Arzobispo de Erbil: La Sagrada Familia y el Adviento, "frágil esperanza” para los cristianos de Mosul
Erbil (AsiaNews) - La comunidad católica de Erbil - su núcleo originario y las muchas familias de prófugos - vive este período de Adviento “en un clima de frágil esperanza”. Es cuanto afirma ante AsiaNews Mons. Bashar Warda, arzobispo de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí donde en el verano de 2014 hallaron un refugio los cientos de miles de personas que huían de la violencia del Estado Islámico (EI) en Mosul y en la Llanura de Nínive. Muchos de ellos, sobre todo entre los refugiados, “tienden a identificarse con la Sagrada Familia” de Nazaret, porque son obligados a vivir en un contexto plagado “de dificultades y desafíos”, la primera de las cuales es permanecer lejos de sus hogares y de su tierra. Si bien la mayoría de ellos ya no vive en tiendas de campaña, las circunstancias siguen siendo difíciles, sobre todo para quien busca trabajo.
Mons. Warda cuenta que el deseo más grande para los refugiados “sigue siendo el de regresar a sus ciudades y pueblos de origen”, donde poder “comenzar nuevamente a reconstruir el futuro”. Es importante, advierte que “esta esperanza” se “mantenga viva” en ellos.
Por este motivo, agrega, es esencial que los católicos en Occidente, en este período de preparación para la fiesta de Navidad, continúen “rezando por nosotros” y “manteniendo viva y volviendo a contar nuestra historia y nuestros sufrimientos”.
Como pequeña señal de esperana, el pasado 8 de diciembre, en ocasión de la fiesta de la Inmaculada, la diócesis de Erbil festejó la inauguración oficial de la primera universidad católica de la ciudad; para Mons. Warda la misma es “un mensaje de esperanza” para la comunidad cristiana y “una respuesta de la Iglesia contra el éxodo de miles de jóvenes”. El ateneo, afirma el prelado, representa “un fuerte motivo para quedarse” y un gran “signo de esperanza”.
Algunos días más tarde, el domingo 13 de diciembre, se celebró, asimismo, la apertura de la Puerta Santa, La celebración se desarrolló en la catedral de San José, en el suburbio cristiano de Ankawa. Para subrayar aún más la cercanía con las familias desplazadas, el arzobispo solicitó a los sacerdotes que abrieran una puerta en todas las iglesias de las diócesis, porque en todas ellas hay refugiados, y cada uno de ellos debía tener la posibilidad de vivir el evento. Actualmente hay 2.000 familias que han abandonado las tiendas y tiene ahora la posibilidad de vivir en casas rodantes y viviendas prefabricadas.
Reflexionando sobre el Año de la Misericordia, Mons. Warda asegura oraciones para que el mismo pueda ser una ocasión “para escuchar las palabra de Dios, que nos invita a alegrarnos en su misericordia” que “nos acoge y que escucha el grito de dolor de los refugiados”. Dios es grande en su amor, agrega, porque nos dona “las oraciones y la solidaridad de muchos para con nosotros”.
El prelado distribuyó una carta pastoral en la cual alienta a “sacerdotes, religiosos, hermanas y fieles a beneficiarse de este año bendito, ante todo, a nivel espiritual”. “Este año [jubilar] no sólo nos exhorta a llevar a cabo gestos de misericordia hacia los demás -concluye Mons. Warda - sino que, aún más importante, nos pide recibir la misericordia de Dios, renacer, aceptar el amor de Dios. Éste es un camino que es, ante todo, personal”.(DS)
23/12/2015
17/12/2016 13:14