Tamkevicius, el cardenal del disenso soviƩtico
de Vladimir Rozanskij

Francisco nombró entre los nuevos cardenales al arzobispo emérito de Kaunas Sigitas Tamkevicius. Campeón de la libertad religiosa, mantuvo firme la fe no obstante los arrestos y las persecuciones. El grupo por él guiado denunció al mundo la verdad detrás de la cortina de hierro.

 


Mosca (AsiaNews) - En el domingo del anuncio del nuevo consistorio, que se desarrollará el próximo 5 de octubre, el Papa Francisco nombró entre los cardenales “simbólicos” con más de 80 años entre los cardenales “simbólicos”, una verdadera leyenda de la “Iglesia del silencio” de los tiempos de la Unión soviética, al arzobispo emérito de Kaunas a Sigitas Tamkevicius.Ordenado sacerdote en 1962 cuando tenía 24 años, él ejercitó su ministerio como vicario en las parroquias de Alytus, Lazdijai, Kudirkos Naumiestis, Prienai y Simnas.

En 1968 entró en la compañía de Jesús, que en ese tiempo era ilegal según la ley soviética. Tamkevicius estuvo entre los iniciadores de las peticiones para protestar contra las restricciones discriminatorias de régimen soviético contra el seminario sacerdotal de Kaunas. Por este motivo las autoridades soviéticas prohibieron a Tamkevicius ejercitar su ministerio y lo obligaron a trabajar en una fábrica y en una zona de bonificación por un año. Mientras era vicario de Simmas, inició la publicación clandestina de la Crónica de la Iglesia Católica de Lituania en 1972.

La Crónica registró e hizo públicos en Occidente los hechos de discriminación religiosa en la Lituania, a imitación de la Crónica de los tiempos corrientes que en los mismos años era difundida por una ininterrumpida estafeta de disidentes soviéticos, que denunciaban las violaciones de los derechos humanos; los redactores eran sistemáticamente arrestados y encarcelados, pero siempre había uno para sustituirlo. Las denuncias se apelaban a la Declaración de los Derechos Humanos aprobada en Helsinki en 1975, firmada también por la Unión Soviética.

Los acuerdos de Helsinki fueron muy apoyados por la Santa Sede y fue justamente gracias a la mediación vaticana que los EEUU aceptaron la firma conjunta de los soviéticos. Se trata de uno de los episodios clave de la así llamada Ospolitik vaticana en el intento de crear puentes más allá de la guerra fría. Los disidentes se concentraron sobre los principios enunciados en aquella Declaración, en la cual estaba comprendida la libertad religiosa y fueron llamados justamente “defensores de los derechos” (pravozaschitniki), de los cuales Tamkevicius fue el principal exponente católico. 

La Iglesia Católica lituana, resistiendo más de otros a las persecuciones ateas, fue la verdadera piedra angular para la comunidad de los creyentes en las repúblicas soviéticas, no sólo católicos, pero uniéndose a los disidentes religiosos ortodoxos y de otras confesiones; era “el ecumenismo de la cruz”, del cual también el nuevo cardenal supo dar un gran testimonio.

Tamkevicius fue párroco de la parroquia de Kybartai desde 1975 al 1983 y siguió como director de la Crónica por 11 años hasta su arresto en 1983. Junto a otros 4 sacerdotes lituanos fundó el Comité católico para la defensa de los derechos de los creyentes en 1978. Tamkevicius fue arrestado y procesado, acusado de presunta propaganda y agitación antisoviética en 1983. Fue condenado a 10 años de prisión y exilio. Transcurrió su pena detentiva en los campos de trabajo de Perm y Mordavia. Fue exilado en Siberia en 1988 y fue liberado después de la liberación de la política soviética causada por la perestrojka de Gorbaciov.

La Conferencia episcopal lituana nombró a Tamkevicius en el cargo de director espiritual en el Seminario sacerdotal de kaunas en 1989 y el año sucesivo fue rector del Seminario. Fue luego consagrado obispo y nombrado arzobispo de kaunas el 4 de mayo de 1996. Dentro de la Conferencia episcopal lituana, fue presidente (1999-2002, 2005-2008 y 2008-2014) y como vice-presidente (2002-2005). El 11 de julio de 2015 el Papa Francisco aceptó su renuncia como arzobispo, presentada por límites de edad. El nuevo cardenal será inspirador de la verdadera libertad religioso también hoy, en tiempos ya lejos de las persecuciones soviéticas, pero no menos complejos por los desafíos que la Iglesia afronta en tantos países del mundo en oriente y occidente.