Papa en Mozambique: para tener el ‘derecho a la paz’ aprender a amar al enemigo

La visita al centro “Dream” para las personas enfermas de SIDA/HIV: “los pobres necesitan, de la involucración personal de cuantos escuchan su grito”. “No se puede pensar en el futuro, construir una nación, una sociedad basada sobre la ‘equidad’ de la violencia. No puedo seguir a Jesús si el orden que promuevo y vivo es este: ‘ojo por ojo, diente por diente’”.

 


Maputo (AsiaNews) – Ejercitar el “derecho a la paz” que tiene la gente de Mozambique significa abandonar la “ley del talión” y aprender a amar al otro, también al enemigo. La “ley del amor” estuvo en el centro de la última jornada del Papa Francisco en Mozambique, enunciada en la visita al Hospital Zimpeto, extraordinaria experiencia en la lucha contra el SIDA y en la gran misa en el estadio de Maputo.

Situado en la periferia de Maputo, el hospital hospeda el centro Dream para las personas enfermas por el SIDA/HIV, iniciado en 2002 por la Comunidad de San Egidio. En Maputo se estima que el 23% de la población adulta, poco menos de una persona sobre 4, sea VIH positivo. El programa Dream, extendido a otros 10 países africanos se ocupó de medio millón de personas y 130 mil niños nacieron sanos de madres HIV positivas.

Francisco que también visitó dos repartos del centro, en un saludo a los pacientes y a los sanitarios evidenció que “todas las personas que, en distintos niveles, forman parte de esta comunidad sanitaria se convierten en la expresión del Corazón de Jesús, en modo que ninguno piense que su grito haya caído en el vacío (...) (Son) un signo del compartir por cuantos están en la necesidad la presencia activa de un hermano y de una hermana. No es un acto de delegación aquello de lo cual los pobres necesitan, sino la involucración personal de cuantos escuchan su gito. La soledad de los creyentes no puede limitarse a una forma de asistencia- si bien necesaria y providencial en un primer momento-, sino que requiere aquella atención de amor que honra al otro en cuanto persona y busca su bien”.

Aún ley del amor en el último momento público de la visita del Papa. la misa entre las 50 mil personas presentes en el estadio. En un país en el cual sólo exactamente hace un mes, el 6 de agosto, fue firmado el acuerdo de paz que puso fin a una guerra civil que provocó 1 millón de muertos, Francisco centró la homilía sobre el evangélico “amen a vuestros enemigos”.

“Muchos de vosotros-dijo- todavía podéis contar en primera persona historias de violencia, odio y desencuentros; algunos en carne propia, otros de alguien conocido que ya no está, otros incluso por el miedo de que heridas del pasado se repitan e intenten borrar el camino recorrido de paz, ya recorrido”.

“Es difícil-agregó-  hablar de reconciliación cuando las heridas causadas en tantos años de desencuentro están todavía frescas o invitar a dar ese paso de perdón que no significa ignorar el dolor o pedir que se pierda la memoria o los ideales” (cfr Exort. ap. Evangelium Gaudium, 100). No obstante esto, “Jesucristo invita a amar y a hacer el bien; que es mucho más que ignorar al que nos hizo daño o hacer el esfuerzo para que no se crucen nuestras vidas: es un mandato a una benevolencia activa, desinteresada y extraordinaria con respecto a quienes nos hirieron”.

“Pero Jesús, no se detiene aquí; bendecir y orar por los enemigos, “es decir, que nuestro decir sobre ellos sea un bien-decir, generador de vida y no de muerte, que pronunciemos sus nombres no para el insulto o la venganza sino para inaugurar un nuevo vínculo para la paz”. ¡Alta es la medida que el Maestro nos propone!”

“Con esta invitación, lejos de ser un obstinado masoquista, quiere cerrar para siempre la práctica tan común-ayer como hoy- de ser cristianos según la ley del talión. No se puede pensar el futuro, construir una nación, una sociedad sustentada en la ‘equidad’ de la violencia. No puedo seguir a Jesús si el orden que promuevo y vivo es el ‘ojo por ojo, diente por diente’”. “Ninguna familia, ningún grupo de vecinos o una etnia, menos un país, tiene futuro si el motor que los une, convoca y tapa las diferencias es la venganza y el odio”. No podemos ponernos de acuerdo y unirnos para vengarnos, para hacer  la misma cosa que él nos hizo a nosotros, para planificar ocasiones de represalias bajo formas aparentemente legales. “Las armas y la represión violenta, en vez de aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos” (Íbid., 60). “La ‘equidad’ de la violencia siempre es un espiral sin salida y su costo es muy alto”, insistió. “Otro camino es posible porque es crucial no olvidar que nuestros pueblos tienen derecho a la paz. Vosotros tenéis derecho a la paz”.

“’Amarnos’, nos dice Jesús; y Pablo lo traduce como ‘revestirnos de sentimientos de misericordia y de bondad’. El mundo desconocía —y sigue sin conocer— la virtud de la misericordia, de la compasión, al matar o abandonar a su suerte a discapacitados y ancianos, eliminar heridos y enfermos, o gozar con los sufrimientos de los animales. Tampoco practicaba la bondad, la amabilidad, que nos mueve a que el bien del prójimo sea tan querido como el propio". “La equidad de la violencia siempre es un espiral sin salida y su costo es muy alto”. 

“Superar los tiempos de división y violencia”, lo cual “supone no sólo un acto de reconciliación o la paz entendida como ausencia de conflicto, sino el compromiso cotidiano de cada uno de nosotros de tener una mirada atenta y activa que nos lleve a tratar a los demás con esa misericordia y bondad con la que queremos ser tratados; misericordia y bondad especialmente hacia aquellos que, por su condición, son rápidamente rechazados y excluidos”. “Se trata de una actitud de fuertes y no de débiles, una actitud de hombres y mujeres que descubren que no es necesario maltratar, denigrar o aplastar para sentirse importantes, sino al contrario”.”Y esta actitud es la fuerza profética que Jesucristo mismo nos enseñó al querer identificarse con ellos (Cfr Mt. 25,35-45) mostrándonos que el servicio es el camino”.

“Queremos que la paz reine en nuestros corazones y en el pálpito de nuestro pueblo. Queremos un futuro de paz. Queremos que la paz de Cristo reine en vuestros corazones (Col. 3,15)”. “Si la paz de Cristo es el árbitro entre las emociones conflictivas de nuestro corazón,  entre las decisiones complejas de nuestro país, entonces Mozambique tiene un futuro de esperanza; entonces vuestro país podrá cantar a Dios, con gratitud y de todo corazón, himnos y cantos inspirados (Cfr Col. 3,16)”. 

La misa fue el último acto y cita de Francisco en Mozambique. El Papa a las 12,30 (locales) partió para Madagascar, segunda etapa de su viaje.