Papa: una nueva alianza entre jóvenes y ancianos para compartir el tesoro de la vida

En la primera jornada mundial dedicada a los Abuelos y las Personas Mayores, Francisco dijo que "sin el diálogo entre los jóvenes y los abuelos, la vida no avanza". "Cada día mueren en el mundo unos siete mil niños menores de cinco años por causas vinculadas a la desnutrición". Francisco pidió que las Olimpiadas sean “un signo de esperanza y fraternidad universal". Oración por las víctimas de las inundaciones en China.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Sin el diálogo entre los jóvenes y sus abuelos, la vida no avanza", porque los abuelos "tienen derecho a soñar mirando a los jóvenes, y los jóvenes tienen derecho a la valentía de la profecía tomando la linfa de los abuelos”. La invitación a caminar juntos fue el centro del mensaje del Papa Francisco para la primera Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores. Una fecha especial que el pontífice mismo ha impulsado y para la que se ocupó de escribir la homilía de la misa, que se celebró en la basílica de San Pedro. También se refirió a la jornada luego de rezar el Ángelus, cuando recordó las Olimpiadas pidiendo que "sean un signo de esperanza y de fraternidad universal". El pontífice dijo que rezaba por las víctimas de las inundaciones en China y por sus familias y expresó su "cercanía y solidaridad a todos los que sufren esta calamidad".

La misa fue celebrada por monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, para que el Papa “no se canse de más y pase estos últimos días en reposo para recuperar plenamente sus fuerzas y retomar su ministerio pastoral".

Francisco destacó la necesidad de la "alianza" de los jóvenes con sus abuelos. Retomando el pasaje del evangelio de la multiplicación de los panes, subrayó tres momentos: “Jesús que ve el hambre de la multitud; Jesús que comparte el pan; Jesús que ordena recoger los pedazos que sobran. Tres momentos que se pueden resumir en tres verbos: ver, compartir, custodiar. Ver; es “Jesús, que no es indiferente ni está atareado, sino que advierte los espasmos del hambre que atormentan a la humanidad cansada. Él se preocupa por nosotros, nos cuida, quiere saciar nuestra hambre de vida, de amor y felicidad. En los ojos de Jesús descubrimos la mirada de Dios: una mirada atenta, que escudriña los anhelos que llevamos en el corazón, que ve la fatiga, el cansancio y la esperanza con las que vamos adelante. Una mirada que sabe captar la necesidad de cada uno. A los ojos de Dios no existe la multitud anónima, sino cada persona con su hambre”.

“Esta es también la mirada con la que los abuelos y los mayores han visto nuestra vida. Es el modo en el que ellos, desde nuestra infancia, se han hecho cargo de nosotros”.

Compartir. “Hoy tenemos necesidad de una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de compartir el tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos. Sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras. Frecuentemente, en nuestras sociedades hemos entregado la vida a la idea de que “cada uno se ocupe de sí mismo”. Pero eso mata. El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados”.

Custodiar. “Después de que todos comieron, el Evangelio cuenta que sobraron muchos pedazos de pan. Ante esto, Jesús dice: «Recojan los pedazos que han sobrado, para que no se pierda nada» (Jn 6,12). Con mayor razón, no se debe descartar a nadie. Es una invitación profética que hoy estamos llamados a hacer resonar en nosotros mismos y en el mundo: recoger, conservar con cuidado, custodiar. Los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que haya que tirar. Ellos son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida, que todavía pueden nutrirnos con una fragancia que hemos perdido, ‘la fragancia de la memoria’. No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos”. 

“Por favor, no nos olvidemos de ellos. Aliémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancianos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios”.

Francisco también habló del pasaje del Evangelio durante el Ángelus. Antes de rezar la oración a María, Francisco dio el ejemplo del joven que tuvo el gesto de donar sus panes y sus peces, y subrayó una “gran enseñanza:  El Señor puede hacer mucho con lo poco que ponemos a su disposición”. “A Dios le encanta actuar así: hace grandes cosas a partir de las cosas pequeñas y gratuitas”. “Nosotros tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar, disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás”.

Tampoco hoy la multiplicación de los bienes resuelve los problemas sin una justa distribución. Me viene a la mente la tragedia del hambre, que afecta especialmente a los niños. Se ha calculado que alrededor de siete mil niños menores de cinco años mueren a diario en el mundo por causas vinculadas a la desnutrición. Ante escándalos como estos, Jesús nos hace una invitación similar a la que recibió el muchacho del Evangelio, ese joven sin nombre en el que todos podemos vernos: "Ánimo, da lo poco que tienes, tus talentos y tus bienes, ponlos a disposición de Jesús y de los hermanos. No temas, nada se perderá, porque, si compartes, Dios multiplica. Echa fuera la falsa modestia de sentirte inadecuado, ten confianza. Cree en el amor, en el poder del servicio, en el poder de la gratuidad".