Ley de EEUU sobre Hong Kong: simbólica, pero con un efecto disruptivo
de Emanuele Scimia

La nueva ley apunta a salvaguardar la autonomía de Hong Kong, pero muchos creen que la adminitración Trump no hará peligrar el status especial del territorio en el ámbito del comercio. Hong Kong es el octavo mercado para las exportaciones americanas, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y 1.344 empresas estadounidenses operan actualmente en el territorio autónomo. La medida es un duro golpe para Xi Jinping y para el PCC, según un ex alto funcionario del Pentágono.     


Washington (AsiaNews) - El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó el 27 de noviembre pasado el Hong Kong Human Rights and Democracy Act, desatando la ira del gobierno chino, que había advertido a Washington que se abstuviera de interferir en los asuntos internos de la ciudad (y, por tanto, de China). 

La legislación pretende ser una respuesta a la gestión demostrada por las autoridades de Hong Kong y Beijing ante las protestas contra el gobierno y en favor de la democracia, que han hecho precipitar a la ex colonia británica en una profunda crisis política y social. 

Se exhorta a China a respetar la Declaración conjunta sino-británica de 1984, que garantiza un alto grado de autonomía en Hong Kong durante los 50 años posteriores a su retorno a China, en 1997.

De acuerdo con los términos establecidos en el US-Hong Kong Policy Act del año 1992, la ciudad es tratada como una entidad separada de la China continental, sobre todo en lo que respecta a comercio, aduanas, inversiones y transferencia de tecnología.  

El Human Rights and Democracy Act exige que el Departamento de Estado de los EEUU certifique anualmente que Hong Kong conserva un grado de autonomía tal que se corresponda con lo establecido en la fórmula “una nación, dos sistemas”. Un requisito ineludible para mantener la relación especial que une a los dos países. También prevé la imposición de sanciones a aquellos funcionarios locales que cometan violaciones de  derechos humanos. 

Trump también ha dado luz verde al Protect Hong Kong Act, por el cual queda prohibido vender a Hong Kong equipamiento antidisturbios producido en los Estados Unidos, como proyectiles de goma, gases lacrimógenos y pistolas eléctricas.

Cabe subrayar que las dos medidas tiene efectos que podrían ir más alla de una simple salvaguarda del futuro político y del estilo de vida de Hong Kong. Parte de ello tiene que ver con las negociaciones para poner fin a la guerra comercial entre China y los Estados Unidos. 

“Considerando que el Congreso americano ha mostrado un fuerte escepticismo, cuando no abierta hostilidad, con relación a la conducta de Beijing en el Pacífico occidental, la administración Trump ha tenido que ceder a la realidad”, estas fueron las declaraciones que recibió AsiaNews de James Clad, vice-asistente y secretario de los EEUU en la cartera de Defensa para la región Asia-Pacífico durante la presidencia de George W. Bush.

“Este es uno de esos momentos en los que cada parte, y los múltiples contendientes dentro del espectro político de cada una de ellas, pueden presionar la tecla ‘pausa’ y cerrar un acuerdo comercial para aportar tranquilidad a los mercados y a las filas del PCC [Partido Comunista Chino], que cuestionan el liderazgo de Xi Jinping”, sostiene Clad, actualmente asesor senior para el  Asia all’American Foreign Policy Council de Washington DC.

Algunos piensan que la nueva ley de los EEUU es en gran parte simbólica: es poco probable que Trump ponga fin al estatus especial de Hong Kong, ya que esto perjudicaría los intereses económicos de los Estados Unidos. Hong Kong es el octavo mercado para las exportaciones americanas, según el Fondo Monetario Internacional, y actualmente hay 1.344 sociedades estadounidenses operando en el territorio autónomo. Y lo más importante, la ciudad es la puerta comercial para la China.

De todos modos, Clad cree que la ley firmada por Trump, por su carácter simbólico, tendrá un efecto disruptivo en este momento  – por el cual se reforzarán aún más los resultados extraordinarios de las elecciones de distrito del 24 de noviembre en Hong Kong. “El PCC está en problemas, pero podría optar por seguir recurriendo a las cachiporras para defender la máxima más importante de todas: la supremacía absoluta del Partido”, insiste el ex alto funcionario del Pentágono. 

A su modo de ver, una medida así tendría consecuencias trágicas en lo inmediato y a largo plazo: todo el Nordeste asiático, e incluso el Pacífico occidental en su totalidad, podría alinearse a la posición tomada por los Estados Unidos.