Tijon, padre espiritual de Putin, se convierte en metropolita de Pskov
de Vladimir Rozanskij

Hasta ahora, él se desempeñaba como vicario del patriarca Kirill. Vivió en uno de los pocos monasterios que permanecieron abiertos durante el período soviético. Hizo reabrir la iglesia de la Santísima Trinidad en el palacio de la Lubjanka, la histórica sede de la KGB. Más bien conservador, es enemigo de la línea reformista del patriarca de Moscú. ¿Una promoción-remoción o una escalada al patriarcado?


Moscú (AsiaNews) - Tijon (Ševkunov), obispo de Yegórievsk, vicario del patriarca Kirill (Gundjáev) y conocido por ser el “padre espiritual” del presidente Putin, ha sido nombrado metropolita de Pskov y Porkhovsk por el Santo Sínodo del patriarcado de Moscú. Difundida en los últimos días por el encargado de prensa del patriarca, el sacerdote Aleksandr Volkov, la noticia dio pie a diversas reacciones, dada la notoriedad del personaje, el jerarca más influyente después del patriarcado mismo.

Hasta ahora, su status de obispo auxiliar delineaba a Tijon como una “eminencia gris” de la Iglesia rusa, y protagonista de las relaciones entre Iglesia y Estado, con una gran influencia en la capital, aunque libre de excesivas responsabilidades. Su elevación a metropolita es interpretada como una “promoción-remoción”, como un tramo en el camino hacia la sucesión patriarcal, en lugar de Kirill. Lo cierto es que el nuevo metropolita no deberá hacer grandes esfuerzos para aclimatarse a la nueva sede, puesto que de allí provenía cuando hizo su llegada a Moscú, en los años ’90.   

Tijon, de 59 años, nació y creció en Moscú, ciudad donde en 1982 concluyó estudios en el Instituto estatal de cinematografía, para luego entrar como novicio en el Monasterio de las Grutas, justamente en Pskov. Este fue uno de los pocos monasterios que permaneció abierto durante la era soviética, guiado por la luminosa figura del stárets Ioann (Krestjankin), que lograba conservar las auténticas tradiciones monásticas, combinadas con una sincera lealtad al régimen comunista. La historia del monasterio y de sus protagonistas fue relatada por Tijon en el muy afortunado libro de memorias Santas y no santas que, a principios de la década del ’90, se convirtió en una de los textos devenido símbolo del renacimiento religioso ruso.  

Tijon reabrió el monasterio del Encuentro en Moscú, como sede de representación de la comunidad de Pskov en la capital. Fue en esa condición que conoció al futuro presidente Putin, en ese entonces director de los servicios de seguridad, y lo acompañó en un viaje a Pskov para sincerarse de la bondad de la conversión que acababa de emprender, conjugando la política post-soviética con la fe ortodoxa tradicional rusa. A partir del 2000, cuando Putin asume la presidencia del país en lugar de Yeltsin, el joven monje apareció reiteradas veces acompañando al amigo o “hijo” espiritual, incluso en un viaje a los Estados Unidos, en el año 2003. En los últimos años, luego de recibir el nombramiento episcopal, Tijon se ha dedicado a la reapertura y a la reconstrucción de la iglesia de la Santísima Trinidad en el palacio de la Lubjanka, la histórica sede de la KGB, a raíz de lo cual se hizo merecedor de la ambigua fama de “obispo de la Lubjanka”. Desde 2010, guía la Comisión de Cultura del Patriarcado.  

El traslado a Pskov, diócesis occidental que limita con Lituania, prestigiosa y rica, aunque periférica, da lugar a comentarios contradictorios. Por un lado, la metrópolis abriría camino a Tijon para una futura elección como patriarca, algo que no sería posible en el rol secundario de obispo. En cambio, como metropolita participará en responsabilidades de primer nivel del Sínodo patriarcal, y las mismas reglas canónicas prevén cuando menos un quinquenio en la guía pastoral metropolitana para poder candidatearse como patriarca.

Por otro lado, de alguna manera, el nombramiento puede parecer un alejamiento de Moscú, a causa de evidentes diferencias de visión con el patriarca Kirill, de quien hace años se viene constituyendo como un verdadero “contrapunto”. La línea “reformista” del patriarca, que apunta fundamentalmente a la formación y a la disciplina eclesiástica, no es siempre conciliable con el conservadurismo radical de Tijon, que exalta el rol de la Iglesia en la sociedad a través de las relaciones con la política y la hegemonía sobre la cultura. Tal diferencia se volvió evidente el año pasado, en el jubileo de la revolución de octubre, en el cual tuvo un gran protagonismo Tijon cuando exaltó el rol de la Iglesia como guía en la historia rusa, en tanto Kirill prefirió evitar los excesos de un intervencionismo polémico para no alimentar las divisiones en la opinión pública, como en el clamoroso caso del filme Matilda, que fue duramente condenado por Tijon e ignorado por el patriarca.

Quizás la gota que hizo rebasar el vaso fue la intervención de Tijon en las relaciones con la Iglesia ucraniana: parece ser que fue justamente él quien llevó adelante las tratativas con el “patriarca excomulgado” Filaret (Denisenko), acérrimo enemigo de Kirill, para procurar una reconciliación con Moscú, que no produjo ningún resultado. Por el contrario, la Iglesia ucraniana parece adherir cada vez más a la idea de una separación total del patriarcado de Moscú.

Además, algo que provoca de diversa manera la perplejidad del patriarca así como de buena parte del clero, es la fama de intelectual carismático de Tijon, y en particular su reputación de presunto “padre espiritual” del presiente, que ha sido rechazada por él mismo en varias ocasiones.

Por el contrario, el mismo patriarca Kirill siente desagrado por los sectores de la Iglesia más radicales y cercanos al monaquismo. Éstos verían con buenos ojos un patriarca Tijon II a futuro, sucesor del homónimo pastor electo en los dramáticos días de la revolución.