzobispo de Manila, invita al diálogo: “El problema de la droga no puede ser reducido a un problema político y penal. Esta es una cuestión humanitaria que nos golpea a todos nosotros”. “Recuerden las palabras que Dios dijo a Caín, el cual había matado a su hermano Abel: ‘La voz de la sangre de tu hermano grita a mí desde el suelo’ (Gen 4:10)”  

Manila (AsiaNews)- El Card. Luis Tagle, arzobispo de Manila, invita a los católicos de su diócesis a reflexionar, rezar y obrar ante  la intensificación de la guerra contra las drogas ilegales conducida por el gobierno filipino.

En una carta pastoral, leída ayer en todas las misas, él declara: “Entre el 12 y 17 de agosto he participado en el encuentro de Caritas América Latina que se realizó en El Salvador, un país en el cual muchas personas han perdido la vida en una guerra civil. Todavía hoy se combate contra grupos armados. En El Salvador escuché noticias sobre el incremento de los homicidios en nuestro país, a causa de una guerra intensa contra las drogas ilegales. Os invito a reflexionar, rezar y obrar”.

Las semanas pasadas se convirtieron en una piedra fundamental en la lucha contra las drogas guiada por el presidente Duterte. En menos de 4 días, a partir del 15 de agosto, las escuadras anti-droga de la policía mató a 32 presuntos despachadores de drogas en Bulacan y otras 49 en el área metropolitana de Manila, un total de 81 personas.

El Card. Tagle, presidente de Caritas Internationalis, afirma: “La amenaza de las drogas ilegales es real y destructiva. Debemos enfrentarla y obrar juntos, como un pueblo. Lamentablemente, ella nos ha dividido. Dada la complejidad de las problemáticas, ningún individuo, grupo o institución puede afirmar tener la única respuesta justa. Nos necesitamos unos a otros. No podemos ignorarnos. Invitamos a las familias, a las agencias del gobierno, a las administraciones locales, las organizaciones populares, a las escuelas, a las comunidades de fe, a la profesión médica, a la policía y a las fuerzas armadas, que se ocupan de los tóxico-dependientes a reunirse, escuchar y marcar un recorrido común. El problema de la droga no debe ser reducido a un problema político social o penal. Este es una cuestión humanitaria que nos afecta a todos. La arquidiócesis de Manila estaría dispuesta a hospedar un diálogo multisectorial de este tipo”.

“Para entender mejor la situación, no se necesita basarse sólo en las estadísticas sino también en las historias humanas. Las familias con miembros que fueron destruidos por la dependencia deben contar sus historias. Las familias con miembros que fueron asesinados en la guerra a la droga, en particular aquellas inocentes, deben ser autorizadas a narrar sus historias. Los tóxico-dependientes que se curaron deben contar sus historias de esperanza. Dejen que sus historias sean narradas, que sean revelados sus rostros humanos”, reafirma el purpurado.

“Llamamos a las conciencias de aquellos que producen y venden las drogas ilegales para formar esta actividad- el pedido del Crd. Tagle- Llamamos a las conciencias de aquellos que matan hasta los impotentes, en particular a aquellos que esconden su rostro, para interrumpir este desgaste de vidas humanas. Recuerden las palabras que Dios dijo a Caín, el cual había matado a su hermano Abel: “¡La voz de la sangre de tu hermano me grita desde el suelo! (Gen 4:10). Vosotros que tenéis el corazón afligido y la conciencia despierta, vayan a vuestros pastores a narrar vuestras historias. Las documentaremos para toda la sociedad. Invito a todas las parroquias de la arquidiócesis de Manila a celebrar los 9 días del 21 de agosto (memoria de San Pío X) al 29 de agosto (la decapitación de San Juan Bautista) como tiempo para ofrecer oraciones durante todas las misas para el descanso de aquellos que murieron en esta guerra: por la fuerza de sus familias; por la perseverancia de aquellos que se curan de la dependencia; por la conversión de los asesinos”.

El arzobispo de Manila invita a todos a vencer el mal con el bien (Rom 12:21) y salvar la vida de las personas más vulnerables a la tóxico-dependencia: los jóvenes, los pobres y los desocupados. Las palabras de solidaridad sin lágrimas y actos de compasión son poco costosas. Él exhorta a todos los sacerdotes y católicos a renovar el compromiso para el programa parroquial de rehabilitación de la droga de la arquidiócesis de manila, llamado “Santakbay” y en colaboración con el gobierno local y la policía. Sanlakbay es un programa de rehabilitación basado en la comunidad parroquial que alienta a los tóxico-dependientes a rendirse, enfrentar la rehabilitación y darse otra posibilidad para iniciar una vida nueva.

Después de haber ganado la presidencia en julio del año pasado, el presidente Duterte lanzó una guerra a los narcóticos ilegales sin precedentes, con la promesa de matar a decenas de miles de criminales. La Iglesia católica está entre las pocas voces que denuncian las muertes, a despecho de los sondeos que revelan la difundida popularidad del presidente filipino. En respuesta a las críticas sobre las muertes extrajudiciales, Duterte varias veces lanzó duros ataques a obispos y sacerdotes.

Durante los 14 meses de administración, unos 8 mil sospechosos consumidores o despachadores de droga han perdido la vida durante las operaciones de las fuerzas de seguridad. La policía confirmó el asesinato de más de 3.500 personas, insistiendo sobre el hecho de haber obrado en legítima defensa. Más de otras 2 mil personas fueron asesinadas en crímenes de droga y otros miles asesinados en circunstancias inexplicables, según los datos de la policía. Esta semana, los números han visto un aumento imprevisto. Duterte elogió a los oficiales que han causado 32 víctimas en Bulacan y los exhortó a matar más. Después de las declaraciones del presidente, al menos 44 personas fueron asesinadas en varias ciudades. Entre ellos un joven de 17 años, cuya muerte el pasado 17 de agosto, desencadenó rabia e indignación en toda la nación.

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