07/05/2018, 04.37
CHINA
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Bajo el poder de Xi Jinping, el Frente Unido busca asimilar y dominar todas las religiones

de Gerry Groot

Las nuevas reformas del gobierno tienden a eliminar de la sociedad civil cualquier representatividad que sea independiente. Todo dese ser controlado por el Partido: iglesias, religiones, grupos étnicos. La militarización del control sobre tibetanos y musulmanes. Todo vuelve a ser como en los tiempos de Mao Zedong, que condujo al país a un desastre económico. Xi trata de evitar que China termine como la URSS.  

Adelaida (AsiaNews) – La reforma del gobierno emprendida por voluntad de Xi Jinping, que ha colocado al Frente Unido en estrecha relación con el Partido, tiende a someter a todos los elementos de la sociedad bajo el escudo del Partido Comunista, eliminando la posibilidad de cualquier cuerpo intermedio así como de la sociedad civil. Todo esto proviene del miedo –que Xi alberga hace tiempo-  de que China pueda repetir el fin de la URSS, con el colapso del Partido. Es por eso que, mediante el Frente Unido, se domina y se “sinizan” todas las religiones y todos los grupos étnicos, eliminado cualquier elemento o rasgo propio y único. Es la misma política que pusiera en acto Mao Zedong en los años ’50 y posteriores, y que llevó a un estancamiento de la innovación y a la crisis económica china. Gerry Groot es un académico especializado en estudios chinos, y está a cargo del Departamento de Estudios asiáticos en la Universidad de Adelaida (Sur de Australia). Él ha escrito mucho sobre el desempeño del Frente Unido, así como sobre el “soft power”, los cambios sociales vinculados a las influencias de China y Asia y a la cultura occidental del pasado y del presente. Agradecemos la gentil concesión de la Jamestown Foundation (traducción al español de AsiaNews).

 

El encuentro de marzo de los dos parlamentos de China a nivel nacional, el Congreso Nacional del Pueblo y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC) se destacó no sólo por formalizar la abolición de los límites en cuanto al término del mandato del presidente del Estado. También marcó el final de la supuesta separación entre el Partido Comunista Chino (PCC) y las instituciones clave de gobierno, incluyendo los tres departamentos gubernamentales responsables de asuntos étnicos, religiones y asuntos chinos en el extranjero, cuyas funciones ahora quedarán en gran medida absorbidas por el Departamento de Trabajo del Frente Unido (DTFU).

Al menos, lo más probable es que sobrevivan los nombres de los tres departamentos –la Comisión de Asuntos Étnicos de Estado, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos y Oficina del Consejo de Estado para Asuntos chinos en el Extranjero- al menos en términos nominales, dada su utilidad cuando se trata de lidiar con Occidentales poco habituados a las realidades del Partido-Estado. Sin embargo, lo más importante es que este cambio refleja un retorno a las políticas de asimilación étnica y dominación del partido sobre religiones de un modo que no se veía desde la década del ‘50, cuando Mao Zedong supervisó la transición forzada de China hacia el socialismo. Esto también implica que la influencia del Partido ahora se extiende al extranjero, algo sin precedentes.  

 

Líneas de Autoridad claras

Tal como ha señalado Andrew Batson, la reorganización del gobierno de la República Popular de China emprendida por el Secretario General del PCC Xi Jinping responde a un objetivo sumamente útil, que consiste en simplificar considerablemente las líneas de autoridad y la complejidad a nivel administrativo, además de volver más transparente el papel central que juega el Partido (y el mismísimo Xi) (Andrew Batson, 5 abril). Si bien anteriormente el DTFU desempeñaba un rol clave dentro de cada uno de los tres ministerios de gobierno, conduciendo sus políticas desde su mismo seno, éstos no dejaban de ser, sin embargo, organizaciones diferentes con intereses e incentivos que incluso podían diferir, y con personal diferente (con cierto grado de superposición). Las brechas resultantes terminaban dando pie a una desviación –en particular, en los niveles inferiores- con respecto a las directrices que el liderazgo central bajaba a través del DTFU, y a la aparición de fricciones entre intereses diferentes.

No quedan dudas de que al colocar el DTFU en un lugar central, muchos de los problemas e ineficiencias del viejo sistema pueden ser sorteados, al menos en un plano teórico. El Departamento mismo ahora está bajo un control mucho más directo del Comité Central del PCC a través del un pequeño grupo que lidera el trabajo del Frente Unido, incrementando sustancialmente su capacidad de imponer políticas de modo descendente, como se pretende que sea.  

