Covid y política: el Líbano, en un estado de anarquía multiforme
Las manifestaciones callejeras se suceden en Trípoli desde hace días, manipuladas por las fuerzas políticas de la oposición. Los líderes religiosos lanzan un nuevo llamamiento pidiendo la formación de un gobierno de unidad nacional. El estancamiento en la formación del Ejecutivo y las diferencias personales entre Aoun y Hariri. La emergencia por coronavirus y una campaña de vacunación que aún sigue en etapa de estudio.
Beirut (AsiaNews) - Con cada nuevo día, el Líbano se hunde cada vez más en un estado de anarquía multiforme, a nivel constitucional, económico, sanitario, judicial y de seguridad. Una situación de la que no puede salir debido a las divisiones políticas que minan la esfera pública. El Coordinador Especial de la ONU para el Líbano, Jan Kubis (ver foto), volvió a ocuparse ayer de la violencia en Trípoli (norte), que desde el 25 de enero ha dejado un muerto y decenas de heridos. En un tuit, el diplomático -cuya misión concluirá a finales de mes- dijo que "la violencia se ha intensificado, especialmente en el contexto de las manifestaciones en Trípoli, con muchos heridos [...] Este es un nuevo mensaje enviado a las élites políticas: formen un gobierno efectivo, sin más demora." "El pueblo", añadió entonces, "ya no puede tolerar esta caída libre hacia el abismo”.
De hecho, desde principios de semana, manipuladas por algunas fuerzas políticas de la oposición, cientos de personas salieron a las calles de la capital administrativa del norte del Líbano para protestar contra las estrictas medidas de confinamiento. Impuestas por las autoridades para combatir la pandemia del Covid-19, recientemente fueron prorrogadas hasta el próximo 8 de febrero. Estas medidas complican el sustento básico de los habitantes de las zonas urbanas y/o rurales pobres. Destaca el caso de Trípoli, donde el desempleo es elevado y los jornaleros representan el 80% del total. Todo esto sucede mientras el Estado aún no ha pagado ninguna indemnización, salvo algunas sumas simbólicas -e irrisorias- a las familias más pobres (unas 400 libras libanesas, lo que equivale a unos 40 dólares) y con una distribución limitada. Desde la noche del 25 de enero, estas manifestaciones han tomado un cariz cada vez más violento.
En su mandato iniciado en 2019, Kubis se ha distinguido por una clara empatía con el movimiento popular de protesta del 17 de octubre de 2019 y una actitud muy severa hacia la clase dirigente libanesa, corroída por la corrupción y las luchas de poder. En varias ocasiones ha demostrado tener una sintonía de intenciones con el jefe de la Iglesia maronita, el cardenal Beshara Raï, quien más que nadie lleva meses denunciando la anarquía constitucional que impide la formación de un nuevo gobierno tras la dimisión de Hassane Diab. La renuncia de Diab está doblemente enlazada con las consecuencias de la doble explosión en el puerto de Beirut el pasado 4 de agosto. Un drama que mostró en toda su magnitud el estado de negligencia y despreocupación en el que se ha sumido el más alto nivel administrativo civil y militar del Líbano, que ha tolerado la presencia de esta bomba de tiempo en el puerto desde finales de 2013, sin atinar siquiera una reacción al respecto.
A las cuestiones constitucionales que impiden la formación de un gobierno (un enfrentamiento sobre las respectivas competencias del jefe de Estado maronita Michel Aoun y del primer ministro en funciones Saad Hariri), se suman otras de índole personal, que han provocado una ruptura entre ambos. De hecho, al día siguiente de que Saad Hariri presentara una fórmula de gobierno eficaz, se hizo “viral” un vídeo filmado -¿intencionadamente? - en el palacio presidencial, que muestra al Jefe de Estado en una conversación con el primer ministro dimisionario Hassane Diab, y se etiqueta a Hariri como un "mentiroso" serial.
A partir de aquí, Hariri -para quien el presidente no necesita recurrir a estos medios indignos - decidió no hablar más con él, a la espera de una disculpa oficial. Dentro de su círculo existe la creencia generalizada de que se filtró la película de manera intencional, lo cual es factible siendo que no se ha abierto ninguna investigación sobre el asunto, y mucho menos una sanción administrativa. Hace ya tres semanas, el jefe de la Iglesia maronita pidió al presidente Michel Aoun que diera el primer paso en este asunto, y que se pusiera en contacto con el primer ministro en funciones. Pero su llamamiento fue desoído.
Hubo un nuevo llamamiento del Patriarca Maronita fechado el miércoles 27 de enero, con el respaldo de líderes religiosos musulmanes, en el que las comunidades del Líbano pidieron a los líderes políticos que dejaran de lado los "conflictos personales". Ellos, advierte el cardenal, impiden el nacimiento del gobierno, así como los "cálculos erróneos" que impiden avanzar sin más demora hacia la formación de un ejecutivo de "unidad nacional" llamado a luchar contra la corrupción, un factor indispensable para obtener la ayuda internacional.
En cuanto a la anarquía económica, desde octubre de 2019 ella se traduce en un ejercicio arbitrario e ilegal de los controles del capital por parte de los bancos privados. La banca impide a los titulares de las cuentas acceder a ellas debido a las restricciones impuestas unilateralmente por los bancos. Además, los clientes se ven privados de sus ahorros en divisas. Estos últimos ya no están garantizados sino a un tipo de interés fijado por el Banco Central y que equivale aproximadamente a la mitad de su valor en el mercado libre.
Además, los bancos privados impiden las transferencias bancarias al exterior, excepto que las propias instituciones hayan emitido una autorización (concedida arbitrariamente) a los titulares de las cuentas. Esta anarquía es un reflejo del fracaso del sistema bancario libanés, que ha culminado con el incumplimiento del país en el pago de su deuda pública en dólares (eurobonos).
Se percibe que el país se desliza hacia un estado de completa anarquía, en el que ya no se respetan las normas constitucionales y el sistema bancario es tomado como rehén, mientras parte de la población se siente estrangulada económicamente, al punto de no soportar. A este sufrimiento se suman otros, causados por la pandemia del nuevo coronavirus que hace estragos en el Líbano. Los hospitales se encuentran desbordados de enfermos y las tasas de mortalidad son muy elevadas. Está la esperanza de mitigar la situación con la campaña de vacunación que se iniciará a mediados de febrero y cuyos detalles fueron revelados en las últimas horas.
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