15/10/2018, 10.02
RUSIA
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Cambiar la Constitución para hacer de Putin un Zar para siempre

de Vladimir Rozanskij

El presidente de la Corte constitucional Valery Zorkin alienta un reforma que dé vida a un cargo no electivo de “líder de la nación”. Síntesis de todas las aspiraciones del pueblo ruso. Serviría para definir la soberanía rusa contra las sanciones, el liberalismo individualista y la Cortes internacionales como el Tribunal para los derechos humanos de La Haya. Putin se prepara.

 

Mosca (AsiaNews) - El Presidente de la Corte Constitucional Valerij Zorkin, gran custodio del putinismo desde sus orígenes,  propuso una reforma de la Constitución que contemple el cargo no electivo de “líder de la nación”, en práctica una investidura del soberano.

Ya jefe de la Corte Constitucional de Rusia en tiempos de Eltsyn en 1991-93, Zorkin (en la foto junto a su presidente) se distinguió como único freno a la completa disolución del sistema soviético: poniendo diversos obstáculos jurídicos a las privatizaciones de los primeros años post-comunistas; trató de limitar la venta irresponsable de los recursos naturales al extranjero; con una clamorosa sentencia de 1992 logró salvar la base del Partido comunista de la liquidación eltsyniana, permitiendo a éste permanecer en el campo político, si bien en forma reducida.

En un artículo intítulado :“Letra y espíritu de la Constitución” en la Rossiskaja Gazeta del pasado 9 de octubre, retomado y comentado por todos los medios rusos en los últimos días, el alto jurista propone “responder a las preocupaciones y a las expectativas de la población” y a los pedidos de cambios con una serie de “reformas puntuales” de la carta constitucional que garanticen una “mayor justicia social”, eficacia del sistema político pasando a un esquema de dos partidos políticos y pueda sobre todo frenar “la expansión de la regulación extra-nacional de los conflictos”, como por ejemplo con las sentencias del Tribunal para los derechos humanos de La Haya.

En líneas esenciales, se trata de otra interpretación “soberanista” de la estructura jurídica e institucional del Estado, sobre la cual Zorkin ha insistido siempre. Ya en 2016, frente a las medidas “invasoras” de las cortes internacionales y al recrudecimiento de las sanciones contra Rusia, él afirmó que “el sistema jurídico mundial está yendo hacia la catástrofe, como lo había ya anunciado el apóstol Pablo”. En particular, la condena de Zorkin está dirigida a los excesos de la “defensa de los derechos del hombre, que lleva a la degradación de la solidez moral de la sociedad y destruye su identidad religiosa”.

Según Zorkin, la defensa “de todo género de minoría” provoca daños notables a todas los otros componentes sociales. En una conferencia en Serbia en el año 2014, él afirmó que los viejos democráticos, inspirados por los ideales del liberalismo, continúan proponiendo nuevas formas de defensa de todos los tipos de minoría y no raramente ignoran decisivamente las objeciones de los propios ciudadanos, que se preocupan de las consecuencias de tales decisiones”.  

En sus intervenciones públicas y en sus lecciones universitarias, el jurista siempre y abiertamente sostuvo la prioridad del derecho ruso sobre el internacional, tesis que dio la justificación teórica de la anexión de Crimea en el año 2014 y de varias intervenciones rusas en la escena internacional. También los acuerdos con países extranjeros, de hecho, no pueden a su parecer constituir una delegación a otros de la soberanía rusa.

En política interior, Zorkin propone una forma institucional que ”sintetice la idea de la libertad individual con la solidaridad social” que corresponda lo más posible a la “mentalidad del pueblo ruso”. Recordando las injusticias de las privatizaciones de los años 90, que provocaron desequilibrios y resentimientos sociales, según él “sirve y se necesita una corrección al acercamiento individual-liberal, en favor del colectivismo solidario ínsito en el alma rusa”. Esto también porque el modelo de democracia liberal representativa, característico para la mayoría de los países desarrollados, como lo reconocen también los mayores políticos de Europa y América, hoy no está más en grado de enfrentar los desafíos de la sociedad contemporánea”.

El “colectivismo natural ruso”,según Zorkin, está templado “por el clima severo de la naturaleza, de las innumerables guerras defensivas, de las necesidades de unir una multitud de pueblos y nacionalidades en el único destino de nuestra tierra”. Conjugar democracia y diferencias, colectivismo y concurrencia, según el presidente de la Corte constitucional rusa, es posible sólo si se identifica en modo evidente el rol del “líder nacional de por vida”, suprema síntesis de todas las aspiraciones del pueblo ruso.

El proyecto de reforma de Zorkin debería realizarse antes del 2024 (cuando vence el cuarto mandato de Putin), convocando a la asamblea constituyente y finalmente sometiéndolo a un referéndum popular. El vocero de Putin, Dimitri Peskov, desmintió que la reforma esté inspirada por la misma administración presidencial: “Consideramos -dijo- que el artículo de Zorkin es solamente un análisis de un experto en la materia”.

 

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