Papa en Macedonia: el país de Madre Teresa ejemplo de fraternidad e integración

En Skopje Francisco alaba la disponibilidad de Macedonia del Norte hacia los migrantes. Apoyo en el camino verso la UE. La misa dedicada al “hambre de Dios”: “Nos acostumbramos a comer el pan duro de la desinformación y terminamos prisioneros del descrédito, de las etiquetas y de la infamia”.  

 


Skopje (AsiaNews)- Fraternidad, integración, cuidado de los pobres. es alrededor de estos valores que se desarrolla la breve visita del Papa Francisco en Skopje, capital de Macedonia del Norte, ciudad natal de Madre Teresa, recordada en las 3 citas durante la mañana.

Recibido con gran entusiasmo en una ciudad donde los católicos son menos del 1% y que vio miles de personas presentes en la misa (en la Foto) esta mañana, el Papa quiso alabar, encontrando al presidente y a las autoridades, la apertura de este país a los migrantes que golpean a sus puertas y expresa su apoyo a la voluntad de entrar a formar parte de la Unión europea.

Y durante la misa gritar sobre “el hambre” de Dios en el mundo de hoy.  “Nos acostumbramos a comer el pan duro de la desinformación y terminamos prisioneros del descrédito, de las etiquetas y de la infamia; hemos creído que el conformismo habría saciado nuestra sed y terminamos por haber bebido de la indiferencia y de la insensibilidad; nos nutrimos con sueños de esplendor y grandiosidad y terminamos por comer distracción, clausura y soledad; nos llenamos de conexiones y hemos perdido el gusto de la fraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos encontramos oprimidos por la impaciencia y por el ansia. Prisioneros de la virtualidad, hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad”.  

De este país, “puente entre Oriente y Occidente y punto de confluencia de numerosas corrientes culturales”, Francisco, respondiendo al saludo del presidente Gjorge Ivanov, alabó la capacidad de integración y convivencia. De hechos, Francisco definió “el más precioso y válido patrimonio” del país su “composición multiétnica y multireligiosa”, “crisol de culturas y de pertenencias étnicas y religiosas” que “dio lugar a una pacífica y duradera convivencia, en la cual las individuales identidades han sabido y podido expresarse y desarrollarse sin negar, oprimir o discriminar a los otros”. “Aquí, de hecho, tanto la diferente pertenencia religiosa de Ortodoxos, Musulmanes, Católicos, Hebreos y Protestantes, cuanto a la distinción étnica entre Macedonios, Albaneses, Serbios, Croatas y personas de otro origen, creó un mosaico en el cual cada tarjeta es necesaria a la originalidad y belleza de cuadro de conjunto”.

Luego Francisco subrayó “el generosos esfuerzo” realizado por el país “en el acoger y prestar socorro al gran número de migrantes y prófugos provenientes de diversos países medio-orientales”. “La inmediata solidaridad ofrecida a aquellos que se encontraban entonces en la más aguda necesidad por haber perdido tantas personas queridas, además de las casas, del trabajo y la patria, os hace honor y habla del alma de este pueblo que, conociendo las privaciones, reconoce en la solidaridad y en el compartir los bienes los caminos del auténtico desarrollo. Deseo que se haga tesoro de la cadena solidaria que caracterizó aquella emergencia, en ventaja de cada obra de voluntariado en servicio de muchas formas de malestar y de necesidad”.

“Quisiera también rendir homenaje en modo del todo especial- agregó- a una vuestra ilustre ciudadana que, movida por el amor de Dios, hizo de la caridad hacia el prójimo la suprema ley de su existencia, suscitando admiración en todo el mundo e inaugurando un específico y radical modo de ponerse al servicio de los abandonados, de los descartados, de los más pobres. Me refiero claramente a aquella que es conocida universalmente como Madre Teresa de Calcuta”.

Última cita de la mañana, será la misa celebrada en la plaza Macedonia, en el centro de la cual hay una estatua de Alejandro Magno. Los pocos centenares de metros que la separan del Memorial de Madre Teresa, donde el Papa fue después de la ceremonia de bienvenida, se vio a una multitud entusiasmada que quiso saludar a Francisco a su pasaje.

En la homilía, Francisco comentando la frase “Quien viene a mí no tendrá hambre y quien cree en mí no tendrá sed (Jn 6,35), habló del “hambre de Dios”. “Digámoslo con fuerza y sin miedo: tenemos hambre, Señor… Tenemos hambre, Señor, Señor del pan de tu Palabra capaz de abrir nuestras clausuras y nuestras soledades; tenemos hambre, Señor, de fraternidad donde la indiferencia, el descrédito, la infamia no llenen nuestras mesas y no tomen el primer lugar en nuestra casa. Tenemos hambre, Señor, de encuentros en los cuales tu Palabra esté en grado de elevar la esperanza, despertar la ternura, sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión”

“Tenemos hambre, Señor, de experimentar, como aquella multitud, la multiplicación de tu misericordia, capaz de romper los estereotipos y dividir y compartir la compasión del padre por cada persona, especialmente para aquellos de los cuales ninguno se ocupa, que son olvidados o despreciados. Digámoslo con fuerza y sin miedo, tenemos hambre de pan, Señor: del pan de tu palabra y del pan de la fraternidad”.

“Hambre de pan, hambre de fraternidad, hambre de Dios. Como conocía bien esto Madre Teresa, que quiso fundar su vida sobre dos pilares: ¡Jesús encarnado en la Eucaristía y Jesús encarnado en los pobres! Amor que recibimos, amor que donamos. Dos pilares inseparables que han marcado su camino, la pusieron en movimiento, deseosa también ella de aplacar su hambre y su sed. Fue a los del Señor y al mismo tiempo y acto fue a lo del hermano despreciado, no amado, solo y olvidado; fue a los del hermano y encontró el rostro del Señor… Porque sabía que “amor de Dios y amor del prójimo se funden juntos: en del más pequeño encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios”, y aquel amor era la única cosa capaz de saciar su hambre”.