El Papa: que las universidades católicas superen la herencia del Iluminismo

Al dirigirse a la Federación Internacional de Universidades Católicas, Francisco dijo que los ateneos deben responder a la “fuerte presión que se advierte en varios ámbitos de la vida socio-económica, política y cultural”, a fin de formar “para convertirse no solo en profesionales calificados en las distintas disciplinas, sino también en protagonistas del bien común, líderes creativos y responsables de la vida social y civil, con una correcta visión del hombre y del mundo”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En las universidades, “es necesario superar la herencia del Iluminismo”; educar no es solamente llenar la cabeza de conceptos, sino también coordinar el lenguaje ‘de la mente’, ‘del corazón’ y ‘de la mano’, de acuerdo con una lógica de promoción humana. Es una de las indicaciones que ha dado el Papa Francisco al dirigirse a las universidades católicas de todo el mundo, en el ecuentro que tuvo lugar hoy con los participantes del convenio de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), sobre el tema: “Nuevas fornteras para los líderes de las universidades. El futuro de la salud y el ecosistema de la universidad”. 

Según palabras del Papa, los ateneos deben responder a la “fuerte presión que se advierte en varios ámbitos de la vida socio-económica, política y cultural”, a fin de preparar “para convertirse no solo en profesionales calificados para las distintas disciplinas, sino también protagonistas del bien común, líderes creativos y responsables de la vida social y civil, con una correcta visión del hombre y del mundo. En este sentido, hoy en día, las universidades deben interrogarse sobre la contribución que ofrecen y sobre aquella que deben dar para la salud integral del hombre y para una ecología solidaria”. Exigencias que las universidades católicas debieran advertir “aún con mayor agudeza”. 

En el mundo actual, observó Francisco, el desarrollo de las Ciencias técnicas está destinado a tener un “creciente” influjo en la salud física y psicológica de las personas. Sin embargo, “una educación reducida a mera instrucción técnica o a mera información deviene una alienación de la educación; considerar que se puede transmitir conocimientos abstrayéndolos de su dimensión ética, sería como renunciar a educar. Es necesario superar la herencia del Iluminismo; educar en general, pero sobre todo en la universidad, no es solamente llenar la cabeza de conceptos. Se requieren los tres lenguajes. Es necesario que los tres lenguajes entren en juego: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de la mano, para que se piense en armonía con aquello que se siente y se hace; para sentirse en armonía con lo que se siente y se piensa. Una armonía general, que no haga un corte con la totalidad”. 

“La conexión entre conocimiento y finalidad nos conduce al tema de la intencionalidad y al rol del sujeto en todo proceso de conocimiento. Y así llegamos a una nueva episteme; es un desafío: hacer una nueva episteme. La epistemiología tradicional subrayaba dicho rol considerando el carácter impersonal de todo conocimiento como condición para la objetividad, un requisito esencial de la universalidad y de la comunicabilidad del saber. Hoy, en cambio, numerosos autores ponen de relieve hasta qué punto no existen experiencias totalmente impersonales: la forma mentis, las convicciones normativas, las categorías, la creatividad, las experiencias existenciales del sujeto representan una ‘dimensión tácita’ del conocimiento que sin embargo está siempre presente, un factor indispensable para la aceptación de progreso científico. No podemos pensar en una nueva episteme de laboratorio, esto no funciona; de la vida, sí”. 

Es por eso que las universidades católicas tienen “el imperativo moral “ de abocarse a “realizar una comunidada académica internacional más unida”, profundizando “con mayor convicción” en las propias raíces, en ese contexto cristiano “que dio origen a las universidades”. 

Luego, retomando el tema del convenio, la formación de los líderes de las universidades, Francisco subrayó que “el saber científico y teórico debe ser amasado con la sensibilidad del estudioso y del investigador, para que los frutos del estudio no sean adquiridos en un sentido auto-referencial, es decir, solo para afirmar la propia posición profesional, sino para que sean proyectados en un sentido relacional y social. En definitiva, así como cada científico y hombre de cultura tiene la obligación de servir más, porque sabe más, de la misma manera, la comunidad universitaria, sobre todo si es de inspiración crsitana, y el ecosistema de las instituciones académicas deben responder en su conjunto a la misma obligación”.