Beirut, Mikati forma gobierno: debe salvar al Líbano del colapso
Después de 13 meses de espera, el Líbano tiene un nuevo ejecutivo con plenos poderes. El flamante primer ministro advierte: "Todos tendremos que apretarnos el cinturón". Confirma las raíces árabes pero se abre a la ayuda de todos, incluso Siria. En el equipo de gobierno hay varias figuras que no pertenecen a ningún partido y gozan de excelente reputación.
Beirut (AsiaNews) - Después de 13 meses de espera, día tras día sin ningún avance, el Líbano da por fin la bienvenida a la formación de un nuevo ejecutivo con la plenitud de sus poderes. El País de los Cedros estaba sin gobierno desde la dimisión del gabinete presidido por Hassan Diab, pocos días después de la devastadora explosión en el puerto de Beirut - el 4 de agosto de 2020 - que causó 210 muertos y destruyó los barrios portuarios de la capital.
El presidente Michel Aoun y el primer ministro encargado Najib Mikati, diputado de la circunscripción de Trípoli, capital del norte del Líbano, "firmaron el decreto para la formación del nuevo gobierno, en presencia del presidente del Parlamento Nabih Berry", reza una nota difundida por el entorno del jefe de Estado.
La noticia llegó a la sala de prensa abarrotada en el palacio presidencial y se transmitió de inmediato a una población que casi había perdido la esperanza de ver el nacimiento de un gobierno que pudiera salvarla del colapso económico y la pobreza. El mismo Banco Mundial calificó esta crisis como una de las peores del mundo desde 1850, con una inflación vertiginosa y despidos masivos que según las Naciones Unidas han empujado a cerca del 75% de la población por debajo del umbral de pobreza. El anuncio del nuevo ejecutivo provocó una fuerte caída del dólar en el mercado libre y en pocas horas bajó de 19.500 a menos de 16.000 libras.
El nuevo equipo de gobierno está formado por figuras ajenas al mundo de la política, algunas de las cuales gozan de gran reputación, como el Dr. Firas Abiad, director del hospital público Rafic Hariri y punta de lanza en la lucha contra el coronavirus; Abdallah Bouhabib, ex embajador del Líbano en Washington, a cargo de Relaciones exteriores; el juez Abbas Halabi, a quien se le ha confiado la cartera de Educación y la universidad; y Georges Cardahi, famoso presentador de televisión, a cargo de Comunicaciones. Una sola mujer en este equipo, Najla Riachi, a quien se le ha asignado la cartera de Desarrollo.
El gobierno, integrado por 24 ministros - 12 cristianos de los cuales cinco son maronitas, tres ortodoxos griegos, dos católicos griegos, un ortodoxo armenio y uno de las minorías y 12 musulmanes, entre ellos cinco sunitas, cinco chiítas y dos drusos - debería celebrar la primera reunión el lunes 13 de septiembre a las 11 am hora local, como anunció el secretario general del gabinete, Mahmoud Makiyye. Muchos desafíos esperan al próximo ejecutivo, sobre todo un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual se interrumpieron las conversaciones en julio de 2020. Para la comunidad internacional, este es un paso esencial para sacar al Líbano de la crisis y desbloquear otras ayudas más consistentes en momentos de grandes necesidades. En declaraciones a la prensa al salir del palacio presidencial, el nuevo jefe de gobierno aseguró que el ejecutivo trabajará para sanear la economía. "Pero todos tendremos que apretarnos el cinturón, empezando por mí", añadió el multimillonario de Trípoli que, junto a su hermano Taha Mikati, tiene una participación mayoritaria en más de una empresa de telecomunicaciones.
"No he formado un gobierno sino un equipo de trabajo al servicio de los libaneses", dijo Mikati a los periodistas antes de dirigirse a Baabda, el palacio presidencial. “Lo importante es la confianza del pueblo y la solidaridad de los libaneses para reconstruir el Estado. Un Estado fuerte -agregó- redunda en beneficio de todos". Por último Mikati insistió en las raíces árabes del Líbano sobre las cuales se apoya, y dijo que estaba abierto a todos los Estados que quieran ayudarlo a salir de la crisis, incluyendo a Siria, con la que una parte de la clase política libanesa mantiene relaciones cuando menos frías. Se comprometió también a respetar todos los pasos previstos por la Constitución, comenzando por las elecciones administrativas en mayo de 2022, y espera que no se produzca ningún contratiempo que impida la votación.