Académicos silenciados: la Nueva era de Xi Jinping
La universidad de Guizhou canceló las clases del Prof. Yang Shaozheng, a quien se le aconseja “mantener la boca cerrada y no hacer ninguna clase de afirmación política”. Un libro de Clive Hamilton, en Australia, fue bloqueado por la casa editora, temiendo que China emprenda una venganza. Para no “terminar como la URSS”, Xi Jinping se opone a cualquier crítica. Los resultados del Congreso de Partido se difunden a través de conferencias organizadas en diversas partes del país.
Beijing (AsiaNews) – Académicos que son silenciados; publicaciones bloqueadas; sitios censurados por ser vagamente críticos del Partido: ésta también es la Nueva Era que Xi Jinping ha delineado en su largo discurso volcado al Congreso del Partido Comunista Chino (PCC) el 18 de octubre pasado. Mientras los cuadros y las universidades prometen estudiar a fondo su “pensamiento”, que ha sido incorporado a la Constitución del PCC, se barre con cualquier posición que no esté plenamente alineada con la palabra del líder supremo.
Según las noticias reportadas por RFA, ayer, el académico Yang Shaozheng, que se desempeña como profesor en el instituto de economía de la Universidad de Guizhou, recibió la noticia de que su curso fue cancelado sin justificación alguna. El Prof. Yang llegó a saber que el motivo es “algo que él dijo” y que la orden proviene “de muy arriba”.
En el pasado, el Prof. Yang se ha dedicado a estudiar la situación de los campesinos y el método de tasación al que se ven sometidos. En los últimos meses, él había enviado a una editorial de Chongqing ciertos artículos que la policía ha rotulado como “material sensible”. Ahora, el director de la casa editora está siendo investigado y ha aconsejado al profesor que “mantenga la boca cerrada y que no haga ninguna clase de afirmación política”.
La influencia de Beijing parece difundirse en el exterior. El Prof. Clive Hamilton, un autor australiano, docente de Ética en la Charles Sturt University, en los últimos días ha denunciado la no publicación de un libro suyo, debido a la influencia ejercida por China. Según Hamilton, “es la primera vez que un editor occidental decide censurar material referido al Partido Comunista Chino en su patria [y no en China]”. El libro, titulado “La invasión silenciosa: Cómo China está transformando a Australia en un Estado-títere”, debía ser publicado por la editorial Allen & Unwin, pero ésta ha dicho que necesita tiempo para estudiar los posibles efectos colaterales legales que acarrearía su publicación. En el volumen se sacan a la luz las modalidades, quizás clandestinas o de bajo perfil, con las cuales los agentes del PCC operan dentro del país, tratando de influenciar la opinión pública.
Por su lado, Cheng Jingye, el embajador chino en Australia, ya ha rechazado las acusaciones de interferencia de su país en la política australiana, tildándolas de “infundadas” y al referirse al libro, rotula éste como “capaz de generar tan sólo “pánico en relación a China”.
En tanto, a pocos días de haberse concluido el Congreso de PCC, cuadros y miembros del gobierno se dedican a difundir “el espíritu” surgido del encuentro, durante el cual el “pensamiento de Xi Jinping” fue incorporado a la Constitución, pensamiento en el cual se exalta el “sueño chino” de que el país se convierta en una gran potencia para el año 2050, con la condición de someter a la guía del PCC todos los aspectos de la vida.
Ya ha habido varias conferencias en distintas provincias: Heilongjiang y Jilin, en el noroeste; en Shanxi; en Anhui, Fujian, Yunnan y en Hainan. Dentro de dos días incluso se llevará a cabo un encuentro en Lhasa, en el Tíbet.
En el Congreso, Xi declaró que el Partido debe “oponerse decididamente” a aquellas acciones que socaven su autoridad. Por ese motivo, cualquier crítica, incluso la más mínima, debe ser eliminada desde su misma raíz. Hace algunos meses, causó gran estruendo la censura de más de 300 artículos, requerida a la Cambridge University y efectuada en el sitio de internet China Quarterly. La editorial en un primer momento aceptó la imposición, pero ante la presión de muchos intelectuales, finalmente decidió volver sobre sus pasos.
Hace varios años que Xi Jinping y el Partido temen repetir “el fin de la Unión Soviética”. Por eso, debe ser bloqueada cualquier crítica a la historia del Partido. En un viaje a Guangdong en el 2012, él dijo: “¿Por qué colapsó el Partido Comunista soviético? Una razón importante es que sus ideales y su credo habían sido sacudidos… Botar la historia de la URSS y del Partido comunista soviético, deshacerse de Lenin y Stalin, y botar cualquier otra cosa, significa dedicarse a un nihilismo histórico que confunde nuestros pensamientos y mina la organización del Partido en todos los niveles”.
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