Madres musulmanas y cristianas, unidas para apagar la mecha de la guerra civil
de Pierre Balanian

En la manifestación, las madres de Chiyah y Ain el Remmeneh gritan: “Somos hermanos y hermanas de dos religiones, pero con el mismo destino”. Se multiplican los incidentes de carácter confesional o partidista. Hace dos días, quemaron vivos a dos chiítas. Enfrentamientos en Beirut, Tiro, Baalbek y Bikfaya. De película: madres cristianas con el velo; madres musulmanas, con la cruz.


Beirut (AsiaNews) – Un grupo de madres cristianas y musulmanas de dos vecindarios de Chiyah (chiíta) y Ain el Remmeneh (cristiano) se congregaron en la plaza en la tarde de ayer, gritando: “Mi hijo no debe morir por nadie”, “Somos hermanos y hermanas de dos religiones, pero con el mismo destino”, “Nadie quiere la guerra civil”.

El temor de una nueva guerra intestina sale a flote mientras se multiplican en todas partes las señales de enfrentamiento de sello confesional o partidista, que quiebran la unidad  de la cual el pueblo libanés ha dado testimonio en los últimos 40 días de manifestaciones. Las madres cristianas y musulmanas se han congregado en la plaza porque en la noche anterior, en Ain el Ramenneh, se produjo un enfrentamiento que duró apenas 10 minutos, entre chiítas y miembros de las Fuerzas Libanesas cristianas de Samir Geagea.  Ain el Remenneh es un barrio tristemente famoso: en abril de 1975, los falangistas asesinaron a los pasajeros palestinos de un autobús, encendiendo la mecha de una guerra civil que duró 15 años.   

Algunos enfrentamientos se produjeron porque a pesar de la prohibición del ejército, varios grupos de manifestantes intentaron cortar las calles. Hace dos días, los manifestantes bloquearon la zona del Ring, en el centro de Beirut, y algunos motociclistas trataron de sortear el bloqueo. Asimismo, en Jiye, en el sur del país, un automóvil con tres chiítas a bordo intentó forzar el bloqueo y, no queda claro si por "accidente" o debido al "lanzamiento de bombas molotov", dos pasajeros del auto murieron calcinados.   

Otro incidente tuvo lugar en Trípoli, con enfrentamientos entre manifestantes y el ejército, luego del intento de arriar la bandera del partido de Gebran Bassil en la sede local. El lanzamiento de piedras y de una bomba molotov, que afortunadamente no estalló, hicieron temer lo peor. 

Luego de las manifestaciones unitarias que reclamaban la atención sobre las necesidades de la población y una nueva clase política, no corrupta, ahora parece haber dos plazas: la que quiere los cortes, y la que no los quiere. En los últimos días, la oposición entre estos dos frentes degeneró en enfrentamientos, saqueos y destrucción de vehículos en varios vecindarios. El choque entre las “dos plazas” se registró en Tiro, Beirut, Baalbek y Bikfaya (feudo de los falangistas).

Hay quienes afirman que está en curso una “contrarrevolución” contra ciertas “manos oscuras” que se aprovechan de las reivindicaciones justas de la gente para seguir su agenda política. En efecto, es evidente que muchos cortes de calles -donde se grita “No a todos los partidos”- son gestionados por miembros de partidos políticos.  

Las reivindicaciones de la población siguen en pie, y son sostenidas por todas las comunidades religiosas. En este sentido, el testimonio de las madres cristianas y musulmanas es esperanzador. En la manifestación de ayer, una madre musulmana incluso se había dibujado una cruz en la frente (ver foto 2). La imagen trae a la memoria la película libanesa “Y ahora, dónde”, ambientada durante la guerra. El filme narra cómo las madres musulmanas y cristianas hicieron todo lo que estaba  a su alcance para evitar que la guerra civil llegase al lugar donde vivían, un pueblo remoto en el sur del Líbano. En la película, las madres cristianas se cubren la cabeza con el velo, y las madres musulmanas, con la cabeza descubierta, llevan un crucifijo en el cuello. Ambos grupos dicen a sus hijos: “Ahora, mátame también a mí: yo también soy una de ellos”.