Y lo que es más importante, desde que asumió el liderazgo del Partido en el año 2012, Xi mismo ha estado promoviendo enérgicamente el trabajo del Frente unido y el DTFU, especialmente al aparecer en la Conferencia de Trabajo del Frente Unido celebrada en 2015. Xi también ascendió el estatus del trabajo desarrollado por dicho Departamento, así como su lugar dentro de la burocracia, de una manera tal que hacer carrera en su seno resulte mucho más atractivo y pueda  atraer cuadros de mejor calidad.  Después de todo, el trabajo que desarrolla el Frente Unido muchas veces implica trabajar con individuos y grupos que en el pasado han demostrado ser peligrosos a nivel político, una realidad que ha quedado comprobada con la caída en desgracia de líderes de otro tiempo, como Li Weihan bajo el gobierno de Mao o Yan Mingfu en los albores del movimientos estudiantil de 1989 [1].

Poniendo a un lado los fundamentos administrativos y burocráticos, hay también motivos ideológicos para consolidar el control del PCC sobre los departamentos de gobierno responsables de la ejecución de las políticas del DTFU, de modo de trazar importantes paralelos en las fases previas al trabajo del Frente unido.  

 

El Frente Unido a lo largo del tiempo

El éxito de la labor del Frente Unido en la larga lucha que el PCC viene librando contra el Kuomintang es el motivo que llevó a Mao Zedong a declarar que éste es una de las “armas mágicas” del PCC (junto al Ejército Rojo y a la construcción del Partido a través de la adoctrinamiento ideológico del AKA) [2]. Pero entre 1949 y 1956 el DTFU fue redistribuido a fin de utilizar aliados selectos e instituciones del partido para forzar la asimilación de las clases medias urbanas y del puñado de chinos que antes eran ricos, y que no habían huido al exterior. El objetivo de ello era minimizar la pérdida de expertos y competencias técnicas necesarios para construir el socialismo.  

Después de 1978, un DTFU renovado trabajó arduamente para volver a generar motivaciones en esta burguesía, capitalistas e intelectuales que habían sobrevivido a las purgas políticas y a la reforma del pensamiento emprendidas por Mao, de modo de sobreponerse de los errores de una economía centralmente planificada. Resulta significativo que la primera área en ser revivida, incluso antes de la muerte de Mao, fuese la de Asuntos de China en el Exterior, ya que el Partido pretendía rehabilitar su reputación en el extranjero, y usar los talentos y conexiones de este grupo para hacerse de mercados para los productos y asegurar inversiones que pudieran ayudar a modernizar las obsoletas industrias de China.

Desde la década de 1980 hasta aproximadamente 2015, el Departamento amplió el alcance de sus tareas para tomar en consideración la profusión de nuevos grupos de interés surgidos a raíz de la pluralización económica, incluyendo a los emprendedores, a aquellos que trabajaban en compañías extranjeras, a abogados, etc. En la Conferencia del Frente Unido de 2015 más grupos nuevos fueron sumados, incluso personalidades de los medios sociales, estudiantes chinos que cursaban estudios en el extranjero y personas chinas recientemente emigradas, los denominados “nuevos Chinos de ultramar”.

Detrás de la expansión del DTFU había un factor de urgencia, puesto que lo que procuraba era entender, afrontar y lidiar con una sociedad mucho más compleja. Había nuevos grupos por controlar, integrar y representar en el sistema de la CCPPC, de modo de impedir el desarrollo de cualquier cosa que pudiera parecerse a un espacio de una sociedad civil. Por lo tanto, es criminalizada la creación independiente de cualquier cuerpo nuevo que pudiese representar alguna forma de interés colectivo, y en simultáneo, la profusión de organizaciones no gubernamentales surgida durante la administración de Hu Jintao-Wen Jiabao es crecientemente constreñida y éstas son sometidas a la supervisión y al control del Partido.

 

Una nueva línea, más dura

Es significativo que el ascenso de Xi al poder coincida con importantes divergencias en relación a las políticas corporativistas anteriores de reconocimiento-representación-control. El caso más famoso es la represión de las expresiones idiosincrásicas de la Cristiandad en la Provincia de Zhejiang (en medio de las grietas entre el DTFU y la SARA [la Administración Estatal para Asuntos Religiosos, ndt[3]), que dio lugar a la demolición de inmensas cruces e incluso a la demolición a gran escala de algunas iglesias y catedrales (Telegraph, 19 de Mayo 2014). Esta enorme y creciente atención prestada a la religión tiene repercusiones en los asuntos étnicos, sobre todo en el Budismo de los chinos tibetanos y en el Islam, en el caso de los uigures, kazajos e incluso en los hui (que étnicamente son musulmanes chinos). Aquí, la sinificación parece ir de la mano de lo que parece ser, a todos los efectos y en todos los sentidos, una política de seguridad que linda con la militarización. A la par de esta abierta agudización de los controles, se está incrementando la vigilancia así como el uso de tecnologías de inteligencia para las tareas de monitoreo y actuación de normas (The Guardian, 18 de enero).

