12/08/2020, 11.47
VATICANO
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Papa: el ser humano jamás es un bien de consumo, sino una persona creada y con una dignidad única

“A veces miramos a los demás como objetos para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada enceguece y fomenta una cultura del descarte, individualista y agresiva”. “El creyente, cuando contempla al prójimo como hermano y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, y no con desprecio o enemistad. Y al contemplar el mundo a la luz de la fe, se dedica a desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia”.  

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La pandemia ha dejado al descubierto la vulnerabilidad y la interconexión que existe entre los seres humanos. Pero también ha puesto de relieve “patologías sociales más amplias”. Y entre ellas, la “visión distorsionada de la persona”, cuya dignidad se descuida o viola.  Continuando con el nuevo ciclo de catequesis sobre el tema “Curar al mundo”, el papa Francisco dedicó a la “Fe y dignidad humana” la reflexión durante la audiencia general de hoy, que nuevamente tuvo lugar en la Biblioteca del Palacio Apostólico. 

“A veces – observó Francisco - miramos a los demás como objetos, para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada enceguece y fomenta una cultura del descarte, individualista y agresiva, que transforma al ser humano en un bien de consumo”. “Sin embargo, a la luz de la fe, sabemos que Dios mira al hombre y a la mujer de un modo diferente. Él nos ha creado, pero no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar; nos ha creado a su imagen y semejanza (cfr Génesis 1,27). De esta manera, nos ha dado una dignidad única, invitándonos a vivir en comunión con Él, y en comunión con nuestras hermanas y nuestros hermanos, con un respeto por toda la creación”. “En comunión, en armonía, podemos decir. La creación es una armonía en la que estamos llamados a vivir. Y en esta comunión, en esta armonía que es comunión, Dios nos dona la capacidad de procrear y de custodiar la vida (cfr Génesis 1, 28-29), de trabajar y de cuidar la tierra (cfr Génesis 2,15; LS, 67)”.

Por tanto, se debe superar la mirada individualista, y ver a cada personas como un hermano.  Tratar de trepar en la vida, “de ser superiores a los demás, destruye la armonía. Es la lógica del dominio, de dominar a los otros. La armonía es otra cosa: es servicio”. “Por tanto, pidamos al Señor que nos dé ojos atentos a los hermanos y hermanas, para velar especialmente por aquellos que sufren. Como discípulos de Jesús, no queremos ser indiferentes ni individualistas; “solo para mí”; mirar exclusivamente el propio interés. La armonía que Dios ha creado nos pide mirar a los demás, las necesidades de las otras personas, sus problemas, y estar en comunión. Queremos reconocer la dignidad humana en cada persona, cualquiera sea su raza, lengua o condición”.

“Esta renovada conciencia de la dignidad de todo ser humano tiene serias implicaciones sociales, económicas y políticas. Mirar al hermano y a toda la creación como un don recibido por el amor del Padre suscita un comportamiento caracterizado por la atención, el cuidado y el asombro. Así, el creyente, al contemplar al prójimo como un hermano, y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio o enemistad. Y cuando contempla el mundo a la luz de la fe, se dedica a desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia”.

“Mientras todos nosotros trabajamos para curarnos de un virus que golpea a todos de manera indistinta, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana; la fe siempre exige que nos dejemos sanar y convertir de nuestro individualismo, tanto personal como colectivo. Que el Señor pueda “devolvernos la vista” para redescubrir qué significa ser miembros de la familia humana. Y que esta mirada pueda traducirse en acciones concretas de compasión y respeto hacia cada persona, y de cuidado y custodia de nuestra casa común.

“La Biblia – agregó, en el momento de saludar a los fieles de lengua árabe -  nos enseña que cada ser humano ha sido creado por amor, hecho a imagen y semejanza de Dios. Esta afirmación nos muestra la inmensa dignidad de cada persona, que no es una mera cosa, sino alguien. Es alguien capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse libremente y de entrar en comunión con las demás personas”. 

En los saludos, Francisco recordó que en pocos días más, se celebrará la Asunción de la Virgen. Por último, recordó a los fieles de lengua italiana que ayer, la Iglesia “celebró la memoria de Santa Clara de Asís”. E invitó a “imitar su luminoso ejemplo de generosa adhesión a Cristo”.

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