02/11/2015, 00.00
IRAK – VATICANO
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Del Sínodo caldeo surge un renovado compromiso por la unidad, el perdón y la reconciliación

En la declaración final el Patriarca Sako y los obispos relanzan el valor y la presencia de los cristianos en las zonas de conflicto. La Liga caldea, instrumento para la participación de los fieles en la vida política y social. La importancia del apoyo “material y moral” a los prófugos. Un próximo Sínodo dedicado a los ritos y a las celebraciones litúrgicas.

Roma (AsiaNews)- Reconciliación y perdón, unidad y cohesión, una mejor formación de los sacerdotes y una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia; y también, un apoyo a la Liga caldea, como vía privilegiada para garantizar la participación de los cristianos en la vida política del país, si bien sin transformarse en un partido. Son éstos algunos de los muchos puntos que emergen del comunicado oficial y final, publicado en el sitio del Patriarcado caldeo, como conclusión del Sínodo de la Iglesia iraquí y de la diáspora, que se realizó en Roma del 24 al 29 de octubre pasado. Guiada por el Patriarca Louis Raphaël I Sako, la asamblea vio reunidos a 21 obispos provenientes de Irak y de los países de la diáspora, y afrontó también algunos elementos que se refieren a las celebraciones litúrgicas y a los ritos, si bien la mayor parte de los temas serán tratados en el futuro en otro Sínodo dedicado a ésto.

La Iglesia caldea vive un momento de dificultad, aumentado por la guerra que martiriza a Siria e Irak, tierra en la cual vive la mayor parte de los fieles; la violencia y los conflictos han favorecido la huida al extranjero, un éxodo bíblico que hizo disminuir la población cristiana de la región a la mitad. A esto, se suman las tensiones pasadas entre el Patriarca y algunos sacerdotes (y monjes) de la diáspora, que han dejado Irak sin el permiso del obispo o de sus superiores.

El Sínodo de la Iglesia caldea estaba programado originalmente para el 22 de septiembre en Ankawa, distrito cristiano de Erbil, en el Kurdistán iraquí. La Asamblea fue postergada luego en un segundo momento a Roma, a fines de octubre, para favorecer el viaje de los obispos provenientes de Canadá, EEUU y Australia. Entre los temas centrales del trabajo están la comunión y la unidad entre las diócesis, tanto dentro como fuera de Irak. Además, el drama de las decenas de miles de familias que escaparon de sus casas en Mosul y en la planicie de Nínive, frente al avance de las milicias del Estado islámico (EI). El objetivo de Mar Sako era el de dar esperanza a los cristianos y musulmanes, gracias a una presencia fuerte y dinámica de la Iglesia caldea, que sepa también renovarse en la liturgia.

Al concluir el trabajo, los participantes del Sínodo difundieron una declaración final en la cual recuerdan, en su introducción, el “deterioro” de la seguridad tanto en Irak como en todo Medio Oriente, y en particular en Siria. Fundamental, en este sentido, es la obra de ayuda “material y moralmente” a los prófugos y a los migrantes, obligados a abandonar sus propias viviendas debido a la violencia y a los ataques (en particular el éxodo de Mosul y de la planicie de Nínive con la llegada del Estado islámico). En este contexto, el Patriarca Sako elogió la obra de los obispos y sacerdotes en su trabajo de sensibilizar a la opinión pública sobre la tragedia, y quiso agradecer a cuantos “han dado hasta ahora una ayuda”.

Relanzando los principios de unidad, reconciliación y perdón, los padres sinodales también han establecido que, para el futuro que no se verifiquen más casos de sacerdotes y monjes acogidos en otras diócesis, a menudo de la diáspora, sin el consentimiento del obispo de pertenencia, como fuera ya decidido en el Sínodo del año 2013. El Patriarca y los obispos han establecido un comité “ad hoc” para la asignación de becas de estudio, alentando al mismo tiempo el descanso del día sábado para profundizar los estudios y la oración, además de continuar con otras actividades como el estudio de una lengua extranjera.

El Sínodo, asmismo, auspició un refuerzo de la presencia de los laicos en la vida de la Iglesia caldea y subrayó el principio de la “transparencia financiera” en la gestión de cada diócesis; y dio un mandato para disponer de “un sistema uniforme” para todas las diócesis caldeas en el mundo, bajo la guía de los obispos Srahad Jammu y Michel Qasarji. Además, los padres sinodales piden que no se publiquen artículos y textos que “crean confusión”, pero, que em cambio, sean promovidos los textos que “trabajan en la difusión de la fe y de la conciencia moral”. Al final, Mar Sako y los obispos desearon un renovado apoyo a la Liga caldea, instrumento de acción política y social (sin ser un partido político) de los cristianos en sus tierras de origen y la reintroducción de la unción con el olio sagrado”.

 

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