En el Regina Caeli, Francisco volvió a pedir el diálogo en Tierra Santa. Un llamamiento para que ya no haya más violencia en Venezuela, especialmente hacia los detenidos. “Desde aquél día de Pentecostés, y hasta el final de los tiempos, esta santidad, cuya plenitud es Cristo, es donada a todos aquellos que se abren a la acción del Espíritu y se esfuerzan en ser dóciles”.
Es una exhortación a cambiar, impulsados por el “viento” del Espíritu, “fuerza divina” que “cambia los corazones y los acontecimientos”, la homilía pronunciada por Francisco durante la misa celebrada en la basílica de San Pedro. “Sopla sobre la Iglesia y empújala hacia los extremos confines para que, llevada por ti, no lleve nada más que a ti. Sopla sobre el mundo el calor delicado de la paz y el fresco descanso de la esperanza”.