20/08/2021, 11.08
RUSIA-AFGANISTÁN
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Chechenos y talibanes, el nuevo equilibrio tras la toma de Kabul

de Vladimir Rozanskij

Al igual que sucede con el Isis, en Afganistán, una considerable diáspora post soviética milita entre los guerrilleros afganos. El problema de fondo: la relación entre los talibanes y la galaxia de movimientos yihadistas del Cáucaso y Asia Central.

Moscú (AsiaNews) - En Rusia, en el Cáucaso y en Asia Central, todas las miradas están pendientes del rumbo del nuevo gobierno talibán que ha tomado Kabul. Para muchos, las buenas relaciones que el gobierno ruso trata de mantener con los nuevos amos de Afganistán harán crecer el prestigio de la yihad y el islamismo radical entre los jóvenes de estos países. Para otros, las consecuencias de los sucesos afganos no socavarán la solidez de la Umma musulmana ruso-asiática, y los propios talibanes podrían distanciarse de sus aliados más radicales. Sin embargo, el embajador ruso en Kabul, Dmitry Zirnov, aseguró en una entrevista con Rossijskaja Gazeta el 18 de agosto que "ya estamos mejor con los talibanes que en los últimos días; de hecho, “ya no se oye ni un solo disparo".

El presidente del Club Analítico Europeo con sede en Moscú, Nikita Mendkovič es un experto en economía de Asia Central y en la lucha contra el terrorismo internacional. Concedió una entrevista a Kavkaz.Realii, en la que trata de comprender el alcance del consenso del que gozan los talibanes dentro y fuera de Afganistán. “Tienen cierto apoyo”, comenta, “de lo contrario no habrían reunido un ejército de 100.000 personas, pero es difícil decir cuál es la posición de la mayoría del pueblo afgano. Muchos solo los aceptaron porque no confiaban en el gobierno de Ashraf Ghani.

Los talibanes son miembros de un movimiento nacionalista con una ideología religiosa. Han salido de las escuelas donde se formaron los cuadros juveniles de los llamados muyahidines, que lucharon contra el régimen comunista de Najibullah y sus patrocinadores soviéticos (que, según los rusos, hoy habrían resistido los ataques talibanes "al menos tres años más"). Mezclando el nacionalismo de la etnia pastún, la idea de un Afganistán unido y el islamismo radical, iniciaron una guerra de unificación nacional, librada con una violencia y ferocidad poco comunes. El problema, según Mendkovič, es que "los antiguos muyahidines ya habían desempeñado importantes funciones en el gobierno. Los actuales talibanes, en cambio, son una incógnita en este sentido".

Una cuestión fundamental es la relación de los talibanes con Al-Qaeda y otros movimientos extremistas. Hay varios grupos activos en Afganistán: Jamaat Ansarrulah, el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, el Tekhrik-i-Taliban Pakistan, el Movimiento Islámico de Uzbekistán, el comando del Imam Bukhar y otros, todos ellos proscritos en los países vecinos y muy interesados en relanzarse en el nuevo Afganistán talibán. Si no quiere perder la financiación internacional en pos de una economía "legal" y la paz, el nuevo gobierno tendrá que cortar lazos con estos movimientos.

Muchas fuentes rusas sostienen que los talibanes cuentan con el activismo de los exiliados del Cáucaso del Norte, especialmente de Chechenia, y por tanto originarios de la Federación Rusa. Según Mendkovič, "se trata de extremistas que no pudieron realizar sus planes en su patria y buscaron fortuna en otro lugar". El asesor del presidente checheno para asuntos religiosos, Adam Sakhirov, dijo en Instagram que "los maturidity-khanafity (refiriéndose a los chechenos cercanos a los talibanes) son buenos muchachos".

Se trata de una considerable diáspora postsoviética, que ha servido en las filas del Isis, aportando conocimientos y experiencia muy superiores a los de los jóvenes militantes árabes, asumiendo funciones de liderazgo en los ejércitos del terrorismo. En Siria, y también con los talibanes, los chechenos se desempeñaron como instructores, y ahora no se sabe qué papel asumirán en el nuevo escenario.

Mendkovič no cree que los talibanes radicales puedan atraer a la comunidad musulmana de Rusia de forma significativa, "no más de lo que los mormones de Utah atraen a las demás comunidades cristianas del mundo". En todo caso, la radicalización de los musulmanes del Cáucaso o de las zonas ubicadas más allá del Volga puede estar impulsada por el descontento social -un malestar que crece a raíz de la crisis económica multidimensional, que afecta a Rusia y los países de la zona.

¿Reconocerá Rusia al régimen afgano? Como sugiere otro experto en Asia Central, Arkadij Dubnov: "Por el momento, no puede reconocer un régimen formado por un movimiento que está prohibido por la ley rusa, porque es terrorista". La cuestión es reconocer a los talibanes de Afganistán de forma unilateral, o junto con la comunidad internacional, según convenga.

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