02/06/2020, 14.12
ITALIA-CHINA
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Dalù, el recuerdo de la masacre de Tiananmen acogido en Italia

de Luca Antonietti

Dalù es un periodista de radio. En 1995 se atrevió a recordar el aniversario de la masacre de estudiantes y operarios en la plaza Tiananmen. Desde entonces, fue marginado por la sociedad. En el 2010 se convirtió al catolicismo. Para huir de la persecución social y religiosa viajó a Italia, donde se le confirió el estatus de refugiado político.  

Ancona (AsiaNews) - En China, habló sobre la masacre de Tiananmen de manera pública, en la radio; hoy, ha obtenido el estatus de refugiado en Italia. En los últimos meses me he abocado, en mi rol de letrado, al reconocimiento de la protección internacional para Dalù, un nombre genérico al que recurrimos para que el régimen no se vengue de sus familiares, que han quedado en China. 

Graduado en Beijing en los años ‘80, Dalù conducía un programa de radio los domingos por la mañana, en Shanghái. Un domingo de junio de 1995 tuvo el coraje de hablar de lo sucedido seis años antes, en la plaza Tiananmen. 

En la noche del 3 al 4 de junio de 1989, el ejército chino (“para la liberación del pueblo”) arrasó con todo a su paso y “limpió” la plaza Tiananmen, en Beijing, donde miles de estudiantes estaban realizando un acampe en reclamo de la democracia y contra la corrupción. El movimiento de estudiantes y operarios se había iniciado en abril de 1989, con el funeral del reformista Hu Yaobang. Luego de ser expulsado del Partido, él creció hasta reunir a cuando menos un millón de personas solamente en Beijing. Reuniones similares se desplegaban en otras ciudades como ,Guangzhou, Shanghai, Chengdu…

Según los cálculos de organismos independientes, en la noche de la masacre murieron entre 300 y 2000 personas, arrolladas por los tanque de guerra o bajo los disparos de los fusiles, mientras huían. El Partido siempre rotuló a los estudiantes y operarios del movimiento como “contrarrevolucionarios” y desde hace 30 años que prohíbe conmemorar los hechos. 

La voz de Dalù causó estruendo y cruzó la frontera: la prensa internacional trató el caso y el programa radiofónico fue inmediatamente suspendido y levantado de programación. Dalù fue despedido en el acto, luego de obligarlo a excusarse. Le dijeron que debía agradecer al Partido por haberle perdonado la vida. El reportero fue condenado al olvido en su propia patria, con un apercebimiento en su expediente personal que lo convierte en un paria de la sociedad. Para él, no hay ningún empleo disponible. 

La situación empeoró con su bautismo en la Iglesia católica, en el 2010. En la China de Xi, al control constante de la actividad religiosa se sumaron las intimidaciones recibidas por Dalù, que pueden ser una amenaza para su vida.

Aún hoy, en los blogs chinos  – que son, necesariamente, anónimos - su gesto es recordado como uno de los más significativos del siglo XX en China.

En septiembre del 2019, Dalù logra huir y llega a la tierra natal del jesuita Matteo Ricci. Tras pasar varios días rezando en el Vaticano, notan su presencia en una iglesia, en la aldea de un pequeño pueblo de montaña en la región de las Marcas, donde se mimetizaba entre las pocas ancianas presentes en la celebración. En verdad, su deseo era pedir protección internacional y residir en un lugar ideal donde poder recuperarse y hallar la concentración para terminar de escribir su libro, ya que - como siempre recuerda - “jamás hay que avergonzarse de contar la verdad”. Un amigo del lugar enseguida me contó el caso, lleno de curiosidad por la presencia de un chino en el pueblo.

Decidí que no solo le brindaría asistencia legal, sino también hospitalidad. Se volvió uno de la familia. Dalù se reencontró con su dignidad perdida y con el recuerdo de su padre – un hombre que fue apaleado frente a la mirada de sus hijos, durante la Revolución Cultural –  se reavivó en la amistad con mi padre. 

La aplicación de la Convención de Ginebra jamás fue puesta en tela de juicio en el caso de Dalù. Gracias a la experiencia profesional que obtuve en Shanghái, pude desarrollar un importante trabajo de documentación y reconstrucción de pruebas para dar cuenta de las persecuciones sufridas. Todo ello permitió que Dalù obtuviera el estatus de refugiado en Italia, sin ningún tipo de apelación ante la justicia. 

En el imaginario colectivo, el protagonista de Tiananmen sigue siendo el hombre que detiene el avance de un tanque de guerra. Para Time, aquél revoltoso desconocido figura entre “las personas que más han influenciado el siglo XX”, pero lo cierto es que también Dalù y su “muerte social” representan un ejemplo por el que amerita señalar a la prensa china, cuando se aproxima el 4 de junio. 

Luego de cinco años de residencia, Dalù se volverá italiano. Pronto terminará su libro sobre la irreversibles consecuencias ambientales, las devastadoras condiciones laborales y las crecientes desigualdades que ha causado el rápido crecimiento económico chino en el pasado reciente, y en las cuales los derechos, la democracia y la libertad han caído en el olvido. 

El día en que fue notificado del reconocimiento del estatus de refugiado, como signo de gratitud hacia Italia y su gente, Dalù exhibió en su balcón la bandera tricolor que mi madre había confeccionado hace muchísimos años. El suyo es un milagro de libertad, esperanza y verdad y me siento honrado de haberlo defendido y de haber logrado la atención del mundo, que tanto necesita de su testimonio.

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