Papa: la vida es un tiempo para hacer elecciones, y las obras de misericordia son las más hermosas de la vida

“Elegir, sobre todo hoy, es no dejarse domesticar por la homologación, no dejarse anestesiar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber renunciar a las apariencias y al hacerse ver”. Los jóvenes de Panamá “pasaron” la cruz de la JMJ a los jóvenes portugueses. La celebración diocesana de la JJ tendrá lugar el domingo de Cristo Rey.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La vida “es el tiempo de las elecciones fuertes, decisivas, eternas. Las elecciones banales conducen a una vida banal, las elecciones grandes hacen grande la vida. En efecto, nosotros nos convertimos en lo que elegimos, para bien o para mal”. Las elecciones que se hacen por uno mismo o para seguir “los sueños de Dios”, en primer lugar las obras de misericordia, es el tema de la reflexión que propuso el Papa Francisco en la misa que celebró en la Basílica de San Pedro en la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo

Al concluir la celebración, se efectuó el traspaso de la Cruz y del icono de Maria Salus Populi Romani, símbolos de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que la delegación de los jóvenes panameños entregó a los jóvenes portugueses, anfitriones de la próxima JMJ. Francisco anunció también que ha decidido trasladar, a partir del próximo año, la celebración diocesana de la JJ del Domingo de Ramos al Domingo de Cristo Rey.

“Queridos jóvenes - dijo Francisco en su homilía - queridos hermanos y hermanas, no renunciemos a los grandes sueños. No nos conformemos con lo que se supone que debemos hacer. El Señor no quiere que estrechemos nuestros horizontes, no quiere que estemos aparcados en los márgenes de la vida, sino en movimiento hacia metas altas, con alegría y audacia. No estamos hechos para soñar con las vacaciones o el fin de semana, sino para realizar los sueños de Dios en este mundo. Él nos ha hecho capaces de soñar para abrazar la belleza de la vida. Y las obras de misericordia son las obras más hermosas de la vida. Si tienes sueños de verdadera gloria, no de la gloria del mundo que viene y se va, sino la gloria de Dios, este es el camino. Porque las obras de misericordia dan gloria a Dios más que cualquier otra cosa”.

Pero para hacer cosas grandes, hay que empezar por las grandes decisiones. De hecho, en el momento del juicio final el Señor se basa en las decisiones que tomamos. “Él solo deduce las consecuencias de nuestras decisiones, las saca a la luz y las respeta”. Y la vida “es el tiempo de las elecciones fuertes, decisivas, eternas. Las elecciones banales conducen a una vida banal, las grandes elecciones hacen grande la vida. Si elegimos robar nos convertimos en ladrones, si optamos por pensar en nosotros mismos nos volvemos egoístas, si optamos por odiar nos volvemos furibundos, si optamos por pasar horas con el teléfono celular nos volvemos adictos. Pero si elegimos a Dios nos volvemos cada día más amados, y si elegimos amar nos volvemos felices”.

“Elegir, sobre todo hoy, es no dejarse domesticar por la homologación, es no dejarse domesticar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber renunciar a las apariencias y al hacerse ver. Elegir la vida es luchar contra la mentalidad  del descarte y del todo y rápido, para orientar la existencia hacia la meta del Cielo, hacia los sueños de Dios. Sí, porque la belleza de las elecciones depende del amor. Jesús sabe que si vivimos cerrados e indiferentes nos quedamos paralizados, pero si entregamos nuestra vida por los demás nos hacemos libres. El Señor de la vida nos quiere llenos de vida y nos da el secreto de la vida: sólo la poseemos si la entregamos”.

"Sin embargo, hay obstáculos que dificultan las elecciones: a menudo el miedo, la inseguridad, los porqués sin respuesta. Pero el amor nos pide que vayamos más allá, que no nos quedemos atascados en los porqués de la vida esperando una respuesta del Cielo. No, el amor nos impulsa a pasar de los porqués al para quién, del por qué vivo al para quién vivo, de por qué me pasa esto al a quién puedo hacer el bien. ¿Para quién? No solo para mí mismo: la vida ya está llena de elecciones que hacemos por nosotros mismos, para tener un título de estudio, amigos, una casa, para satisfacer nuestras aficiones e intereses. Pero corremos el riesgo de que pasen los años pensando en nosotros mismos sin que empecemos a amar”.

“Pero no solo hay dudas y porqués que socavan las grandes elecciones generosas, hay muchos otros obstáculos. Está la fiebre de consumo que narcotiza el corazón con cosas superfluas. Está la obsesión por la diversión, que parece la única forma de escapar de los problemas y en cambio sólo pospone los problemas. Está la idea fija de reclamar los propios derechos, olvidando el deber de ayudar. Y luego está la gran ilusión del amor, que parece algo que se vive a fuerza de emociones, cuando amar es sobre todo entrega, decisión y sacrificio. Elegir, sobre todo hoy, es no dejarse domesticar por la homologación, es no dejarse domesticar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber renunciar a las apariencias y al hacerse ver. Elegir la vida es luchar contra la mentalidad del descarte y del todo y rápido, para orientar la existencia hacia la meta del Cielo, hacia los sueños de Dios”.

“Todos los días el corazón tiene que hacer muchas elecciones”. “Si miramos dentro de nosotros, vemos que a menudo se nos plantean dos preguntas diferentes. Una es: ¿qué tengo ganas de hacer? Es una pregunta que muchas veces engaña, porque insinúa que lo importante es pensar en uno mismo y complacer todos nuestros antojos e impulsos. Pero la pregunta que el Espíritu Santo sugiere al corazón es otra. No es qué tengo ganas de hacer, sino qué me hace bien. De esta búsqueda interior pueden surgir elecciones banales o elecciones de vida. Miremos a Jesús, pidámosle el valor para elegir lo que nos hace bien, para seguir sus huellas en el camino del amor. Y encontrar la alegría. Para vivir y no solo sobrevivir”.