08/01/2015, 00.00
IRAK
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Escuela y trabajo: los problemas de los jóvenes prófugos de Mosul

de Bernardo Cervellera
La guerra está secando el balance del Kurdistán: se necesita pagar a los soldados, las armas, a la policía para que controle las calles. Entre la guerra y los nuevos problemas económicos y sociales (precio del petróleo, nuevos refugiados) se arriesga que llegue una crisis. Y los jóvenes, prófugos y no, no logran conseguir un trabajo. En las escuelas se habla kurdo, mientras que los jóvenes de Mosul apenas hablan árabe. Las personas que más dan compasión son los ancianos: no tienen nada que hacer en toda la jornada, el clima es totalmente diverso al cual estaban acostumbrados, la existencia se dio vuelta...

Benata (AsiaNews). Muy temprano, mons. Rabban al-Qas, el obispo caldeo de Duhoc, nos conduce a Benata, en las montañas de Kurdistán para que podamos encontrarnos con los refugiados.

La llegada de los prófugos a la región de Duhoc redobló el número de cristianos: de 15 mil que eran pasaron a ser 30 mil. Pero también llegaron muchos yazidíes, escapados a las montañas de Siria y luego volvieron a Irak. La mayor parte de los cristianos viene de Mosul y de los pueblos vecinos. Algunos de ellos lograron escapar enseguida, la noche del viernes 6 de junio, después que los altoparlantes de las mezquitas habían dado el aut-aut a los cristianos. En un cierto sentido son los más afortunados: pudieron partir con sus autos, llevándose todo lo que podían. El día después del Ejército islámico (EI) puso puestos de bloqueo y les robó a los cristianos todo lo que pudieron. Mateo, de 50 años, empleado del gobierno tuvo que partir de noche a pie, junto a su mujer, a su cuñada minusválida a sus 3 hijos, Martin de 15 años y a los dos mellizos de 12 años, Alan y Albert (en la foto). Para huir hacia Qaraqosh- cuando aún estaba libre- tuvo que llevar a su cuñada en sus espaldas y caminar diversos km.

Gracias a conocidos y amigos, llegó a Duhoc y luego a Benata. El p. Samir, el párroco que en esos días organizaba como podía la llegada de la multitud de prófugos, encontró para ellos un local de la parroquia, una sala del catecismo. La habitación estaba llena de colchones; en un rincón había valijas, cajas, tachos. Las 6 personas viven en esta habitación. La cocina es otra sala del catecismo, el baño es un localcito sin ventanas.

De allí se escucha discutir a las dos hermanas: con el patio lleno de nieve y con una temperatura muy baja, la mujer minusválida, ayudada por la hermana puede ducharse con el agua helada. La hermana lleva a la mujer a la sala común envuelta en una cobija, la pone en un colchoncito y cerca de una estufita de gas para calentarla. El p. Samir levanta los brazos impotente: no hay agua caliente.

Casi frete a ellos están alojadas otras dos familias: la madre, la hija, el cuñado y una amiga. Las habitaciones estaban por ser demolidas para construir una nueva casa parroquial, pero la máquina que llegó para la demolición no funcionó. Tres días después inició la emergencia y el edificio- más bien viejo- se convirtió en la casa de todos ellos.

Los cristianos escapados en junio han encontrado colocaciones más o menos dignas. Quien pudo escapar en agosto se encontró que tuvo que contentarse con soluciones más precarias. Muchos yazidíes, que por ejemplo llegaron después de la fuga, asediados en el monte Sinjar, y luego de vuelta la fuga, encontraron hospitalidad en un viejo pueblo turístico abandonado de hace decenios, casi sin puertas ni ventanas. La parroquia les puso las puertas y las ventanas a las casas y ahora viven decenas de familias de yazidíes. Ellos tienen familias numerosas. Pero han perdido muchos hijos durante este último éxodo. Los niños pequeños porque se morían de hambre o de sed. Las hijas porque eran raptadas por el EI y casadas por la fuerza con los milicianos. Muchas jóvenes mujeres prefirieron quitarse la vida, antes que caer en manos de esos esposos desalmados. Curiosamente, la iglesia de esta zona está dedicada a la Madre de 7 los hijos de los Macabeos, que exhorta a su prole a permanecer firmes en la fe, aún a costa del martirio.

