10/12/2014, 00.00
COREA-VATICANO-PAZ 2015
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Sacerdote coreano: Liberen a las mujeres del Norte, vendidas como esclavas en China

En su Mensaje para la Paz 2015, el Papa Francisco recuerda a las mujeres "obligadas a casarse" o "vendidas en vista de casamiento". El 90% de las mujeres nord-coreanas que escapan a China son vendidas a maridos chinos o a burdeles por 2 mil dólares. Un sacerdote coreano, junto a organizaciones humanitarias, paga por el rescate de ellas y las llevan a Corea del Sur.

Seúl (AsiaNews)- El p. Domingo Cho, de 40 años, sacerdote de hace 12, es un dominico de Seúl. Su trabajo pastoral es el cuidado de los prófugos nord-coreanos que piden asilo al Sur, ayudándolos en la difícil integración con una sociedad que si bien hablan (casi) la misma lengua, es extraña y lejana por el estilo de  ida en el cual crecieron.

Pero una de sus tareas más importante y dolorosas es la de tratar de liberar a las mujeres nord-coreanas que son vendidas en China como esposas o esclavas del sexo.

Justo hoy, el Papa Francisco, en su Mensaje por la Paz 2015, recuerda esta plaga de dimensiones mundiales. Él se refiere a las "personas obligadas a prostituirse, entre las cuales hay muchas menores, y a las esclavos y esclavos sexuales, a las mujeres obligadas a casarse, a aquellas vendidas en vista del casamiento" (N.3).

Y bien, según estudios de organizaciones no gubernamentales, al menos el 90% de las mujeres nord-coreanas se convierten en víctimas del tráfico se seres humanos, algunas veces como prostitutas, más a menudo como esposas esclavas de algún chino.

El problema, explica el p. Domingo, es que en los campos de China hay un número demasiado bajo de mujeres a causa de la ley del hijo único y del enorme número de abortos selectivos. Hay zonas del Nordeste de China donde la ratio entre jóvenes varones y jóvenes mujeres es de 14 a 1. Esto que el tráfico de mujeres se convierta en algo muy rentable.

Desde el 2007, China decidió reenviar a Corea del Norte a los ciudadanos de ess país que huían. Esto hace que los prófugos sean fácilmente chantajeados. Y es así que las mujeres, con tal de no volver hacia atrás, aceptan la esclavitud.

"Normalmente- explica el p. Cho- una mujer es vendida por 2 mil dólares Usa. En la mayor parte de los casos ellas viven como esclavas: hacen hijos, trabajan dando el dinero ganado al marido, limpian la casa". Entre las tantas historias de las cuales él es testigo, está el de una mujer vendida contemporáneamente a 5 hombres que la utilizan a turno.

A través de una red de amigos y mediadores "nosotros tratamos de liberarlas. Juntamos, aquí en Corea el dinero y las "recompramos" a sus dueños, y las traemos aquí,  a Corea del Sur.

El p. Cho cuenta también de mujeres que se rebelaron, entonces las repatriaron a Corea del Norte. "Estas son ajusticiadas u obligadas a trabajos forzados. Y si por casualidad quedaron embarazadas por maridos chinos, son obligadas a bortar para salvar la pureza de la raza coreana (del Norte)".

Cuando las mujeres llegan al Sur, ellas son interrogadas sobre todo por los servicios del gobierno de Seúl, para verificar si son espías o realmente refugiadas. Luego son colocadas en centros de adiestramiento, para poder introducirlas en la sociedad coreana del Sur.

"Yo las ayudo- explica el p. Cho- en los diálogos, ofreciendo asistencia para sus necesidades. Pero el más grave problema es la soledad: no tienen a nadie, se encuentran en un  mundo que no conocen, en una situación para ellas extraña; tiene una necesidad extrema de hablar y ser confortadas.

"Con el pasar del tiempo- continúa el sacerdote- algunas expresan el deseo de convertirse en cristianas". El p. Domingo hace notar entre que las mujeres nord-coreanas hay algunas que se han casado con un chino católico, que las trataban bien y en modo humano. Por esto ellas conservan gratitud por sus maridos y quieren conocer la fe que les permitió vivir con dignidad. Si este es el caso, explica el sacerdote, alguna que otra vez llegan de China a Seúl, también el marido y sus hijos. Pero la mayoría de los casos llegan mujeres solas y marcadas por años de esclavitud. "También éstas- agrega el p. Cho- a menudo están interesadas en conocer la fe cristiana u otras religiones (protestantismo o budismo). Pero el motivo parecer ser más la necesidad de ayuda para integrarse los más rápido posible".

El p. Domingo no esconde que además del problema de la integración de los refugiados, existe también el problema de hacer aceptar a los prófugos por la población del Sur: "los sud-coreanos no los aceptan gustosos y así los nord-coreanos, no se sienten en su propia casa, Es necesario cambiar realmente nuestro modo de obrar.

La Iglesia tiene la tarea de cambiar los corazones de la gente y recibir a las personas no por motivos políticos, cancelando las gafas ideológicas con los cuales nosotros del Sur vemos a los nord-coreanos".

"Las dos Coreas- concluye- existen de hace 60 años y tenemos una historia de competición, de guerra y de enfrentamiento. Y de ambas partes de la península continúan manteniendo esta mentalidad de choque. Mi generación, por ejemplo, fue educada en el anti-comunismo. Pero luego entendí que los nord-coreanos eran parte del mismo pueblo y tenemos la misma cultura. Por esto, decidí trabajar por la reconciliación entre coreanos". (BC).

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