03/10/2020, 14.42
VATICANO-CHINA
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Card. Parolin: Como los misioneros del PIME, el Vaticano busca el diálogo con China

de Bernardo Cervellera

En el convenio sobre “La otra China”, con ocasión de los 150 años de la presencia del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras en suelo chino, el Secretario de Estado del Vaticano subraya el valor “eclesial y pastoral” del Acuerdo sino-vaticano. El compromiso se refiere exclusivamente al nombramiento de los obispos; es un “punto de partida” desde el cual podrán afrontarse “muchos otros problemas” que vive la Iglesia en China. Pero ya hoy el Acuerdo ayuda a la Iglesia china a una reconciliación y contribuye a un “horizonte internacional de paz”.

Milán (AsiaNews) – El Vaticano procura el diálogo con China, de la misma manera que los misioneros del PIME (Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras) han trabajado en los últimos 150 años en suelo chino. Fue el tono que caracterizó el discurso del card. Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, al intervenir hoy en el Centro del PIME durante el convenio “La otra China”, para celebrar los 150 años de la presencia del PIME en el Imperio del Medio.

Justamente en los días en que se debate sobre la renovación de dicho Acuerdo y surgen críticas – generalmente, de tipo político – el cardenal defendió el compromiso, por su valor “eclesial y pastoral”: el Acuerdo garantiza la comunión de los obispos chinos con el papa e inaugura un compromiso común por la paz “a nivel mundial”. El purpurado subrayó que el Acuerdo solo se refiere al nombramiento de obispos, y que la Santa Sede es consciente de que hay “muchos otros problemas” en la vida de la Iglesia china, que deberán afrontarse a futuro. El Acuerdo es “un punto de partida”, afirmó.

Al comienzo de su exposición, el purpurado dijo que el Acuerdo que la Santa Sede firmó hace dos años con la República Popular de China tiene “antiguas raíces” de diálogo, que llegan hasta Matteo Ricci: “es la continuación de un camino iniciado hace mucho tiempo” y en el que no es ajena la capacidad de los “italianos” para “universalizar”, es decir, entrar en otras culturas con respeto y amor. 

Recorriendo las etapas de un siglo y medio de historia – gracias a contribuciones como las de los padres Piero Gheddo, Angelo Lazzarotto, Giancarlo Politi y tantos otros –, el cardenal recordó la tenacidad evangelizadora de los misioneros del PIME a fines del Siglo XIX, y su intento de distanciarse de las potencias occidentales que, por motivos políticos, dominaban la vida de las comunidades chinas, principalmente influenciando a las jerarquías. 

El card. Parolin recordó las presiones del padre Paolo Manna para que surgiese a la mayor brevedad una jerarquía china; la labor del padre Tacconi para reconciliar los conflictos entre los señores de la guerra; la recomendación de mons. Simeone Volonteri, de entablar relaciones diplomáticas entre el imperio chino y la Santa Sede. Este empeño “profético” condujo a la carta “Maximum Illud” de Benedicto XVI, al Concilio plenario (sínodo) de Shanghái y a la ordenación de los primeros obispos chinos. 

Posteriormente, el purpurado esbozó los problemas que sobrevinieron con la llegada de los comunistas chinos al poder, en 1949: algunos obispos y su vuelco nacionalista, la condena del comunismo por parte de Pío XII, la expulsión de los misioneros extranjeros, que en aquél entonces eran vistos como una “expresión de la agresión imperialista”. 

La Iglesia china, confiada a las manos del clero y de los obispos locales, procuró los caminos para crecer en esa nueva situación, colaborando con las autoridades, sin provocar “ni cismas, ni apostasías”. La mayoría del clero y de los obispos se opuso al movimiento de las tres autonomías (que aboga por una Iglesia independiente del Papa), pero esto derivó en prejuicios de anti-patriotismo hacia la Iglesia. 

El cardenal citó ampliamente a Pío II (Carta apostólica Cupimus in primis,18 de enero de  1952) que reafirma la gran estima de la Iglesia por China, y su deseo de no estar “al servicio de una potencia en particular”, y subraya que los católicos “no son inferiores a nadie en su amor a la patria”. El purpurado destacó que todas estas frases son muy similares a muchos llamamientos de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Papa Francisco, que instan a ser “buenos católicos” y “buenos ciudadanos”. 

Sin embargo, la presión “patriótica” ha prevalecido, dando inicio a las “ordenaciones ilegítimas”. El card. Parolin recuerda que el fundamento que los misioneros colocaron en la vida de la Iglesia china ha permanecido fiel a la tradición. Y si bien “algunos pastores, impulsados por circunstancias particulares, han accedido a recibir la ordenación episcopal sin el mandato pontificio”, posteriormente, a pedido de ellos, “el Papa ha tomado en consideración la sinceridad de sus sentimientos y la complejidad de la situación [...] y les ha concedido el pleno y legítimo ejercicio de la jurisdicción episcopal” (véase Carta de Benedicto XVI a los católicos de China, punto 8). 

En efecto, recién con el Acuerdo sino-vaticano, firmado el 22 de septiembre de 2018, se restableció la plena comunión de todos los obispos chinos con el papa. 

“En los últimos setenta años – sintetiza el purpurado - se perdieron muchas batallas difíciles, y quizás incluso se perdieron batallas que podrían haberse ganado si hubiera habido un poco de buena voluntad. Pero se ganó la batalla más importante: fidem servare”, y esto fue por “gracia de Dios”, por la fe de los “católicos chinos” y por la ayuda “de los misioneros”: “no cabe duda de que la comunidad católica china - que en los últimos setenta años  ha vivido sin misioneros - es hija de su obra”. 

Luego habló de nuestros días, y el Card Parolin reveló la urgencia de un “diálogo entre la Iglesia católica y las autoridades chinas”, que la Iglesia busca desde principios de la década del ‘50 y que recién ahora, con el Acuerdo sino-vaticano, parece haber iniciado: esto constituye “un punto de partida”. 

El cardenal también quiso mencionar algunos “malentendidos” que han surgido en torno a la interpretación de este Acuerdo. “El acuerdo del 22 de septiembre del 2018 – precisó - concierne exclusivamente al nombramiento de los obispos. Soy consciente de la existencia de muchos otros problemas que atañen a la vida de la Iglesia católica en China.  Sin embargo, no ha sido posible afrontarlos todos juntos, y sabemos que el camino para una plena normalización será largo, como ya anticipó Benedicto XVI en el año 2007. Así todo, la cuestión del nombramiento de obispos reviste una importancia particular.  De hecho, es el problema que más sufrimiento ha causado a la Iglesia china en los últimos sesenta años”.

Él recordó que “hasta hace dos años, …. La posibilidad de realizar ordenaciones ilegítimas siempre siguió abierta y hasta hace pocos años, los nuevos obispo chinos eran ordenados ilegítimamente”, Ahora, este problema se resolvió “definitivamente”. 

Y es precisamente por esto, continuó, que “el objetivo del Acuerdo es, ante todo, eclesial y pastoral”, y tiende a “ayudar a las Iglesias locales, para que puedan gozar de una situación de mayor libertad, autonomía y organización, que les permita dedicarse a la misión de anunciar el Evangelio y contribuir al desarrollo integral de la persona y de la sociedad”. 

Tras recordar que el Acuerdo podrá favorecer – tal es el deseo de Francisco – la reconciliación interna de la Iglesia, el card. Parolin reveló otro objetivo del mismo: “la consolidación de un horizonte internacional de paz, en este momento en el cual “estamos experimentando numerosas tensiones a nivel mundial”. 

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