Cox’s Bazar: en los campos de los Rohinyás, los más perseguidos de la tierra (Fotos)
de Sumon Corraya

En los campamentos no hay agua potable, gas ni leña para poder cocinar. Los refugiados se las arreglan con lo que pueden y, a menudo, siguen involucrados en actividades ilegales. Los crímenes proliferan después de las 4 pm, cuando los campamentos se cierran a las visitas externas. El informe de nuestro enviado


Cox's Bazar (AsiaNews) - En el distrito bengalí de Cox's Bazar, una estrecha franja de tierra sobre la frontera con Myanmar, la existencia de refugiados rohinyás sigue siendo dolorosa: no hay agua potable, alimentos ni medicinas. Los desplazados han encontrado refugio en las colinas del distrito, pero temen los aluviones y las avalanchas típicas de la temporada de los monzones. El corresponsal de AsiaNews visitó los campamentos y recopiló testimonios de la difícil vida del día a día. Mientras tanto, Myanmar afirma estar dispuesta a repatriar a los refugiados musulmanes Rohinyás "después de los controles". Aung San Suu Kyi lo reiteró ayer durante una reunión de una hora con una delegación del Consejo de Seguridad de la ONU. Los refugiados están en Bangladés porque huyeron tras la reanudación de las hostilidades en el Estado birmano de Rakhine.. Los diplomáticos de la ONU han pedido una investigación "apropiada" sobre las atrocidades cometidas por los militares contra los Rohinyás.

Las operaciones de retorno a Myanmar se están demorando debido a la resistencia y la burocracia. A mediados de abril, el gobierno de Daca proporcionó una lista de alrededor de 8.000 personas elegibles para la repatriación. De éstas, las autoridades de Naipyidó habían verificado 700. El acuerdo  para devolver a los aproximadamente 700,000 refugiados Rohinyás había sido alcanzado en noviembre de 2017 y las primeras repatriaciones tendrían que haberse iniciado en enero.

Los desplazados Rohinyás son los refugiados más perseguidos de la tierra: esto es lo que surge de las visitas a algunos campamentos en Cox's Bazar. Aquí hay varios problemas. Las personas desplazadas temen que se produzcan avalanchas, causadas por las lluvias, los deslizamientos de tierra y las altas temperaturas. No tienen agua potable, carecen de verduras, carne y pescado, pero también de leña o gas para cocinar.

En el campo Nro. 4 de Ukhiya nos encontramos con Jafor Hosain. "Estamos preocupados por nuestras vidas -dice- están llegando las lluvias monzónicas, no sabemos cómo podemos escapar de las avalanchas". Por la tarde, permanecen fuera de la pequeña tienda que les sirve de vivienda. "Es difícil -agrega- quedarse dentro de la carpa, donde no hay electricidad para mitigar el calor. Por la noche tampoco podemos dormir bien".

En el mismo campamento, un adolescente carga madera con un arnés sobre los hombros, a pesar de que sabe que es ilegal cortar leña en el bosque. "Recibimos ayuda con la distribución de arroz, azúcar y aceite", informa, "pero no tenemos leña para cocinar y es por eso que voy a recogerla". Naimuddin Hasan, un vendedor de té, informa que algunas ONG han comenzado a suministrar cilindros de gas en los campamentos, "pero son totalmente inadecuados". Por eso cortamos árboles ".

Un funcionario administrativo informa que desde que llegaron, los Rohinyás ya han cortado más de 1500 acres de bosques. La madera se usa principalmente para construir refugios improvisados ​​y como combustible. Un activista de ONG informa que la mayoría de los refugiados que llegaron desde agosto pasado están desempleados y no pueden abandonar los campamentos. Sin embargo, algunos jóvenes han encontrado trabajo sirviendo en organizaciones sociales como voluntarios o maestros remunerados.

La falta de trabajo ha impulsado un aumento de la tasa de criminalidad. Según los medios locales, en los últimos ocho meses los refugiados han estado involucrados en 16 homicidios y otros 148 heridos dentro de los campamentos. Muchos expertos creen que el gobierno de Daca debería encontrarles inmediatamente un empleo, para mantenerlos ocupados y para evitar que se entreguen a actividades ilegales. Una fuente anónima informa que las actividades prohibidas proliferan después de las 4 pm, cuando los periodistas, trabajadores de ONG y otros profesionales ya no pueden permanecer en los campamentos.

No muy lejos de las tiendas surgió un mercado al aire libre. Aquí se pueden encontrar muchos artículos a precios reducidos e incluso los Rohinyás vienen a abastecerse. Uno de ellos revela: "Recibí 36 pastillas de jabón de una asociación no gubernamental; luego arroz, lentejas y aceite de otras organizaciones caritativas. Volví a vender todo al mercado y, a cambio, pude comprar carne y pescado, algo que nadie nos da, nunca".

Syad Amin, otro joven desplazado, dice que "hace una semana llegó el monzón y la lluvia entró a las casas. Esto causó varios problemas. Estamos realmente preocupados por la posibilidad de ser víctimas de avalanchas, si las lluvias se prolongan por mucho tiempo". Para el muchacho, "los refugiados debieran ser evacuados de las colinas. También tenemos problemas con la falta de agua, no hay espacios con juegos para niños ni un control sobre el número de nacimientos".