30/04/2018, 17.38
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Card. Yeom: la Declaración de Panmunjom, esperanza de una paz duradera

El diálogo es un “primer paso para establecer una comunidad de paz”. Las familias separadas, una “herida” que ha dejado la guerra. Las ayudas humanitarias no se ciñen a los bienes materiales, sino que también son “compartir el amor y la esperanza”. La oración por la Iglesia norcoreana.

Seúl (AsiaNews)- En una entrevista con el Catholic Pyeonghwa Broadcasting (CPBC), el cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl y administrador apostólico de Pyongyang, elogió el éxito positivo de la Cumbre Inter-coreana y pidió que se continúe rezando por los diálogos y la paz entre Corea del Norte y Corea del Sur. La entrevista radial fue transmitida esta mañana. El 23 de abril, el Card. Yeom había celebrado una misa por la paz y la reconciliación en la catedral Myeongdon, para rezar por el éxito de la cumbre inter-coreana.

A continuación, la traducción de la entrevista.

 

Se llevaron a cabo varios acuerdos durante la cumbre inter-coreana.  Según Usted, ¿Cuál fue el resultado más significativo de la Declaración de Panmunjom?

Creo que el resultado más significativo de la cumbre ha sido el diálogo entre Corea del Norte y Corea del Sur. Dialogar es el primer paso para establecer una comunidad de paz. En este sentido, el diálogo que se llevó a cabo durante la cumbre nos ha dado a todos una gran esperanza de llegar a la paz.  

 

En la Declaración de Panmunjom hay acuerdos referidos a la asistencia humanitaria. ¿Qué piensa usted de esta parte?

Pienso que es extremamente importante hallar soluciones a los problemas humanitarios. En particular, elogio la decisión de organizar la reunión de las familias separadas,  puesto que sería una oportunidad para curar las heridas de la separación. Había cerca de 130.000 familiares que fueron separados desde el inicio, pero en el camino son muchos los que fallecieron y actualmente sólo hay unas 57.000 personas con vida.  Siendo que la mayoría de estas personas tienen entre l70 y 90 años de edad, lo que espero es que la reunión no sea la única ocasión, sino un acuerdo continuo entre Corea del Sur y Corea del Norte.

 

Y, ¿en lo que respecta a las ayudas humanitarias brindadas al Norte?

Las ayudas humanitarias son más que un simple llevar bienes esenciales; es encontrase con las personas, compartir el amor y la esperanza, y estar unidos, como una sola cosa. La arquidiócesis de Seúl ha emprendido varios proyectos de apoyo al Norte.  Tendremos que asumir nuestro máximo compromiso en el sentido de continuar brindando nuestro apoyo y nuestra puesta em común, tanto en términos de cantidad como en calidad. 

 

Para establecer la paz en la península coreana, ¿cuáles son los preparativos que la Iglesia católica debiera poner en marcha?

Como siempre, tendríamos que comenzar con la oración.  Durante 23 años, la arquidiócesis de Seúl celebró la Santa Misa  todos los días martes, a las 19 horas, en la catedral Myeongdong, para rezar por la paz en la península coreana. También hemos lanzado un movimiento de oración llamado: “Recuerda a las parroquias del Norte”, para conmemorar las 57 parroquias y los casi 5.200 católicos de Corea del Norte. A través de las oraciones, coloquemos a Dios en el centro de nuestras vidas. A través de las oraciones, nos convertimos en hermanos y hermanas. Pido a todos ustedes que continúen rezando por Corea del Norte, porque el Señor al final escuchará nuestras oraciones.

 

Siendo el administrador apostólico de Pyongyang, la hostilidad entre Corea del Norte y Corea del Sur debe haber sido dolorosa para usted. ¿Cómo ha vivido estos años?

El año pasado hemos celebrado el 90mo aniversario de la diócesis de Pyongyang. Si bien soy el administrador apostólico de Pyongyang, jamás pude visitar esa ciudad. Rezo todos los días el Rosario y pido que la gracia de Dios sea concedida a la Iglesia norcoreana. Creo que el fuego del Espíritu Santo  aún sigue encendido en Corea del Norte. Quizás, este arde incluso más fuertemente en semejantes situaciones de dificultad. También yo rezo ardientemente, para que un día pueda encontrarme con los católicos norcoreanos, hablar con ellos y celebrar juntos la misa.

 

Para Usted, ¿qué significa paz?

La paz es un don de Dios. La paz se realiza a través del amor fraterno. La paz no es algo que se pueda vivir en soledad, sino algo que se ha de compartir. La paz de la península coreana se vuelve más significativa aún si tenemos en cuenta que podemos contribuir al bienestar y a la prosperidad de los países vecinos y del mundo.

 

En conclusión, y en lo que respecta a la paz en la península, ¿hay algo que Usted quiera decir a los fieles católicos?

La cumbre es realmente muy importante, es el primer paso hacia una paz auténtica, pero aún tenemos un largo camino por recorrer, frente a nosotros. Si bien no debemos dejar que nos tome la desesperación, tampoco hay que caer en la complacencia. Pido a todos que unamos nuestros corazones y que continuemos rezando por la paz en nuestro país.

 

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