"El problema más grande- explica el p. Samir- es que esta gente tiene poco que hacer durante la jornada. Sobre todo los jóvenes y las jóvenes pues no tienen ni escuela ni trabajo".

A simple vista el Kurdistán parece que esté en pleno desarrollo. Pero la guerra se está comiendo muchos fondos y el Budget para la región se hace añicos: es necesario pagar a los soldados, las ramas a los policías que cuidan y vigilan la calles. Además el gobierno de Bagdad, que debería cubrir el 17% del Budget de la región, de hace años no entrega ni un denario para las cajas de la región autónoma. A esto se le debe agregar la caída del precio del petróleo. Entre la guerra y los nuevos problemas económicos y sociales (precio del petróleo, nuevos refugiados) estamos delante de una crisis grave. Y los jóvenes prófugos o no, no encuentran trabajo.

 Existe también el problema de la escuela: los de la región de Mosul hablan árabe; aquí las escuelas son en lengua kurda y no todos la conocen. Además existen otras tensiones.

Los mellizos de Mateo, muy buenos en la escuela, estaban felices cuando los aceptaron en la escuela media (están en 3° año). Para hacer ahorrar al papá el gasto del transporte en autobús, decidieron caminar la media hora de ida y otra de vuelta a la escuela. Lamentablemente, en la escuela de ellos, alguien  quemó una bandera kurda y ahora todos los "árabes", como los llaman a aquellos de Mosul, fueron expulsados de la escuela. Ahora estos muchachitos inteligentes están obligados a quedarse en casa y no poder estudiar, si bien estaban aprendiendo bien hasta el inglés.

Otro centro de prófugos está cerca del jardín de infantes y de una escuela. Aquí también hay familias de Mosul. La escuela fue adaptada para alojar a una familia por aula. Entre éstas también hay dos hermanas. Una de ellas desafió a un miliciano del Isis que la quería obligar a convertirse en musulmana. Ella le dijo: Nací cristiana y moriré cristiana. Y el miliciano la dejó ir. Es una mujer alegre, vivaz y decidida.

Las personas que dan más compasión son los ancianos: no tienen nada que hacer en toda la jornada, en un clima distinto al cual estaban acostumbrados, la existencia se les dio vuelta...aquellos que visitamos, parecen como perdidos.

El p. Samir cuenta del frenesí de los primeros días de junio y el crescendo hasta agosto. "Cada día llegaban decenas y decenas de personas. El jardín de infantes de la parroquia se convirtió en el lugar de desplazamiento. Se presentaban familias enteras y algunas veces niños solos, traídos por alguna buena persona. Se les indicaba adonde debían ir. Si el lugar ya estaba ocupado, se les indicaba otro. De lugar en lugar, una familia llegó hasta la frontera con Turquía, en la alta montaña. Por una semana tuvieron que vivir en su automóvil. Había terminado la nafta y el lugar era un desierto".

El sacerdote está lleno de gratitud: "Todos están agradecidos: muchos cristianos de Duhoc ha  alojado a familias enteras ("Son cristianos por lo tanto son nuestros hermanos"). Muchos han puesto a disposición sus autos, sus bienes, colchones, sillas o les han ofrecido dinero para comprarlas. Mucha ayuda llegó de parte de los caldeos del extranjero. Austria, América, Australia. Una gran ayuda vino de las Iglesias europeas y sobre todo de la italiana, y también de ustedes de AsiaNews. Gracias a todos".

(Fin de la tercera parte).

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