El Líbano lucha contra reloj para salvar al río Litani de la degradación y la contaminación

Ambientalistas y expertos acusan: las aguas son invadidas por residuos domiciliarios e industriales. La situación sigue siendo “alarmante” y los avances “no son suficientes”. Problemas que se arrastran desde hace décadas, resultado de malas prácticas en el tratamiento de aguas efluentes. Salvar el río “es una prioridad”.              


Beirut (AsiaNews) – Después del cedro, árbol emblemático país, ahora lo activistas, ambientalistas y la sociedad civil del Líbano alertan sobre la situación del río Litani, uno de los más importantes del país, cuyas aguas son en gran parte destinadas a la “descarga de residuos, tanto de origen domiciliario como industrial”. Es lo que afirma el científico Kamal Slim, miembro del Consejo Nacional de Investigación, que se refiere a la situación del río calificándola como “alarmante”, a pesar de las medidas adoptadas en el último período –clausura de industrias ilegales y contaminantes, limpieza de las márgenes- que parecen no bastar para paliar la situación. El proceso de degradación arriesga ser irreversible, si no se eliminan las fuentes de contaminación.  

La preocupación de los expertos es compartida por la población, que observa la crisis ambiental desplegada ante sus propios ojos. “No quiero morir de cáncer”, confiesa, desesperado, Haouch el-Rafqa, un habitante de una localidad situada en el corazón de la Békaa, que dialoga con L’Orient-Le Jour (OLJ). El temor por la salud de las personas, y particularmente por los ancianos y niños, ya se ha difundido entre la población local.

Durante mucho tiempo, el río Litani fue uno de los recursos naturales más preciosos del Líbano; sin embargo, actualmente configura el epicentro de una situación que es definida como una catástrofe ambiental. En los años ’60 era posible regar las hortalizas con sus aguas o incluso bañarse con total tranquilidad. Hoy, en cambio, los estudios muestran un agravamiento progresivo y pésimas condiciones sanitarias. Sami Alaouiyé, quien desde marzo de 2018 se desempeña como director del Departamento de las aguas del Litani, habla de los “progresos” realizados, que, sin embargo, no bastan para hacer frente a la “catástrofe ambiental” en curso.  

En la última época, la responsabilidad por la contaminación de las aguas también recayó sobre algunos refugiados sirios alojados en los centros de acogida que ocuparon la zona a lo largo del curso del río. En realidad, más allá de las repercusiones ambientales que esto pueda haber tenido, es claro que no son ellos los responsables de la emergencia. Los problemas ambientales se vienen arrastrando desde hace décadas y son el resultado de malas prácticas en el tratamiento de aguas efluentes; por otro lado, muchas fábricas descargan en el Litani los residuos de la producción, que vienen a sumarse a los residuos sólidos que se arrojan al río.

En noviembre, el ministerio de Industria libanés impuso la clausura de 79 establecimientos fabriles irregulares, que llevaban tiempo sin respetar las normas referidas al vertido de residuos arrojados al Litani. Sin embargo, hay 251 industrias bajo la mira de ambientalistas y de la magistratura debido a sus actividades contaminantes: de éstas, hay cuando menos 82 que funcionan al margen de la ley, y otras 40 que han comenzado a adecuarse a la normativa en materia ambiental.

Para restituir al río su vitalidad, la Oficina nacional del Litani, en colaboración con el Ministerio de Ambiente, Industria y Energía han recibido un préstamo por 55 millones de dólares del Banco Mundial –junto a otros benefactores- orientado a mejorar los sistemas de alcantarillado, la gestión de residuos sólidos y la lucha contra la contaminación.

Ecologistas y expertos subrayan que salvar al río es una prioridad que reclama el compromiso de todos, de cada ciudadano en singular llegando hasta las empresas, la administración local y el Ejecutivo nacional. Para responder a la emergencia se requerirían mayores competencias y facultades en lo que se refiere al cuidado del ambiente, porque el Litani es el epicentro de un “desastre ecológico”, pero aún es posible poner remedio a la situación si se adoptan políticas orientadas al futuro y a largo plazo. Los ríos deben volver a ser “fuente de vida, y no de enfermedades”.