Este nuevo énfasis que opta por la asimilación en lugar del alojamiento ha dado lugar a tremendos vaivenes en cuestiones de políticas, como es el caso del idioma. En lugar de seguir con la educación bilingüe, se ha optado por la concentración en la enseñanza del Mandarín, y los esfuerzos tendientes a proteger o promover la lengua tibetana han sido tratados de manera particularmente dura y cruel (RFA, 4 de enero). Numerosos uigures, y probablemente decenas o miles de jóvenes uigures han sido enviados a campos de “reeducación” a menudo por tan sólo una mera sospecha de un potencial apoyo al separatismo, a la independencia o al extremismo islámico (RFA, 22 de marzo). Incluso se han confiscado el Corán y otros textos religiosos que anteriormente se permitían (RFA, 27 septiembre, 2017). Pareciera que el Partido desea hacer una revisión de los textos religiosos considerados clave, para conformarlos a sus propias necesidades.   

A primera vista, estas acciones y muchas otras parecen ser perjudiciales para la promoción de lazos armónicos entre el Partido y los elementos clave de la población, y distan mucho de las décadas de políticas planeadas con el objeto de potenciar la unidad al máximo. No son cambios que Xi hubiera tomado a la ligera.

 

Soluciones antiguas, ¿fracasos nuevos?

Aquí el papel de la historia y la ideología se vuelve importante. Gran parte de la justificación del viraje de las políticas parece girar en torno al ascenso de Xi y a su análisis de lo que es menester hacer, tanto para que el Partido sobreviva, como para lograr su visión de una nación rejuvenecida. Xi toma muy en serio los análisis que el Partido emitiera durante el colapso de la Unión Soviética y el Bloque Soviético, que subrayan la pérdida de control del Partido sobre los resorte del gobierno, el fracaso a la hora de tomar la ideología con suficiente seriedad, el presunto rol de las “fuerzas extranjeras hostiles” y de las fuerzas de la sociedad civil como son las iglesias, y el incrementarse de la conciencia étnica entre las distintas y numerosas nacionalidades minoritarias de la URSS (SCMP, 18 de noviembre, 2013). Las nuevas políticas del DTFU reflejan la determinación de prevenir la aparición de cualquier forma parecida a ello en China.

Por ende, en muchos sentidos, el viraje a una línea dura que hoy promueve el Frente Unido tiene un paralelo con la década de 1950, que presenció una burguesía urbana que era forzada a someterse a una “reforma del pensamiento” y a renunciar a sus antiguas costumbres, ideales y conexiones con Occidente para obtener la aceptación del Partido y del pueblo, en calidad de proletarios. En esa misma época, los cristianos también tuvieron que aceptar la reorganización de sus iglesias y una ruptura total con Occidente, en tanto las minorías étnicas tuvieron que rendirse a todos los derechos vinculados a la auto-determinación, salvo aquellos implicados en la creación de las denominadas “regiones autónomas” [4]. Sin embargo, todas estas medidas fracasaron en aspectos importantes, y fallaron en una época en que el PCC tenía una capacidad mucho mayor de contener influencias externas. Una consecuencia de ello fue el repliegue de la población, que se enquistó en la pasividad debido al miedo por el futuro y una tendencia a asfixiar la innovación y el progreso. De hecho, las consecuencias de la respuesta reaccionaria de Mao ante la Campaña de las Cien Flores de 1957, que primero tomó la forma de una campaña Anti-Derechas y luego derivó en una Revolución Cultural, fueron las razones que justificaron la necesidad de una apertura y de una reforma.

Hoy en día, China está conectada con el resto del mundo en maneras que resultaban inimaginables en la década del ’50, y a raíz de eso se ha generado riqueza. Puede que Xi no esté al tanto de esta historia, o quizás crea que las tecnologías como la Inteligencia Artificial pueden contener consecuencias negativas de cualquier tipo. De todas maneras, sería más seguro apostar a que Xi, tal como sucedió con Mao, ha comenzado a extralimitarse.

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Notas

[1] Lo más probable es que la caída en 2014 de otro ex director, Ling Jihua, se haya debido a actividades de corrupción desarrolladas antes de asumir como jefe del DTFU, y no por actos llevados a cabo a posteriori de asumir su rol.   

[2] Gran parte de la historia está sintetizada en el libro Managing Transitions: The Chinese Communist Party, United Front Work, Corporatism and Hegemony, Groot (2004).

[3] Para hallar ejemplos de estas actividades idiosincrásicas, ver los casos citados como ejemplo por Ray Wang en Ray Wang and Gerry Groot (2018) “Who represents? Xi Jinping’s Grand United Front Work, legitimation, participation and consultative democracy,” Journal of Contemporary China – DOI: 10.1080/10670564.2018.1433573 Ray Wang and Gerry Groot.

[4] Las cinco regiones autónomas de China son unidades territoriales que tienen el nivel de provincias, y que fueron apartadas de manera nominal en virtud de ciertos grupos étnicos específicos.  En la práctica, éstas funcionan de un modo levemente diferente al de otras provincias, en lo que se refiere al grado de control que ejerce el PCC.

 

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