Arzobispo de Kirkuk: el ‘martirio’ de Mons. Raho, ejemplo de fe para los cristianos iraquíes
La Iglesia caldea recuerda los 10 años del secuestro del arzobispo de Mosul, muerto pocos días después, en manos de sus raptores. El compromiso para que sea “reconocido” el sacrificio del prelado como “testimonio del arraigo de los cristianos” en Irak. Pero la franja de sangre continúa: días atrás, fue asesinado un joven padre de familia, en Bagdad.
Kirkuk (AsiaNews)- La Iglesia iraquí está comprometida para que sea “reconocido el martirio” del arzobispo de Mosul Mons. Paul Faraj Rahho y junto a él, las “muchas víctimas cristianas” que “han sacrificado su vida para defender su fe””. Es cuánto narra a AsiaNews el arzobispo de Kirkuk, Mons. Yousif Thoma Mirkis, a los 10 años exactos del secuestro-era el 29 de febrero de 2008- del prelado, concluido algunos días más tarde el 13 de marzo con su muerte. “Debemos comprometernos-agregó- para que esto y otros sacrificios de vidas humanas sean reconocidos por la Iglesia”.
“Estamos trabajando –prosigue el arzobispo de Kirkuk-para preparar un dossier para presentar a la Congregación de la causa de los santos. Para nosotros cristianos iraquíes es importante que su muerte sea recordada, porque es testimonio de enraizamiento de los cristianos en esta tierra. No obstante, Daesh (acrónimo árabe por el Estado islámico –EI-ex Isis), no obstante las amenazas de conversión o muerte, nosotros queremos ser un ejemplo de fe y pertenencia” a Irak.
En estos días la comunidad caldea recuerda la desaparición de Mons. Rahho, muerto durante el secuestro. Él había sido raptado por una banda armada mientras salía de su iglesia: el comando disparó a las gomas de su auto, matando al chofer y a 2 compañeros suyos. El cadáver fue encontrado después de 2 semanas, cerca de un cementerio abandonado en el distrito de Karama, Mosul.
El prelado es recordado como un “hombre honesto y simple”, que amaba la ironía y su ciudad. Una unión que lo llevó a permanecer no obstante las amenazas y el bombardeo en 2004, en el distrito caldeo de Shifa. En 2007, un año antes de su muerte, la comunidad caldea había llorado el martirio del p. Ragheed Ganni, asesinado junto a otros 3 fieles.
El Papa emérito, Benedicto XVI, políticos iraquíes entre los cuales el entonces Premier Nouri al-Maliki, líderes religiosos cristianos y musulmanes (sunitas y chiíes), el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio son solo algunas de las personalidades que expresaron un profundo dolor en el momento de su desaparición. Durante los días del secuestro el entonces pontífice había lanzado por 3 veces pedidos a los raptores, para que liberasen al prelado con problemas de corazón y con necesidad de curaciones constantes.
El sacrificio de los cristianos en Irak, muertos por su fe, es un drama que continúa también hoy. En los días pasados la comunidad caldea de Bagdad lloró la muerte de un joven que fue asesinado a sangre fría por un grupo de hombres armados la mañana del 25 de febrero delante de su propia casa, en el distrito de Naeerita Sposato y padre de 2 niños, hacía poco que había salido de su habitación para ir al trabajo en un negocio de pinturas, cerca del mercado de Shorja.
A despecho de los temores y de las violencias, el arzobispo de Kirkuk exhorta a la comunidad cristiana iraquí a “mantener vivo el coraje y la esperanza”, resistiendo a las violencias “en nombre del Evangelio”. En los días pasados Mons Mirkis visitó Mosul, donde se encontró con un grupo de estudiantes universitarios cristianos y musulmanes que hospedó en su diócesis durante la ocupación de Daesh. La ciudad muestra “los signos de la guerra”, dice el prelado y es “pesado el balance de la devastación”. Sin embardo, concluye él, la administración local y sus habitantes “están haciendo grandes esfuerzos en una óptica de reconstrucción” y también entre los musulmanes desean partir “relanzando proyectos de convivencia con los cristianos”. (DS
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