14/05/2018, 16.52
RUSIA-UCRANIA
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Alejandro, el obispo del Patriarcado de Moscú que sostiene la autocefalía del Patriarcado de Kiev

de Vladimir Rozanskij

En una entrevista a la revista Levyj Berej, él se pone a favor de la independencia de la Iglesia ortodoxa ucraniana. La autocefalía parece que está deseada y apoyada por la mayoría de los fieles y de los obispos de Ucrania. Críticas a la sumisión del Patriarcado de Moscú a Putin: “Probablemente ya estén evaluando su posible coronación como zar de todas las Rusias”.

Moscú (AsiaNews)- Quienes sostienen la idea de la completa separación de la Iglesia Ortodoxa ucraniana de Moscú no son sólo los políticos, sino también otros, los que buscan una motivación religiosa para colocar dentro del conflicto con el incómodo vecino. También los obispos de la jurisdicción ligada al patriarcado ruso parecen estar en favor del Tomos de la autocefalía que podría llegar de Constantinopla, como lo declara el Metropolitano de Perejaslav-Zalesskij y Vishnevoe Alejandro (Drabinko).

El metropolitano, de 40 años, guía su diócesis desde hace 10 años y es vicario de la metropolitana de Kiev, guiada por Onofrio (Berezovskij), jefe de la Iglesia ucraniana fiel a Moscú. Por algunos años fue también miembro del consejo permanente del Sínodo de los obispos de la Iglesia Ortodoxa rusa (Mezhsobornoe Prisutstvie) y representa a la joven generación de los obispos ortodoxos en Ucrania.

El pasado 10 de mayo, sin medios términos, en una entrevista a la revista Levyj Berej, declaró que “independientemente de la decisión final del Patriarcado Ecuménico, quiero sostener abiertamente la idea de la autocefalía de la Iglesia de Ucrania”.

A la pregunta de los periodistas sobre la diferencia de posición con el mismo Onofrio, que estaría contra la independencia, Alejandro explicó que “mi opinión en realidad no es contraria ni a aquella de la Iglesia ucraniana en general, ni a aquella de su guía, en cuanto jamás fue expresada una posición oficial a tal propósito”. El deseo del metropolitano no estaría “contra” ninguno, sino en favor de la reunificación de las diversas partes y de las diversas almas de la ortodoxia nacional, de la superación del “cisma” existente ya desde los años noventa. Así la Iglesia ucraniana podría restablecer en plenitud su propio status de Iglesia local, “hermana con igual derecho” al igual que las Iglesias ortodoxas en el mundo.

Si bien criticando la injerencia del presidente y el Parlamento, que se están ocupando de la cuestión con modalidades “no canónicas”, la verdadera pregunta se refiere al deseo de los mismos ortodoxos ucranianos. Tal sería de hecho la orientación común ya desde 1991, apenas salidos de la opresión soviética y aún antes de la “salida” del metropolitano Filarete (Denisenko), auto-nombrándose “patriarca” de la Iglesia autónoma de Kiev. Entonces todos los obispos ucranianos (comprendiendo a Onofrio, por entonces metropolitano de Chernivtsi y Bucóvina) se dirigieron a Moscú, a la personas del nuevo Patriarca Alexis II, pidiendo de hecho la autocefalía, pedida repetidamente por el Sínodo en Harkov en 1992. Gracias al rechazo moscovita, surgió la separación decidida por Filarete y por algunos otros obispos. Según Alejandro, “de nuestra parte jamás se habló de una superación de aquellos pedidos”.

Las declaraciones dl joven metropolitano parece ser una modalidad de oficio de expresar la voluntad de los obispos, sin comprometer la autoridad del mismo Onofrio, poniéndolo en dificultad con el sínodo moscovita. El mismo Alejandro reasegura sobre el carácter “lógico y constructivo” de las opiniones expresadas: “La finalidad no es el de provocar un cisma, o confundir y hacer preocupar los ánimos de las personas” y la responsabilidad de excesos y de falsas interpretaciones recae sobre los individuos que quieren sostener.

Esperando se pronuncie Constantinopla, la propuesta de Alejandro, sería la de convocar un Sínodo de todos los obispos de Ucrania, bajo la presidencia del metropolitano Onofrio, para escuchar la opinión conciliar y verificar si coincide con aquella que parece ser de la inmensa mayoría del clero y de todos los fieles, favorables a la autocefalía. Para resolver la cuestión, se podrían proponer soluciones canónicas con conflictivas, involucrando también a los ortodoxos “cismáticos”. Esto haría justicia también a las iniciativas del presidente Poroshenko, que “como jefe de Estado, debe garantizar iguales derechos a todos los creyentes”, superando los conflictos y las acusaciones recíprocas. La superación de las divisiones eclesiásticas, agrega Drabinko, “es también un problema de seguridad nacional”.

En lo que se refiere al Patriarcado de Moscú, subrayó su total dependencia de la política del presidente Putin, afirmando que “probablemente está evaluando su posible coronación como zar de todas las Rusias”, pero la ideología que lo sostiene, aquella del “mundo ruso” sometido a Moscú más allá de las fronteras de Rusia, no es aceptable por los ucranianos. Al máximo, concluye el metropolitano, se podría hablar de una reunión espiritual de todos los ortodoxos eslavos orientales, descendientes del bautismo de Kiev en 988, sin pretensiones políticas o imperiales por parte del “gran hermano” y sin agresiones recíprocas”.

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