16/03/2020, 15.58
INDIA
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'Soy yo, no temas’: la historia de una vocación

de Godfrey Francis Malu

“En un mundo donde uno se ve tan inclinado a hacer dinero, a encontrar buenos trabajos, a convertirse en profesional, llegado un punto me di cuenta de que estas cosas materiales no me traían el tipo de felicidad que desea el alma que llevo dentro”. 

Bombay (AsiaNews) – “Soy no, no temas”: las palabras de Jesús, a las que alude el Evangelio de Juan, fueron una guía en la vocación de un joven, ordenado en la iglesia de Nuestra Señora del Mar, en Uttan. La historia de una vocación, tal y como él la cuenta.

En un mundo donde uno se ve tan inclinado a hacer dinero, a encontrar buenos trabajos, a convertirse en profesional, llegado un punto me di cuenta de que estas cosas materiales no me traían el tipo de felicidad que desea el alma que llevo dentro. La llamada a la vocación sacerdotal se inició cuando Dios me concedió el don de la fe, siendo yo un niño, a través de pruebas que me hicieron discernir mi llamada al sacerdocio. 

Cuando cursaba 5to grado mi padre murió. Como yo esta muy cerca suyo, sentí un gran vacío en mi vida. Sin nadie que nos sostuviera económicamente, mi madre quería que yo abandonase la escuela y la ayudase. Pero me negué a hacerlo. En aquella época, mis amigos me alentaron a unirme a los monaguillos del altar. Me gustaba servir en la misa regularmente. Más cerca estaba del sagrario, y más a gusto me sentía. En efecto, comencé a darme cuenta de que me sentía más feliz y en paz en la iglesia, que en casa.

Durante uno de estos encuentros con los acólitos, sentí este extraño deseo de reunirme con el sacerdote a cargo [de la parroquia] y compartir con él todos mis problemas. Luego de una sesión de asesoramiento y guía, el sacerdote me ofreció quedarme en la parroquia.  Mi alegría no tenía límites porque a través de Jesús y con Jesús, mis necesidades eran tomadas en consideración. Esta en compañía de sacerdotes, servía en la misa regularmente y me encantaba observar su trabajo pastoral y ayudarlos. 

Un sacerdote muy anciano me ayudó a descubrir mi vocación. En su tiempo libre, siempre le hacía preguntas sobre el sacerdocio y él me contaba: “no es fácil, pero cuando Dios llama, te ayuda”. Y el estilo de vida de este cura, su guía y apoyo, me impulsaron a volverme sacerdote. Yo solo quería ser cura. 

La participación en la Eucaristía y la oración personal me ayudaron a seguir adelante con mi decisión. Mientras continuaba con mi educación, desarrollé una inclinación por el trabajo social. Cada vez que había dificultades, tanto en casa como en los estudios, y me sentía abatido, el versículo de Juan 6:20 “Soy yo, no temas”, siempre me daba fuerzas. 

Y ahí fue cuando me di cuenta de que mi corazón deseaba ardientemente ser un asistente social para Cristo, y me inscribí en el seminario. Cuando llegué al quinto año del seminario, se hizo difícil seguir con mi vocación. Sentía que no era bueno como mis compañeros de estudio, y pensaba que jamás llegaría al sacerdocio. Estaba comenzando a perder la confianza en mí mismo. Para complicar más todo, como consecuencia de un cáncer perdí a mi madre, que era mi  única fuerza y apoyo después de mi padre. Como nadie podía ocuparse de los asuntos de la familia, casi que había decidido dejar el seminario, para ocuparme de atender y cuidarla. El espíritu estaba dispuesto a servir a Dios y a su pueblo con todo el corazón, pero la carne era débil para tomar una decisión, por miedo a lo desconocido. 

Hoy, cuando repaso esos días de indecisión, me siento feliz de haber escuchado la voz de Dios, que decía: “Soy yo, no temas”. Durante mi formación en el seminario, sentí la mano de Dios que me infundía confianza y decisión. Por mi lado, se precisó mucho coraje para permitir que Dios trabajase en mi vida. Coloqué mi mano en la suya y hoy camino con alegría, con una fe inquebrantable. 

Mientras me preparo para guiar al rebaño de Cristo a través de mi ministerio, mis palabras, mis acciones y mi experiencia personal, quiero llegar a las familias divididas y en particular a los jóvenes que necesitan que se los fortalezca en la fe, y darse cuenta de que su fuerza está basada en Jesús. Para llegar a ellos y aportar tranquilidad con las palabras de Jesús en Juan 6:20: “Soy yo, no temas”.  

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