02/11/2013, 00.00
VATICANO
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Papa: en esta hora pensamos en nuestro atardecer, con el corazón anclado en la esperanza de Jesús, que no defrauda

Separándose de un texto preparado, en la Misa del cementerio del Verano, el Papá Francisco ofrece una meditación sobre la muerte, pero principalmente en la esperanza "anclada" a Jesucristo. El recuerdo de los refugiados que murieron en el desierto y en el mar.

Roma (AsiaNews) - Tal vez transportado por la melancolía del dorado atardecer romano; tal vez golpeado por las tumbas visitadas en el cementerio del Verano, donde reposan muchos grandes de la historia italiana; tal vez la memoria de todos aquellos que son perseguidos, -como en el Ángelus había recordado unas horas antes -en la misa celebrada hoy en la tarde el Papa Francisco se ha separado totalmente de la homilía preparada y dictó una meditación en la que las palabras que se repiten a menudo son "la esperanza", "ancla", "Jesús", como si fuera a proclamar la fuerza de la esperanza cristiana en un lugar que habla del final y la muerte de cada hombre.

El Pontífice celebró la Misa rodeado por miles de fieles que ocuparon las calles y los pasillos entre las tumbas monumentales del Verano. Estuvo acompañado por el cardenal Agostino Vallini, Vicario de Roma, mons. Filippo Iannone, vicegerente de de la diócesis de Roma, obispos auxiliares y el p. Armando Ambrosi, párroco de san Lorenzo Extramuros, donde se encuentra el cementerio. El Papa Francisco ha renovado una tradición de Juan Pablo II hasta el 1° de noviembre de 1993, aunque Benedicto XVI en 2008 celebró la Eucaristía en la cercana Basílica de san Lorenzo Extramuros.

Con una voz lenta y emocionada, el Pontífice dijo: "a esta hora antes del atardecer, en este cementerio recopilamos y creemos en nuestro futuro y el de todos aquellos que se han ido, aquellos que nos han precedido en la vida y son del Señor. Es tan hermosa la visión que hemos escuchado en la primera lectura (Rev. 4.9-7.2-14).

El amor pleno, que esperamos. Y quienes nos han precedido en el Señor están allá y lo proclaman que fueron salvados no por sus obras, sino por el Señor: 'La salvación pertenece a nuestro Dios... El cordero (Rev. 7, 10b)... Es Él quien nos salva y se porta como un padre al final de la vida en la otra orilla".

Refiriéndose nuevamente a la lectura del apocalipsis el Papa continúa: "una vieja pregunta: ¿Quiénes son estos..? Son aquellos que provienen de la gran tribulación y han lavado sus ropas, permaneciendo blancos con la sangre del cordero"(Rev. 7, 14)".

"Sólo podemos entrar en el Cielo gracias a la sangre del cordero. Es por la sangre de Cristo que somos justificados.

Y si hoy recordamos a nuestros difuntos hermanos y hermanas, es porque se lavaron en la sangre de Cristo. Es nuestra esperanza. Él nunca defrauda".

El Papa pasó a hacer referencia a la primera lectura de la Misa (1 Juan 3, 1-3): "Juan dijo a sus discípulos: Ves lo que el amor del Padre nos ha dado... Somos hijos de Dios, pero lo que no seremos ha sido revelado.  Y más: seremos similares a Él. Esta es nuestra esperanza".

"Hoy, agregó, en el día de los Santos, antes del día de los muertos, es necesario pensar en esta esperanza que nos acompaña en la vida... Los primeros cristianos pintaban la esperanza  como un ancla. Como si la esperanza fuese anclada en la vida de Dios, en el otro lado. Tener la vida anclada allí donde estamos nosotros y nuestro querido Jesucristo, Dios. Esta es la esperanza que no defrauda".

"La esperanza -ha concluido- es como una levadura que hace ampliar tu alma. Incluso en tiempos difíciles, la esperanza, el alma continúa. Hoy es un día de esperanza. Nuestros hermanos y hermanas están en presencia de Dios. También estaremos ahí si caminamos en el camino de Jesús... Aquel que tiene esta esperanza en Él se purifica ' (1 Juan 3, 3). Esperanza purifica, aclara, hace ir más rápido.

En este atardecer de hoy, cada uno de nosotros piense en su puesta de sol. ¿Miro con esperanza? ¿... Donde está anclado mi corazón? Si está anclado en esa orilla, esperanza no desilusiona porque Jesús no defrauda".

Al final de la misa, el Papa agregó: "me gustaría orar en una forma especial y en particular por  nuestros hermanos y hermanas que murieron mientras buscaban una vida más digna. Hemos visto la crueldad del desierto, el mar donde muchos se ahogaron. Y oremos por aquellos que se han salvado. Son tantos los que se encuentran en los lugares de acogida. Esperemos que pueden ir en otro lugar, más cómodo, a otros centros."

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