Dusambé, 2.000 mezquitas convertidas en salas de té y centros culturales
No estaban autorizadas por el gobierno. Las autoridades escriben los sermones de los imanes, que deben renovar periódicamente los documentos. Se busca combatir las influencias externas y el fundamentalismo. Experto: el control arriesga favorecer el fundamentalismo.
Dusambé (AsiaNews/Agencias) – Salas de té, peluquerías, centros culturales, clínicas médicas y asilos: éstos son algunos de los destinos para los que fueron transformadas cerca de 2.000 mezquitas tayikas en el 2017.
Según el Comité de asuntos religiosos, los lugares de culto eran “ilegales”, puesto que carecían de autorización oficial. “Hemos dado a los propietarios de las mezquitas un tiempo para entregar los documentos [para su registro], pero ellos no los han presentado, de modo que los lugares fueron confiscados por el gobierno y su fin ha sido reorientado para adaptarse a estructuras de uso social”, declaró Husein Shokirov, jefe del comité, durante una conferencia de prensa llevada a cabo hace dos días.
En Tayikistán, hay 3.900 mezquitas “autorizadas”, de las cuales 370, debido a sus dimensiones, son conocidas como “mezquitas catedrales”.
Cada año, cientos de lugares de culto islámicos que no están registrados se ven forzados a cerrar sus puertas. Sólo considerando el mes pasado, otras 100 mezquitas fueron clausuradas en el norte del país.
Según la ley tayika, la responsabilidad de la construcción de las mezquitas está en manos del público, pero el control de todo cuanto se desarrolla puertas adentro compete al gobierno. Los imanes deben renovar la documentación de manera periódica para poder desarrollar sus actividades, los sermones son preparados por las autoridades y las mezquitas son sometidas a un sistema de cámaras de vigilancia. Quien no coopera con el gobierno es expulsado.
Desde 2014, los imanes reciben salarios estatales como funcionarios civiles por una suma de 800 somonis tayikos mensuales (cerca de 73 euros). Desde hace un mes, los estudiosos islámicos son obligados a declarar sus fuentes de ingresos. En cambio, es del pasado mes de noviembre la ley que expulsa a los imanes que se hayan adoctrinado en el exterior: una norma muy restrictiva, si se tiene en cuenta que sólo hay una academia islámica, pequeña, en todo el Tayikistán.
En la ex república soviética, el 90% de la población, que suma 8,3 millones de ciudadanos, es musulmán, en su mayor parte, de la escuela moderada hanafita. En el país, el control sobre la vida religiosa se ha intensificado luego de difundirse la noticia de la adhesión de muchos ciudadanos a grupos islamistas en Siria e Irak: está prohibido el uso del velo en las escuelas, los menores de edad no pueden ingresar a las mezquitas, y varios estudiantes de escuelas islámicas extranjeras se han visto obligados a regresar a casa. La represión del islam por parte de las autoridades tayikas se explica teniendo en cuenta la guerra civil de los años ’90, en la cual el partido islámico protagonizó episodios de violencia.
Según Paul Globe, experto en cuestiones religiosas y étnicas de la Jamestown Foundation, la campaña contra el extremismo islámico en el país podría darse vuelta contra las autoridades, y producir el efecto contrario al deseado, empujando a los imanes y fieles a moverse hacia las sombras, quedando expuestos a infiltraciones yihadistas del Afganistán, dada la presencia de islamistas afganos de etnia tayika.
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